Ciutat Vella reaviva. Quizás ha sido la falta de referentes gastronómicos en la zona más allá de la alta cocina de Romain Fornell en el Caelis o el Shunka y Koy Shunka de Hideki Matsuhisa que ha favorecido que pequeños proyectos de calidad hayan encontrado en el corazón antiguo de la ciudad la oportunidad para brillar. Pizzicato, el gastronómico del Palau de Música liderado por Luciana Russo o La Sosenga, del chef Marc Pérez y la jefa de sala Tania Doblas, han sido los primeros a establecerse, plantar bandera y mostrar una Barcelona que saca pecho de una cocina auténtica, sin buscar atraer el paladar de los visitantes. Desde diciembre del 2024, se suma Somsis, con el chef Samuel Soria al frente.
Restaurante Somsis: atraer el paladar del público local
“También me conocen como Rufo Jr.”, bromea Samuel. El chef, que tiene tanta bondad como corpulencia, rápidamente explica que es hijo de Maria de los Ángeles Campoamor y Rufino Soria, del Mari i Rufo, un restaurante del Born con tanta solera y personalidad como un Passadís del Pep o un Xampanyet. “Mi madre es una superheroína”, asegura Samuel, “una trabajadora incansable que si, al llegar a casa a las dos de la madrugada, la familia quería un arroz, lo hacía”.

Con ojos húmedos, habla en los mismos términos de su padre. Samuel ha mamado desde bien pequeño lo que es la agotadora dedicación a un negocio familiar de restauración, y lo ha abrazado como un estilo de vida propio y una filosofía como profesional donde la entrega al restaurante, y al bienestar del cliente, son las máximas premisas. Con catorce años, tanto pasaba platos como hacía croquetas, y de la madre, reina de la cocina, dice que ha aprendido todo lo que él quería aprender.
Como buen nieto de pescadores (de Valentín Campoamor, de Badalona), cuando ha llegado el difícil momento de buscar su propio camino, ha seguido haciendo lo que tanto quiere y valora: el recetario heredado de la Mari, con fuerte presencia del pescado y el marisco, buscando un lenguaje de marisquería actualizada. Es el orgullo del chef: “El mejor regalo de vida que puedo tener es seguir el legado de mis padres, desde la más profunda gratitud”. Y parpadea enérgicamente para evitar que una lágrima de emoción deslice mejilla abajo, ya que no son pocos los clientes que se acercan para despedirse, agradecer la comida y darle un abrazo. “Muchos de los clientes de casa los padres vienen a disfrutar y a verme, incluso hay quienes me conocen desde pequeño”, recuerda.

En Somsis, Samuel ha encontrado nuevos compañeros de viaje. Seis, en concreto, contándose a él. Sentado a su lado se encuentra Lluís Costa, socio y amigo, con quien conectó siendo cliente de Mari i Rufo, y que a menudo te lo encuentras alternante una comida con amigos con el hecho de pasar platos en las mesas, según la concurrencia de clientes. Esta informalidad, que transmiten los compañeros de sala y Samuel mismo, un perfecto anfitrión que tanto cocina como se pasea entre las mesas, son clave en el éxito del restaurante.

Una atmósfera acogedora que ofrece una selección de platillos de pescado y marisco de escándalo: hay que probar las zamburiñas a la gallega (con ajos tiernos, guindilla y salsa teriyaki como única transgresión en busca del umami), las vieiras con crujiente de picatoste de cerdo y foie flameado y el brioche de anguila ahumada con salsa teriyaki, con un plus de escenografía: Samuel llegará con dos brasas de carbón bien candentes para marcar la anguila ante el comensal, aromatizando la sala.
No puede faltar una pieza entera de pescado de lonja, a la brasa, pero si el hambre no acompaña, el bocado preferido sin ningún tipo de duda serán las patatas rubias, con huevos fritos, cigalas y un poco de trufa rayada. Tampoco se puede perdonar mojar el pan de masa madre para dejar un plato bien limpio y reluciente. Ni dedicar un último mordisco a la coca de Llavaneres.

“Lo más importante, después de ti, es el producto”. Esta frase encabeza el menú y ejemplariza la esencia del restaurante y de Samuel: pescado de lonja, marisco y (en algunas ocasiones) pescado comprado directamente al pescador que llegan dos veces al día (mañana y tarde), verdura del Mercado de Santa Caterina y una especial atención en lo que estos proveedores ofrecen al chef cada día. Por eso, hay que enterarse de los fuera de carta, donde se pueden encontrar joyas como la cabra de mar o lo que él denomina “pochas”, guisos de pescado y marisco como unos garbanzos con bogavante o con cigalas.
Sin embargo, si la visita en Somsis viene guiada por una debilidad para probar alguna de estas exquisiteces, solo hace falta llamar y pedir a Samuel que la prepare, que lo hará con mucho gusto. “Y sin parafernalias, que el buen producto no quiere que se le maree demasiado”, concluye el chef. Somsis es el nombre, pero el sobrenombre podría ser Soisvosotros. Este restaurante reúne la esencia de las marisquerías refinadas y la de las casas de comidas populares que tienen la magia de hacerte sentir como en casa. Alegre, distendida, abundante… Esta casa es auténtica y más si se trata de celebrar. Atención grupos, disponen de una sala al primer piso donde poder reuniros y conversar. ¿Qué más se puede pedir?