Abierto en 2019, el restaurante Nairod, que celebra seis años en plena forma como el primer día, se ha convertido en una explosión de aire fresco en el Eixample. El pequeño restaurante, situado concretamente en la calle Aribau con Rosselló, junto al Semproniana, el templo de cocina tradicional catalana de Ada Parellada, no deja a nadie indiferente y fideliza a todos aquellos que pasan por su puerta y prueban su cocina. Dentro me encuentro justamente eso, clientes habituales que se conocen entre ellos y que se sienten como en casa. Hay que decir, sin embargo, que sorprende la buena música que suena de hilo musical: rock and roll del bueno.

sala
Restaurante Nairod / Foto: Carlos Baglietto

Una vez en la mesa es fácil quedarse distraído observando a David Rustazo, chef y propietario del Nairod, a través de la pequeña ventanilla que comunica la sala con la cocina mientras afina las salsas y los fondos; controla las diferentes cocciones, y acaba los últimos retoques en los platos que diligentemente se lleva Giuseppe La Porta para presentarlos al cliente.
Queda claro, pues, que al restaurante Nairod se viene a pasarlo bien, a disfrutar del producto, sea pescado o carne, verduras o legumbres, menudillos de los finos o la caza, del que son verdaderos especialistas; pero también del servicio de sala, un servicio como los de antes, en el que están por ti si los necesitas, pero sin discursos gratuitos con los vinos o las elaboraciones. Y claro, se agradece. Hay que especificar que Giuseppe ofrece una de las cartas de vinos más estimulantes de la ciudad, con más de cien referencias, muchas de ellas catalanas, pero también españolas y francesas.

flor de calabacín
Flor de calabacín. Restaurante Nairod / Foto: Víctor Antich

Empiezo, pues, con una copa de Albariño mientras me zampo una flor de calabacín rellena de brandada de bacalao y un piquillo relleno de carrillada de ternera  y mayonesa de albahaca sobre una demi-glace de la propia ternera con hoja de albahaca y lima. Vamos por partes, estaríamos ante una cocina de mercado, quizás, si queréis, una cocina clásica que gracias a los toques muy personales y atrevidos hacen que sea fácil y atractivo disfrutar de ella.

piquillo
Piquillo relleno. Restaurante Nairod / Foto: Víctor Antich

Continúo con un ravioli de manitas de cerdo y vieira acompañado de unos garbanzos, que encuentro de una elegancia sutil y en el que se perciben influencias francesas.

manitas de cerdo
Ravioli de manitas de cerdo. Restaurante Nairod / Foto: Víctor Antich

Hace unos meses, David, a raíz de una visita de Rosa Molinero, colaboradora habitual de La Gourmetería, le explicaba que él hace "cocina sincera, honesta, aparentemente sencilla, en la que sabes qué te llevas a la boca porque lo ves claramente en el plato." Y así es.

tripa a la siciliana
Callos a la siciliana. Restaurante Nairob / Foto: Víctor Antich

¡Por Dios!, me traen un plato de callos a la siciliana que no había pedido para que lo pruebe, con tomate pomodoro, guanciale, guindilla de Ibarra fresca y parmesano. Dejo el plato muy limpio. La diferencia entre los callos a la siciliana y a la florentina, que quizás estáis más acostumbrados a comer, es que estos primeros son más intensos y picantes que los segundos, que, por el contrario, son más aromáticos. Por otro lado, a la siciliana se le añade pecorino y a la florentina, Parmigiano Reggiano.

David Rustazo: El local solamente pretende dar de comer y beber de la manera más sencilla y exquisita posible


Cambiamos de vino y empezamos una botella de Los Cantos 2021 con D.O. Ribera del Duero, un vino potente con una estructura elegante que combinará de perlas con la liebre.

liebre
Liebre al Senador Couteaux. Restaurante Nairod / Foto: Víctor Antich

Hoy en la carta podía escoger entre el pichón con escalivada y la liebre al Senador Couteaux, ya sabéis, aquella que presentan deshilachada. Me he decantado por la liebre, que presentan acompañada de foie y puré de patatas, y dejadme que os diga que la he acertado de lleno. Otro día probaré el pichón, aunque la carta del Nairod está muy viva, tanto es así que, cada quince días, hay bajas y nuevas altas que alegran a la parroquia.
Leo en la web del restaurante que "El local solamente pretende dar de comer y beber de la manera más sencilla y exquisita posible". Nada más que añadir, señoría.