En la cuenta de Instagram de @directoalpaladar, nos advierten de un error muy común en la cocina que puede arruinar un guiso: romper o trocear las hojas de laurel antes de añadirlas. Aunque muchas hierbas y especias, como el romero, el tomillo o la albahaca, liberan mejor sus aromas cuando se machacan o se cortan, el laurel es una excepción importante. Su perfume es tan intenso y penetrante que no necesita ayuda para impregnar el plato. De hecho, romper las hojas puede ser contraproducente, tanto para el sabor del guiso como para nuestra seguridad al comerlo.

Vigila si pones el laurel roto en guisos

El laurel es una hoja muy especial dentro del mundo de las aromáticas. Procede del árbol Laurus nobilis, y desde tiempos antiguos se ha utilizado en la cocina mediterránea por su aroma potente, ligeramente amargo y balsámico, capaz de transformar caldos, estofados, legumbres o salsas. Pero precisamente esa potencia es lo que exige manejarlo con cuidado. Si se añade una hoja entera, el sabor se distribuye de forma equilibrada; sin embargo, si se rompe o se trocea, los aceites esenciales del laurel se liberan de golpe y pueden eclipsar el resto de sabores del plato, dejando un gusto amargo y demasiado dominante.

 

 

Además, hay otro aspecto que muchas veces se pasa por alto: las hojas de laurel son duras, fibrosas y con bordes afilados, lo que las convierte en un peligro si se rompen dentro del guiso. A diferencia de otras hierbas que se deshacen durante la cocción, el laurel mantiene su rigidez. Si se trocea y se dispersa, después será muy difícil retirarlo completamente y puede acabar en el plato, donde al morderlo podría causar una sensación desagradable o incluso una pequeña herida. Por eso los expertos recomiendan siempre usar la hoja entera y retirarla antes de servir.

Sus hojas son tan afiladas que nos podemos cortar cuando se fragmentan / Foto: Unsplash

Por eso, si se te rompe una hoja antes de añadirla, lo mejor es desecharla y usar una nueva. En cambio, si te gusta que el guiso tenga un toque más intenso, puedes controlar el sabor de otra forma: añadiendo más tiempo de cocción o usando una hoja ligeramente doblada, pero nunca hecha pedazos. El equilibrio en la cocina muchas veces depende de estos pequeños gestos.

Si las hojas se rompen una vez, se seguirán troceando y será muy difícil extraerlas del guiso

En algunas recetas muy concretas se puede machacar el laurel en un mortero junto con otras especias, pero siempre con un propósito específico, como cuando se prepara un adobo o una marinada en la que el laurel actúa como parte de una mezcla más amplia. No es lo habitual en guisos o salsas, donde su papel es aromatizar de forma discreta y equilibrada.

Así que la próxima vez que cocines lentejas, fabada o un estofado de carne, piénsatelo dos veces antes de romper la hoja de laurel. Usarla entera no solo preservará mejor su esencia, sino que también protegerá la armonía de sabores del plato y tu propia seguridad. Porque en la cocina, como en la vida, a veces menos es más, y el secreto está en saber cuándo una hoja, por sí sola, ya es suficiente para dar carácter a todo un guiso.