Si alguna vez has visto en el supermercado un envase con la etiqueta de “carne extratierna” y te has dejado tentar pensando que se trata de una pieza excepcional, de esas que se deshacen en la boca, quizá te interese saber lo que realmente estás comprando. Lo explica de forma clara y directa la cuenta de Instagram @microbiotadesdecero, que en uno de sus vídeos desmonta uno de los grandes reclamos del marketing alimentario actual: no toda esa ternura es natural. Detrás de muchos de estos productos se esconde un tratamiento industrial diseñado para modificar la textura y el aspecto de la carne, con el objetivo de hacerla más atractiva para el consumidor medio.
La verdad detrás de los cortes de carne extratiernos
En otras palabras, esa pechuga de pollo o ese filete de cerdo que prometen una ternura inigualable no lo son tanto por la calidad del animal o por su crianza, sino porque han pasado por un proceso de ablandamiento. Este método consiste en inyectar o sumergir la carne en una mezcla de agua, salmuera y aditivos que alteran su estructura interna para que resulte más jugosa y fácil de masticar. En algunos casos, incluso se emplean enzimas o fosfatos que ayudan a retener el agua y mejorar la textura, haciendo que el producto parezca más fresco y apetecible de lo que realmente es.

El problema no está solo en el engaño sensorial, sino también en la percepción de calidad. Cuando un consumidor compra un corte “extratierno”, suele pensar que está pagando por una carne de mayor categoría, cuando en realidad está adquiriendo un producto manipulado para parecerlo. Además, al contener más agua, gracias a la salmuera y los aditivos, aumenta su peso, lo que significa que, en cierto modo, también se está pagando más por menos carne real.
Este método consiste en inyectar o sumergir la carne en una mezcla de agua, salmuera y aditivos
El vídeo de @microbiotadesdecero invita precisamente a reflexionar sobre eso: la diferencia entre lo tierno y lo tratado. Una carne naturalmente tierna proviene de animales bien alimentados, criados sin estrés y con un correcto proceso de maduración. Su suavidad no depende de químicos ni de artificios, sino de tiempo y calidad. En cambio, las carnes “extratiernas” del supermercado son un producto diseñado para satisfacer la prisa del consumidor moderno, que busca resultados inmediatos sin detenerse a pensar en lo que hay detrás.
Así que la próxima vez que veas esa palabra brillante en el envase, lee la letra pequeña. Si entre los ingredientes aparecen términos como salmuera, estabilizantes o fosfatos, sabrás que la ternura no viene de la naturaleza, sino del laboratorio. Porque la verdadera carne tierna no necesita etiquetas llamativas: se reconoce en el sabor, en el aroma y en la honestidad de su origen.