Una de las quejas más comunes cuando se habla de la paella es que, aunque esté sabrosa, muchas veces deja una sensación de exceso de sal que nos obliga a beber agua constantemente. Ese equilibrio entre sabor intenso y frescura es lo que marca la diferencia entre un arroz logrado y uno pesado, y es precisamente ahí donde los profesionales guardan un secreto. Un conocido cocinero lo ha revelado en sus redes sociales y la clave es tan sencilla como ingeniosa: no se trata de añadir más condimentos ni de abusar de la sal, sino de aprovechar un recurso natural que aporta un sabor marino profundo, sin generar esa sed posterior que tanto incomoda. El resultado es un plato mucho más sabroso, más equilibrado y con un toque auténtico de mar que sorprende a todo el que lo prueba.
El truco del restaurante para que la paella esté sabrosa y no de sed
El truco consiste en utilizar las cabezas de gamba crudas, que suelen ser una de las partes más intensas y cargadas de sabor del marisco. En lugar de desecharlas o limitarnos a usarlas en el sofrito, se colocan directamente en la Thermomix (o cualquier batidora potente), se trituran a fondo y se obtiene un jugo espeso de un tono rosado característico. Este líquido, que concentra toda la esencia marina del crustáceo, se cuela para retirar las impurezas y se reserva hasta el momento clave de la cocción. No se trata de añadirlo desde el inicio, sino de guardarlo para darle protagonismo justo al final del proceso. Esta técnica no requiere complicaciones ni ingredientes extraños, por lo que cualquiera puede aplicarla en casa. Además, es una forma de aprovechar al máximo el producto sin desperdiciar nada.
Cuando la paella está a punto de terminarse, se vierte este jugo rosado por encima del arroz, dejando que impregne la superficie y se funda con los granos sin necesidad de remover. Lo sorprendente es que el cerebro interpreta este sabor marino intenso como si fuera salado, aunque en realidad no lo es. Esa confusión sensorial es la que permite disfrutar de una paella cargada de sabor sin necesidad de recurrir a un exceso de sal. Así se evita la típica sensación de tener que beber vaso tras vaso de agua después de comer, porque el plato resulta equilibrado y fresco en boca.

El cerebro interpreta el sabor marino como si fuera salado
Este método no solo es eficaz, sino que además es natural, limpio y saludable, ya que aprovecha al máximo un ingrediente que muchas veces pasa desapercibido. En lugar de añadir potenciadores de sabor o recurrir a trucos artificiales, se saca partido de un recurso marino que realza el plato de manera espectacular. Incorporar este jugo de cabezas de gamba al final de la paella no solo es un gesto de técnica culinaria, sino también una muestra de respeto al producto y de ingenio en la cocina. Con este detalle, la próxima paella no solo será más deliciosa, sino que además conquistará a todos sin necesidad de llenar la mesa de botellas de agua.