Se han acabado las vacaciones de verano y, con la vuelta a la escuela, al trabajo y a la rutina, también llega un momento ideal para reanudar los hábitos que nos conectan con la naturaleza y con una vida más saludable. Septiembre es un mes de transición: dejamos atrás el calor intenso de agosto y nos introducimos en unas semanas más templadas, con más horas de fresco por la noche y mañanas más suaves. Este cambio de estación nos invita a recuperar la actividad en nuestro huerto y prepararnos para la cosecha de otoño y de invierno. Si en agosto todavía había muchos cultivos típicos del verano, en septiembre empieza a ser el momento perfecto para sembrar hortalizas que resistirán bien el frío y que nos darán alimentos sabrosos y nutritivos en los próximos meses.
Estos son los alimentos que tienes que plantar en septiembre
Durante este mes puedes empezar a plantar coles, bróculis, coliflores y repollo, todas ellas variedades que necesitan tiempo para crecer y que se adaptan bien a las temperaturas más bajas. También es momento de poner al suelo espinacas, escarolas y acelgas, verduras de hoja que crecen rápidamente y que nos proporcionarán hojas frescas y tiernas al cabo de pocas semanas. Si dispones de espacio, añade también zanahorias y nabos, que te permitirán disfrutar de una despensa natural a medida que el otoño avanza. Son cultivos de ciclo más lento, pero su cosecha se mantiene bien y es muy agradecida.

Además de las hortalizas clásicas, en septiembre todavía es una buena época para plantar hierbas aromáticas como el perejil, la rúcula o el cilantro, que aportarán frescor y sabor en tus platos. Estas plantas, que se pueden cultivar fácilmente en tiestos o jardineras, son ideales si no tienes mucho espacio o si vives en un piso: solo necesitan un riego moderado y unas horas de sol. Otra opción interesante son las remolachas y los rábanos, que germinan deprisa y nos ofrecen colores vivos y sabores intensos en la cocina.
Plantar en septiembre no es solo una cuestión de productividad, sino también de organización y planificación. Aprovechando que volvemos a la rutina, podemos establecer un pequeño calendario de cuidados del huerto que nos ayude a mantener el equilibrio entre el trabajo, la familia y el tiempo libre. Dedicar unas horas a la semana a sembrar, regar y observar los cultivos es una manera magnífica de desconectar y de volver a conectar con el ciclo natural de las estaciones. Al mismo tiempo, nos permite fomentar la paciencia y disfrutar del proceso de ver cómo lo que plantamos hoy se transforma en alimentos que alimentarán nuestro cuerpo en pocos meses.

No podemos olvidar que ser autosuficiente es un paso hacia un estilo de vida más responsable y sostenible. Cultivar y cultivar tus propios alimentos no solo te garantiza frescor y calidad, sino que también reduce el impacto ambiental y te da la satisfacción de comer aquello que tú mismo has hecho crecer. Y si por espacio o tiempo no es posible tener huerto, la mejor alternativa es dar apoyo a las tiendas locales, a los productores de proximidad y a los mercados del pueblo. Comprar es apostar por la economía de tu entorno y por alimentos frescos y de temporada, a la vez que contribuyes a preservar tradiciones y a mantener viva la comunidad agrícola.