Trabajar en hostelería es cada vez más complicado; hay que ofrecer un buen producto, una buena cocina, un buen servicio, en un sitio bonito, a un precio asequible, durante el máximo de días posible... y todo ello con un margen de beneficio que te permita ganarte la vida y tener tiempo para estar con los familiares. Parece lógico, pues, que algunos restauradores escojan los productos de quinta gama que les facilitan un poco el trabajo, ¿pero qué son estos productos y hasta qué punto tiene sentido utilizarlos?
El auge de la quinta gama
Los productos de quinta gama son aquellos que se venden a punto para consumir. Una ensalada de supermercado, una tortilla de patatas envasada o un tarro de hummus son solo algunos ejemplos de las decenas de productos de quinta gama que consumimos diariamente. Cuando son de supermercado seguramente no nos extraña, pero cuando hablamos de quinta gama en restaurantes, el tema ya chirría un poco más. Cada vez son más los establecimientos que sirven productos precocinados. La quinta gama en restauración consiste, básicamente, en comprar productos cocinados que solo hay que calentar y servir. Una práctica que ahorra trabajo y tiempo, pero que a menudo afecta a la calidad de los platos.
Los productos de quinta gama son controvertidos; ¿hasta qué punto está justificado que un restaurante sirva un producto que no ha cocinado?
Los productos del restaurante pueden ser de diferentes gamas:
- 1.ª gama: son los alimentos frescos que no se han sometido a ningún tratamiento.
- 2.ª gama: se trata de los productos en conserva.
- 3.ª gama: alimentos congelados, especialmente los frescos.
- 4.ª gama: son los productos que se comercializan a punto para ser cocinados, ya sea envasado al vacío, en bolsas, pelados, cortados...
- 5.ª gama: platos cocinados y tratados con todas las medidas higiénicas que solo se tienen que calentar (o no, si son fríos) y servir.

Cómo detectar quinta gama en los restaurantes
Los productos de quinta gama son controvertidos; ¿hasta qué punto está justificado que un restaurante sirva un producto que no ha cocinado? El alma de un restaurante, en teoría, tiene que ser su cocina. Los productos con que trabaja, la manera como los cocina y el servicio que da son lo que define el buen trabajo de un restaurador, de un cocinero o de un camarero. Pero también es cierto, como decíamos antes, que la quinta gama soluciona muchos problemas. Es por eso que a veces los restaurantes no dicen que tienen productos de quinta gama, o incluso los hacen pasar por productos cocinados en el local. Para evitar que te den gato por liebre, el Barcelona Culinary Hub da algunos consejos para saber detectar quinta gama en los restaurantes:
- Servicio demasiado rápido: un servicio eficiente es importante en un restaurante. Pero si el servicio es sospechosamente rápido, es posible que el plato que pidas sea precocinado.
- Carta extensa: saber cocinar es fácil; saber cocinar bien ya es más difícil; pero saberlo cocinar todo bien es casi imposible. Si en un restaurante ves una carta con decenas de platos que requieren una elaboración larga, es muy probable que la mayoría no sean caseros.
- Precios demasiado bajos: la relación calidad precio es importante, pero a veces hay precios demasiado uniformes que te tendrían que hacer saltar las alarmas.
- Uso excesivo de salsas: un recurso muy habitual para camuflar la mala calidad de la quinta gama es llenar de salsa una elaboración.
- Cocina escondida: cada vez son más los restaurantes con cocina abierta, una señal inequívoca de transparencia. Si cuesta ver cómo se cocina en un restaurante, puede ser indicio que se utiliza quinta gama.