Comer picante no es solo una cuestión de gusto: es una experiencia que involucra todo el cuerpo y afecta al cerebro más de lo que imaginamos. Cuando tomamos un bocado de un plato con chile, guindilla o cayena, lo primero que sentimos es ese ardor característico, que puede ir desde una leve calidez hasta una quemazón intensa. Pero lo que muchos desconocen es que ese efecto no tiene que ver con la temperatura real del alimento, sino con la capacidad de la capsaicina, el compuesto activo del picante, para activar los receptores del dolor que tenemos en la boca. El cerebro interpreta esa señal como si estuviéramos comiendo algo caliente de verdad, y ahí empieza una reacción en cadena que afecta desde nuestro sistema digestivo hasta nuestro estado de ánimo. Por eso, lo que parece solo un gusto culinario, es en realidad una reacción fisiológica mucho más compleja y fascinante.

Lo que ocurre en tu cuerpo con el picante

El primer impacto de la capsaicina es estimular las terminaciones nerviosas, que envían un mensaje al cerebro indicando que hay una "agresión". Como respuesta, el cuerpo libera endorfinas, sustancias químicas que nos hacen sentir bien y que se parecen a la morfina en su estructura. Esta es la razón por la que muchas personas sienten una especie de subidón cuando comen picante, como si fuera una pequeña dosis de euforia. Al mismo tiempo, el cuerpo libera adrenalina, aumentando el ritmo cardíaco, dilatando los bronquios y provocando incluso una leve sudoración. Es un proceso que se parece mucho al que vivimos durante el ejercicio físico intenso o en situaciones de estrés, pero en este caso es provocado por la comida.

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Consumir picante aumenta el ritmo cardíaco / Foto: Unsplash

Además, el picante acelera el metabolismo, algo que ha sido demostrado en numerosos estudios. La sensación de calor obliga al cuerpo a trabajar más para recuperar el equilibrio térmico, lo que lleva a un mayor consumo de energía. Esta propiedad ha hecho que algunos lo consideren un aliado en dietas de control de peso, aunque su efecto no es milagroso ni debe usarse como sustituto de hábitos saludables. Por otro lado, también se ha observado que el consumo de picante puede mejorar la digestión, ya que estimula la producción de jugos gástricos y favorece el tránsito intestinal.

Cuando consumimos picante, nuestro cuerpo libera endorfinas, que nos hacen sentir bien

A nivel cerebral, el picante tiene un efecto sorprendente: puede mejorar el estado de ánimo y aumentar la tolerancia al dolor, gracias a la liberación de esas endorfinas. Sin embargo, no todo es positivo. En personas con problemas gástricos, úlceras o síndrome de colon irritable, puede empeorar los síntomas. Por eso, como con casi todo, la clave está en el equilibrio. Un poco de picante puede transformar una comida… y también tu cuerpo. No es solo sabor, es química pura actuando desde el primer bocado.

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Las personas con colon irritable deben evitarlo / Foto: Unsplash

Este artículo ha sido elaborado con la ayuda de ChatGPT y supervisado por un periodista de Elnacional.cat.