Jaume Collboni Cuadrado (Barcelona, 1969) se convirtió en alcalde de Barcelona, el séptimo de la actual etapa democrática, hace un poco más de dos años, el 17 de junio de 2023, desbancando en el último suspiro al ganador de las elecciones municipales, Xavier Trias. Una vez superado el ecuador del mandato, Collboni se enfrenta al reto de seguir gobernando dos años más con una minoría de diez concejales, apoyada, eso sí, en un reciente pacto con Esquerra Republicana, y conseguir pactar unos presupuestos, los del 2026, por la vía ordinaria, hito no conseguido ni en 2024 ni en 2025, para así poder desarrollar con más garantías su programa de gobierno.
En todo caso, las políticas de vivienda se han convertido en un eje principal de la acción del gobierno municipal, de manera que Collboni admite, ante la congelación de las negociaciones con Junts para flexibilizar la reserva del 30% de vivienda a protección oficial, que su "deseo" es el de "garantizar el derecho de la gente a quedarse en Barcelona", una intención que incluye medidas como la anunciada no renovación de licencias para los 10.000 pisos turísticos existentes en Barcelona. "Me gustaría que el día que deje de ser alcalde, nuestra ciudad sea más habitable", afirma Collboni, que en todo caso, ya se ha propuesto como candidato del PSC para las elecciones de 2027.

Señor Collboni, ¿después de dos años de las elecciones municipales y pasado el ecuador, usted apuesta por acabar este mandato con una minoría de 10 concejales?
Yo apuesto por intentar hacer la ciudad lo más gobernable posible, con los acuerdos más amplios posibles. Desde el inicio de este mandato afirmé, y se ha ido viendo en el transcurso del tiempo, que la orientación de mi gobierno sería de políticas progresistas y de un alcalde progresista y que con esta guía podríamos encontrar un amplio consenso dentro del Ayuntamiento. Mi voluntad es acabar el mandato el año 27 de la misma manera. Es verdad que yo hubiera querido tener un gobierno más amplio de coalición, no ha sido posible, pero lo cierto es que con las prioridades que tenía la ciudadanía cuando empezamos este mandato, que era la limpieza, la seguridad, la vivienda, la protección climática de la ciudad, aunque efectivamente somos un gobierno que aritméticamente está en minoría en el plenario, ha conseguido resultados positivos con estas políticas en poco tiempo, lo cual demuestra que efectivamente es necesario buscar acuerdos, se tiene que trabajar para tener estos acuerdos, pero que a pesar de eso ha sido posible y es posible sacar adelante la acción del gobierno.
¿Por qué no se hizo en su momento o no se exploró lo suficiente un pacto sociovergente con Xavier Trias?
Porque no pudo ser. Reconozco que con el grupo de Junts hemos llegado a acuerdos durante este mandato. Yo nunca excluí explícitamente a Junts. Creo que es y representa un partido y un ámbito ideológico muy importante. Y yo constantemente apelo a la tradición de la cultura de gobierno que tiene un grupo como Junts que viene de la tradición de Convergència, para hacer estos acuerdos. Y, efectivamente, yo creo que en estos dos años hemos hecho acuerdos importantes por la ciudad en los cuales ha participado Junts y, básicamente Esquerra Republicana, que es con quien tenemos el acuerdo de gobernabilidad que está haciendo posible avanzar las políticas en la ciudad.
Con respecto a los acuerdos con Junts, uno que parecía muy claro era el de la flexibilización de la reserva del 30% para la construcción de vivienda pública. Si los dos partidos parecían estar de acuerdo en flexibilizar esta norma, ¿cómo es que al final no se ha podido alcanzar y cómo es que usted ya lo ha congelado hasta el próximo mandato?
La ciudadanía ha expresado muy claramente que la prioridad que tiene que tener un gobierno municipal y en general todos los gobiernos tanto en España como en Catalunya, es la vivienda. Mi objetivo y mi deseo como alcalde es garantizar el derecho de la gente a quedarse en la ciudad, a quedarse en su barrio, a quedarse en Barcelona. Y esto pasa fundamentalmente por dos cosas. Una, por que la vivienda sea asequible, para que haya vivienda pública, pero también para que se construya vivienda privada. Y en segundo lugar, que en Barcelona haya oportunidades económicas para que podamos trabajar en la ciudad y lo podamos hacer en sectores de valor añadido con buenos puestos de trabajo, bien pagados y estables. Dado que la prioridad es la vivienda, nosotros lo que estamos haciendo ahora es incrementar la producción de vivienda pública. En estos momentos tenemos reserva de suelo para construir 10.000 viviendas en Barcelona. Lo que se ha demostrado en los últimos seis años es que hay una medida bienintencionada que compartimos los grupos progresistas del Ayuntamiento y también Junts en su momento, que era, en la ciudad que ya está consolidada, de las nuevas promociones de vivienda privada, se dejara un 30% de reserva para la pública. El único inconveniente es que, hasta ahora, la norma obligaba a hacer este 30% dentro de cada edificio. Y eso ha paralizado la inversión de vivienda libre en Barcelona. Mi intención ha sido, durante todo este inicio de mandato, flexibilizar el 30%, de manera tal que no fuera obligatorio que este 30% estuviera dentro del mismo edificio y que pudiéramos acumular treintas por cientos para hacer edificios de promoción protegida también dentro de la ciudad construida, sobre todo en el Eixample, Gràcia y Ciutat Vella. Desafortunadamente, no ha sido posible hacer este acuerdo con el grupo con el cual mostró más predisposición junto con ERC, porque entendía que, salvando el objetivo del 30%, podíamos favorecer la producción de vivienda libre. Yo no quiero entrar a hacer un juicio de valor de porque Junts llega un momento que se levanta de la mesa y dice no quiero llegar a este acuerdo o no estoy de acuerdo con los contenidos. Yo lo que tengo que hacer como alcalde es decir que creo que es un error y no es un error para el gobierno municipal, es sobre todo un error para la ciudad, que en un momento de emergencia habitacional como el que tenemos ahora, un grupo o dos grupos se levanten de la mesa y digan que no quieren acordar esta política. Y por lo tanto la decisión que he tomado es que la propuesta la guardamos el cajón, y en el próximo mandato espero que haya un contexto político que favorezca un acuerdo que creo que es absolutamente razonable.
También hay una iniciativa del Govern, que es la construcción de 50.000 nuevas viviendas hasta el año 2030 con un presupuesto de 4.400 millones. Pero el Govern no tiene presupuestos. ¿De qué manera esto puede obstaculizar que saque adelante esta iniciativa porque Barcelona ya ha hecho aflorar suelo para construir vivienda? ¿Qué perspectiva tienen del resultado que puede dar esta propuesta?
Afirmo que el Govern actual, y también que con Pere Aragonès ya se produjo una inflexión en este sentido, ha tenido más predisposición a entender las necesidades que tienen los ciudadanos con respecto a la vivienda, a la construcción de centros de asistencia primaria, a la construcción de residencias para personas mayores, es decir, equipamientos que son competencia de la Generalitat, pero que el Ayuntamiento, con la característica que tiene Barcelona de participar de estas políticas a través de consorcios, tiene que facilitar las cosas. Nosotros en este periodo de dos años hemos desbloqueado la construcción de nuevos centros de asistencia primaria en Barcelona, que quiere decir que hemos dado suelo o hemos comprado edificios que hemos puesto a disposición de la Generalitat para que ponga en marcha la construcción de estos CAPs. El CAP del Raval Nord ya está en construcción, hemos comprado el edificio para el CAP de la Barceloneta y ampliaremos el CAP de la Sagrera. Con respecto a la vivienda la competencia es de la Generalitat. Lo que ha hecho el Ayuntamiento es ceder suelo. Hemos cedido unos once solares para promover vivienda por parte de la Generalitat y de hecho a partir de septiembre empezarán las licitaciones. Evidentemente que los presupuestos son fundamentales para que tire adelante una ciudad o un país. Le dice alguien que ha acordado presupuestos estando en la oposición, evidentemente con propuestas y con condicionantes que nosotros pensábamos que eran importantes para la ciudad.

¿La medida de eliminar los 10.000 pisos turísticos, servirá para agrandar el mercado inmobiliario y/o disminuir la masificación turística?
Barcelona tiene un problema muy importante de acceso a la vivienda, obvia, que está expulsando población sobre todo joven. Y está expulsando población de clase trabajadora, pero también de clase media. Esta es una de las novedades del fenómeno de la expulsión de población que está sucediendo en muchas ciudades europeas. Y Barcelona tiene un reto con respecto a limitar la masificación turística. Hay una medida óptima del turismo a partir de la cual los efectos contraproducentes de un exceso de concentración en el centro de la ciudad o del fenómeno de los pisos turísticos tienen más repercusiones negativas que positivas para la ciudad. Y nosotros, después de muchos años de teorizar sobre los límites del turismo, hemos sido un gobierno que ha adoptado dos decisiones muy importantes y bastante atrevidas. Una primera es decir que a partir de noviembre de 2028 en Barcelona no se dará ninguna licencia para hacer actividad turística en los pisos de la ciudad: eso quiere decir 10.000 viviendas que vuelven al mercado residencial, que vuelven a tener uso como vivienda. Diez mil viviendas es lo que tarda la ciudad de Barcelona en construir en diez años. Una década de construcción de vivienda de golpe con una decisión en uno de los factores que tiene un impacto más negativo, sobre todo por la concentración de pisos turísticos en comunidades de vecinos, con respecto a la convivencia de las comunidades y con respecto a la propia esencia de algunos barrios, sobre todo de Ciutat Vella y de partes del Eixample, que se han despersonalizado, que han perdido la esencia comunitaria, que han perdido vecinos estables y que han visto transformar, entre otras cosas, su paisaje comercial. Nosotros no queremos que los pisos que son para vivir tengan uso turístico en Barcelona. Y otra segunda medida, que hemos anunciado hace muy poco, es la de reducir las terminales de cruceros. Pasa lo mismo, el uso y el abuso que se ha hecho de los cruceros de escala, de menos de doce horas, ha tenido como consecuencia la ocupación del espacio público con un perjuicio obvio y con poco rendimiento económico para la ciudad. Y, por lo tanto, eso también lo limitaremos.
Sobre los presupuestos: en dos años de mandato el primer presupuesto lo pudo aprobar por la vía de la cuestión de confianza y el segundo presupuesto con prórroga presupuestaria. ¿Qué margen de maniobra tiene para los presupuestos de 2026?
El margen que nos da la necesidad de seguir construyendo vivienda protegida, y para eso necesitaremos presupuestos. La necesidad que tenemos de incrementar la inversión en protección climática de la ciudad. Nos hemos dado cuenta en el transcurso de estos dos años que todo aquello que teníamos previsto para proteger la ciudad del cambio climático: sombras, climatización, agua freática..., que son medidas que hemos ido desarrollando, estamos climatizando el 100% de las escuelas públicas de primaria en Barcelona gracias a la tasa turística, estamos poniendo sombras en parques infantiles, en zonas de estancia, en plazas. Estamos haciendo obras de canalización de agua freática para que cuando venga otra sequía tengamos agua para regar los parques y jardines. Es una política que tenemos que acelerar y, por lo tanto, necesitamos nuevos presupuestos e incrementarlos en protección climática. Esto es lo que necesita la ciudad. Cuando volvamos en septiembre, cuando empiece el curso político, abriremos conversaciones, preferentemente pensamos que estas medidas tienen que contar con más sintonía con el grupo de Esquerra Republicana, en primer lugar, y con el grupo de comunes, pero también con Junts, si hace falta. Y lo que haremos es abrir las conversaciones para aprobar los presupuestos de forma ordinaria, dialogada y acordada. Y este es mi primer objetivo. Si eso no es posible, lo tendremos que ver en su momento, pero efectivamente tenemos el recurso de la cuestión de confianza.
No minimizo el hecho de que un plenario me repruebe, que quiere decir dar un toque de atención o una tarjeta amarilla o roja, sobre un hecho o una política que ha desarrollado el gobierno"
Alcalde, usted ha sido reprobado cuatro veces por el plenario del Ayuntamiento y algunos de sus concejales también. ¿De qué manera impacta eso en el gobierno de la ciudad y como les afecta a ustedes en su gestión?
Tengo un gran respecto a la institución y a las formas democráticas. Por lo tanto, cuando la oposición reprueba un miembro del gobierno o reprueba al alcalde por una materia, nuestra obligación es escuchar porque se ha producido esta reprobación e ir al fondo de las cuestiones que han sido muy diversas. Por lo tanto, no minimizo el hecho que un plenario repruebe, que quiere decir dar un toque de atención o una tarjeta amarilla o roja, depende de cuál sea el caso, sobre un hecho o una política que ha desarrollado el gobierno. Pero efectos prácticos no tiene ninguno, es un toque de atención político y los alcaldes que me han precedido también lo han tenido. De hecho, todos los que hemos estado en minoría estamos, digamos, expuestos a que haya una medida de corrección como esta. Pero lo importante es que la inmensa mayoría de las cosas que llevamos a aprobación en un plenario o en las comisiones, el 90-95% de las iniciativas que llevamos, son aprobadas. Son aprobadas por los grupos de la oposición porque llevamos cosas que son buenas por la ciudad. En el funcionamiento ordinario del Ayuntamiento, la gran mayoría de las cosas se aprueban. A mí me gustaría que eso se hiciera extensivo también a los presupuestos que es la decisión más importante que tiene que tomar un Ayuntamiento. Pero de momento no ha sido posible excepto en el caso de ERC. Quiero recordar que el anterior presupuesto lo acordamos con ERC. Nuestra intención es que la propuesta de que traeremos en septiembre también sea ya elaborada conjuntamente con ERC y tener suficientes apoyos para hacerlo.

En el otro plato de la balanza encontramos que el Partido Socialista gobierna en Madrid, gobierna en Catalunya, gobierna en Barcelona, y además, con el añadido que Salvador Illa y el PSC son dos principales puntales del gobierno de Pedro Sánchez y de Pedro Sánchez como secretario general del PSOE. ¿Eso, cómo afecta a la ciudad? ¿Se beneficia, Barcelona?
Mucho. Tenemos inversiones históricas que estaban paradas que se han reactivado. Empezando por la Biblioteca del Estado, que hacía 25 años que estaba pendiente, y acabando por la reactivación del proyecto de la nueva estación de Sants. Podemos hablar de la Sagrera que dentro de unos meses ya se hace la cobertura total del cajón de las vías y podemos empezar la urbanización del nuevo barrio que se hará en torno a la estación. Hay grandes proyectos de transformación que sin tener alineados Estado, Generalitat y Ayuntamiento no habrían sido posibles. En el caso de la Generalitat, las inversiones son hospitales. No habría sido posible ampliar el Hospital del Mar sin tener un Govern que estuviera alineado con la ciudad. No habría sido posible desencallar el proyecto del nuevo Clínic. Un proyecto que dormía el sueño de los justos y en estos momentos ya hemos empezado a desencallar solares del entorno del Hospital Clínic para hacer un jardín de infancia, para hacer un centro de asistencia primaria, para mover un parque de bomberos. Eso se está notando muchísimo. En estos dos años lo que estamos viendo es que los precios de la vivienda de alquiler en Barcelona han detenido su escalada porque hay regulación. Y hay regulación porque hay una legislación del Estado y una legislación de la Generalitat que lo hace posible. Y cuando hace un año el precio medio de un alquiler en la ciudad era 1.200 euros, ahora ya estamos en 1.100. Cuando hoy decimos que los delitos vinculados a la multirreincidencia en Barcelona han bajado un 10% es porque ha habido coordinación entre el gobierno del Estado, gracias a que se han podido abrir nuevos juzgados de lo penal para multirreincidentes, y gracias a que la Generalitat ha reforzado la presencia policial de los Mossos en Barcelona, porque hemos hecho de la seguridad una de las prioridades de los dos gobiernos. Y eso da resultados en muy poco tiempo. Por lo tanto, la respuesta es rotundamente sí. Y no solo por que haya buen rollo o sintonía política, que también.
Con respecto a la seguridad, la Junta de Seguridad ofreció nuevos datos ambivalentes: menos robos pero más violencia...
Hemos podido prevenir más la violencia, se han detectado más armas blancas porque hemos hecho esfuerzos por detectarlas. Hemos doblado el número de palas que se pasan a las personas que van a conciertos o a concentraciones, porque se había normalizado llevar armas blancas. Hay cosas que no podemos normalizar y que dentro de casa las familias no pueden normalizar, como que tus hijos se vayan de fiesta o a un concierto con un arma blanca como si fuera una cosa normal. ¿Y qué hemos hecho? Actuar preventivamente. El plan Daga, que es lo que han desplegado Mossos d'Esquadra y Guàrdia Urbana, a la entrada de los conciertos o de las fiestas mayores, lo que ha hecho es detectar un incremento de arma blanca que las fuerzas de seguridad han requisado. Yo creo que en el ámbito de la seguridad estamos dando un giro. Barcelona puede decir hoy que ha mejorado los datos objetivos con respecto a la seguridad. Es verdad que en la percepción todavía no, y tenemos que hacer un esfuerzo también de pedagogía de explicar todas las medidas que estamos llevando a cabo. También hemos hecho una cosa que yo creo que es importante que es a hablar de la seguridad como una política pública prioritaria que sobre todo beneficia los barrios más vulnerables y los sectores sociales más vulnerables de la ciudad.
Lo primero que tenemos que pedir para el catalán es respeto. Forma parte de nuestra identidad y de nuestra forma de ser un pueblo, una nación, un país
Hace dos semanas se produjo un episodio de escarnio al catalán que ha afectado en el Ayuntamiento. Más allá de la respuesta y de la creación de una comisionada de la lengua, ¿cómo interpreta que se produzcan estas situaciones en Barcelona?
Os explicaré el caso de mi familia. Mis bisabuelos vinieron de Andalucía en los años 10-20, a l'Hospitalet. Mis abuelos ya nacieron en l'Hospitalet. Después de la Guerra Civil, por motivos económicos y políticos, porque eran militantes de la FAI, se marcharon a Argentina. Su lengua vehicular habitual era el castellano. Mi madre volvió a Barcelona en los años 60 y decidió aprender catalán. No solo eso, decidió que la lengua con la cual hablaría a sus hijos sería el catalán. Mi lengua materna es el catalán porque mi madre, que procedía de la inmigración, decidió que fuera así. ¿Y por qué lo hizo? Por respeto. Por respecto a la comunidad y al país que te acoge. Y eso es lo primero que tenemos que pedir para el catalán. Se tiene que respetar, se tiene que entender qué quiere decir para Catalunya el catalán, que forma parte de nuestra identidad y de nuestra forma de ser, de ser un pueblo, de ser una nación, de ser un país, y que esto es muy importante. Y, en segundo lugar, creo que tenemos que pronunciar un discurso constructivo con respecto al uso del catalán como elemento de cohesión de la sociedad. Esto es lo que hemos hecho decidiendo que hubiera por primera vez en la historia del Ayuntamiento de Barcelona una responsable de política lingüística, de fomento del uso social del catalán, pensando en la cohesión social y yendo a buscar los segmentos de la población, sobre todo la gente joven y un ámbito que son las redes sociales, donde sabemos que hay un decalaje más importante en estos momentos. A partir de aquí se infiere qué pienso, de algunas declaraciones y de algunas afirmaciones que creo que están fuera de lugar.
¿Qué imagen internacional cree que proyecta Barcelona? A menudo se ha vinculado la imagen de Barcelona desde la óptica del turismo, con incivismo, inseguridad... ¿Cree que eso se ha podido contrarrestar?
El ámbito del civismo es todavía ahora la gran asignatura pendiente de la ciudad. El 80% de la ciudadanía cree que tenemos un problema con el civismo y nos piden incremento de sanciones y más autoridad en el espacio público. Y, después, más pedagogía. Y eso es justamente lo que haremos con la nueva ordenanza de civismo, que básicamente lo que hace es incrementar las sanciones y estipular comportamientos que hace 20 años no se contemplaban. Desde el principio de este mandato pusimos como prioridad tener un espacio público compartido, limpio, seguro y de calidad para recuperar la propia autoconfianza de la ciudad y, también, su posición internacional. Con respecto a la seguridad, Barcelona tiene el mismo número de delitos que el año 2015 pero los ha reducido en términos proporcionales. ¿Por qué? Porque tenemos 175.000 habitantes más que hace 10 años, y tenemos el doble de visitantes. Hemos pasado de 7 a 15 millones de visitantes en 10 años. Y eso es una presión extraordinaria para los cuerpos de seguridad. Cuando nosotros estamos recaudando en estos momentos 100 millones de euros con la tasa turística, es porque una parte muy importante es para pagar los servicios que genera tener este nivel de presión que suponen a los visitantes.
La ampliación del aeropuerto no quiere decir automáticamente a más turistas, no es verdad. Quiere decir sobre todo conectividad directa para inversiones, empresas, profesionales, centros de investigación, universidades..."
Precisamente ahora que se ha acordado la ampliación del aeropuerto y que el Ayuntamiento de Barcelona se ha mostrado a favor, se reprocha que con la ampliación del aeropuerto habrá más turismo...
La ampliación del aeropuerto la defiendo fundamentalmente porque si queremos que el futuro de la economía del país y de Barcelona no pase por Madrid o no pase por Frankfurt, si queremos más conectividad transcontinental directa con América, Estados Unidos o Latinoamérica, y más conectividad directa con Asia, hay que ampliar el aeropuerto. Este es el objetivo. Eso no quiere decir automáticamente más turistas, no es verdad. Eso quiere decir sobre todo que inversiones, empresas, profesionales, centros de investigación, universidades... tienen conectividad directa, que es un factor competitivo fundamental. Estoy convencido de que con el paso del tiempo se verá como de importante ha sido esta decisión para el futuro económico del país y de Barcelona.
El alcalde de Barcelona es el alcalde de los alcaldes de Catalunya y la voz del municipalismo catalán. Y eso lo he ejercido"
¿No cree que Barcelona ha perdido la imagen de 'cap i casal' de Catalunya?
No lo creo. La voluntad de esta doble capitalidad que tiene Barcelona, la de ser capital de Catalunya y la de ser también capital de la región metropolitana, es un doble sombrero que tenemos, lo ejercemos con plena conciencia. De hecho, una parte de mi tiempo la he dedicado a visitar institucionalmente otros municipios, de fuera del área metropolitana, porque también considero que el alcalde de Barcelona es el alcalde de los alcaldes de Catalunya y que la voz del municipalismo catalán también la representa el alcalde de Barcelona. Y eso lo he ejercido con las asociaciones municipalistas pero también con mi presencia física. En algunos de estos ayuntamientos hacía 15, 20 años que no pasaba un alcalde de Barcelona. Estoy hablando de Vilanova, Granollers, Lleida, Cervera, o Sant Cugat. Creo que la presencia del alcalde de Barcelona con esta figura de ser el alcalde de los alcaldes es importante. Este papel, este rol institucional lo tiene que jugar la ciudad y lo hago con conciencia.

Este papel de liderazgo que busca la ciudad de Barcelona también la ha llevado a un pulso histórico con Madrid. ¿Madrid está consiguiendo ventaja en este carrera? Con la presidenta de la comunidad, Isabel Díaz Ayuso, que utiliza el dumping fiscal para impulsar su comunidad, ¿el Área Metropolitana podría ser la respuesta, el liderazgo de la gran Barcelona, para hacerle frente?
Para empezar, intento no compararme con Madrid sistemáticamente...
Pero es casi inevitable...
Evidente. Futbolísticamente sí, y salimos adelante lo bastante bien. Pero como ciudad nosotros tenemos nuestro modelo. La nuestra es una ciudad internacional, de escala humana, muy equilibrada, muy equitativa... Paseas por cualquier barrio de Barcelona y miras solo el suelo y no sabes si estás en Sarrià o en el Clot, por calidad urbana de servicios, conectividad en transporte público, equipamientos de todo tipo, culturales, deportivos, mercados. Esto no lo tiene ninguna otra ciudad de España. Y yo no me quiero parecer a otra ciudad. Creo en este modelo de ciudad. Los cónsules latinoamericanos me decían esta semana que Madrid atrae un tipo de actividad económica de inversión. Nosotros no queremos este tipo de actividad económica que es básicamente inversión inmobiliaria, en real state, con grandes millonarios que vienen a invertir y a comprar el centro de la ciudad. No lo queremos. Quien venga a invertir en Barcelona que sepa que aquello que queremos es hacer un distrito tecnológico como el del 22@, para que vengan industrias tecnológicas, para que venga AstraZeneca... Y queremos que vengan a Barcelona profesionales que sean artistas, de las industrias creativas, trabajadores autónomos, emprendedores o trabajadores del sector de la hostelería. Barcelona y la región metropolitana tienen que tomar conciencia que para ser relevantes a nivel internacional tenemos que tener más escala. Por eso yo defiendo la idea de la Barcelona de los 5 millones. Es muy importante no solo esta idea de la Barcelona del área metropolitana, sino de la región metropolitana. Y Madrid eso sí que lo tiene, porque la confusión que hay política y administrativa entre la ciudad y la comunidad es total. Y todas las políticas que son de escala, a nivel de planificación del transporte, de creación de nuevas zonas residenciales o económicas lo hacen mucho más rápido que nosotros. El reto está aquí. Ser relevante a nivel internacional quiere decir tener la escala adecuada para tener más oportunidades para la gente de la ciudad. Al final, de lo que estamos hablando es que la gente no se tenga que marchar de Barcelona, porque tiene una vivienda asequible o porque tiene oportunidades económicas. Para hacerlo posible, necesitamos ser mayores más relevantes, tener más escala, y eso es la Barcelona regional.
Hoy, en el padrón hay más personas nacidas fuera de Barcelona, por primera vez, 51%. Eso quiere decir que es una ciudad muy diversa y que hemos hecho de esta diversidad nuestra fuerza"
¿Cree que hay demasiada inmigración en Barcelona?
No
¿Qué impacto tiene la ciudad? Y hablamos también de los expatriados que no están integrados lo suficiente en la ciudad... ¿Qué impacto tiene todo ello?
Para empezar, tenemos que constatar una realidad. Hoy en Barcelona, en el padrón, hay más personas nacidas fuera de Barcelona que en Barcelona. Por primera vez a la historia, 51%. Europeos, latinoamericanos, del norte de África, o del resto del Estado o del resto de Catalunya. Eso quiere decir que ya es una ciudad muy diversa y que hemos hecho de esta diversidad nuestra fuerza. De esta mezcla cultural, idiomática, de procedencias, de gente que quiere prosperar, eso al final empuja a toda una ciudad y a todo un país. Y esta es la parte positiva de ser una ciudad internacional. La inmigración, aparte de que hay una cuestión básica de respeto a los derechos humanos, es necesaria para crecer económicamente, imprescindible para que paguen nuestras pensiones. Y tenemos otro fenómeno que es nuevo y que tenemos que empezar a interiorizar, los jóvenes que se incorporan a la ciudad, hay muchos de procedencia europea, llamados expatriados, que son también necesarios para que la economía de la ciudad funcione, para que haya futuro, por ejemplo en el sistema de pensiones. Una de las misiones de la Comisionada de Política Lingüística es como evitamos que se produzcan burbujas culturales, que haya comunidades, me es igual que sean del norte de África o del norte de Europa, que sean autorreferenciales, que no vivan la ciudad, de forma plena y formando parte de la comunidad, y que vivan la ciudad solo como si fuera un paisaje, un escenario. Tenemos que tener cuidado para que las cuestiones más de la identidad de la ciudad, entre las cuales está su lengua, pero también su comercio, nuestra forma de vida, nuestras fiestas mayores, nuestra cultura popular..., sean conocidas, respetadas y vividas.
Bajamos ahora a la calle para hablar de algunos proyectos concretos que ya se están llevando a cabo. El primero sería la repavimentación de la calle de Pi i Margall sumada a la inversión para arreglar, por ejemplo, los alcorques de la calle de Consell de Cent. Todo eso son obras que se hicieron en el anterior mandato en el cual ustedes formaban parte del gobierno. ¿Quién asume la responsabilidad?
Quién está gobernando cada caso. Nosotros tenemos que asumir la responsabilidad que si una obra no se ha acabado en condiciones o cómo es el caso de Pi i Margall, se han utilizado materiales que no eran adecuados para el uso que ha acabado teniendo, que era que pasaran autobuses y, además, en pendiente, que eso supone un desgaste de los materiales, pues sencillamente aquel material no era el adecuado. ¿Y qué tiene que hacer un gobierno responsable? Pues solucionarlo. Y en el caso de los ejes verdes, que es una obra que defendemos también ante los tribunales, pues hay acabados que eran francamente mejorables. ¿Qué tenemos que hacer? Acabarlos bien, ¿verdad? No quiero polemizar en cómo se tomaron algunas decisiones a veces muy precipitadas y a toda prisa con algunas reformas muy importantes la ciudad. Creo que tenemos que aprender de la lección, y aprender quiere decir que las cosas a veces se tienen que hacer más poco a poco para ir más lejos, sobre todo cuando son reformas tan importantes, ejes tan importantes y que no se tiene que ser tan dogmático en algunas cuestiones. Es obvio que el transporte público en algunos ejes pacificados tiene que seguir pasando. Nos ha pasado en la ronda Sant Antoni, porque el transporte de superficie es una necesidad de la ciudad y querer sacar completamente la movilidad de un eje pacificado no tiene sentido porque tienes vecinos que viven allí, tienes comercios que necesitan que haya movilidad de mercancías y porque, como es el caso de Pi i Margall, tienes autobuses. Y cuando piensas en esta reforma, tienes que tener presente que los materiales que se utilicen sean los adecuados, que es lo que estamos haciendo.
También en campaña electoral apostó por abrir interiores de manzana en el Eixample, han pasado dos años y no se ha abierto ninguno. ¿Cómo está esta situación?
Tiene razón. Es más complejo de lo que habíamos pensado, pero tenemos una quincena de detectados y que no se haya inaugurado todavía ninguno, que es cierto que no ha pasado, no quiere decir que no esté evolucionando toda la cuestión de expropiaciones, reparcelaciones, planeamiento. Es de una gran complejidad porque los interiores de manzana fueron víctimas de la especulación y de haber tergiversado el sentido inicial que tuvo Cerdà, que es lo que nosotros queremos recuperar, o lo que queremos seguir recuperando, que es que las zonas verdes estén dentro de los interiores de manzana, no solo del Eixample, porque tenemos manzanas tipo Cerdà por toda la ciudad. Eso requiere tiempo. Seguramente es una de las cosas por las cuales los gobiernos anteriores no lo hizo, porque no es una política que dé resultados inmediatos, porque tiene una cierta complejidad. Dicho esto, en etapa socialista se recuperaron 42 interiores de manzana en Barcelona. Y nuestra voluntad es volver a recuperar más interiores de manzana y no parar. Porque esta es una política que es como la vivienda, no puedes pararte, porque cuando paras la máquina, urbanísticamente es muy complejo volver a ponérlolo todo en marcha, y son procedimientos administrativos, urbanísticos, muy complejas antes de que tú lleves una máquina a limpiar un solar o plantar un jardín. Hay un trabajo previo, que es lo que estamos haciendo ahora, y yo espero que en el último trimestre del año que viene podamos dar novedades en qué estado está todo el proyecto, pero que no se haya visto ninguna inauguración no quiere decir que no estemos trabajando con este objetivo, que verá la luz los próximos meses y años.

En cuanto al Camp Nou, el Fútbol Club Barcelona va aplazando el anuncio del retorno a ese estadio. ¿Desde el Ayuntamiento de Barcelona, todo lo que hace permisos, etcétera, como está?
Lo que queremos es que al Barça le vaya bien. Yo creo que hemos tenido una muy buena colaboración con el club con respecto a buscar la alternativa del estadio. Estamos muy contentos de cómo ha funcionado. Y lo seguiremos haciendo. Lo que pasa es que nosotros tenemos que cumplir y hacer cumplir las normas, sea quien sea quien hace la reforma, tanto si es un bajo comercial como si es un estadio. Eso está tasado, tiene unos requisitos técnicos que se tienen que cumplir y que en este caso tienen que ver sobre todo con la seguridad y, por lo tanto, aquí haremos lo que digan los técnicos especialistas en cada momento sobre los permisos que se tienen que dar. Yo espero que vaya bien y que vaya lo más rápido posible, pero evidentemente tenemos que cumplir las normas.
Me veo con fuerza y con ánimos para continuar cuatro años más a partir del 27"
Usted ya ha anunciado su intención de presentarse como candidato a las elecciones del 2027. ¿En unas elecciones en las cuales ya no habrá Xavier Trias ni Ernest Maragall, ni quizás Ada Colau, se ve con capacidad para ganarlas?
Yo me siento muy afortunado ser alcalde de Barcelona. Es un trabajo que estoy haciendo con mucha ilusión, con muchas ganas, me apasiona la ciudad, he estado trabajando muchos años en el Ayuntamiento y en la ciudad y creo que la mejora en la ciudad es perceptible para muchos ciudadanos y muchas ciudadanas, y creo que es un trabajo que requiere más recorrido. Evidentemente todavía falta mucho. Yo tengo que decir que no estoy pensando en las elecciones, ya pensaré cuando llegue el momento. Creo que lo que los ciudadanos esperan de un gobernante es que gobierne, no que piense en las elecciones, que tome las decisiones que tiene que tomar. Algunas son más sencillas, otras son más complicadas de tomar, pero las tomamos siempre pensando en lo mejor para la ciudad y cuando llegue el momento en construir una candidatura y en explicar cuál es la propuesta a partir del 27, lo haremos. Pero, en fin, yo digo que me siento muy feliz y muy honrado de tener esta responsabilidad y me veo con fuerza y con ánimos para continuar cuatro años más a partir del 27. A partir de aquí ya veremos cómo se plantea la competición electoral.
¿El día que deje de ser alcalde, cómo querrá ser recordado?
Es una pregunta que siempre me hacéis y ya sé que tendría que decir algo trascendente, pero es que no me lo planteo. El trabajo de un alcalde es un trabajo siempre inacabado. De hecho, Pasqual Maragall tiene un libro de memoria que se llama Oda inacabada. Porque es un trabajo que es un continuo. A mí me gustaría que el día que deje de ser alcalde, nuestra ciudad sea más habitable. O sea, que la gente pueda comprarse un piso, pueda vivir en su barrio o en su ciudad. Que sus hijos e hijas puedan ir a una escuela de calidad, que tengan la atención sanitaria que necesitan, que tengan el mejor transporte público y más sostenible, que tengan el aire más limpio y que tengan oportunidades de desarrollar su profesión en la ciudad. De tener una ciudad que ha respetado el derecho a quedarse. Sí que tengo una gran conciencia de que tenemos que recuperar la visión a medio y largo plazo de la ciudad. Que tenemos que tener proyectos que trasciendan nuestro mandato. Que ahora estamos tomando decisiones desde la vivienda hasta la feria, hasta las estaciones de Sants o de la Sagrera, que, por decirlo lisa y llanamente, no necesariamente inauguraré yo como alcalde. Es igual, si hay un legado, será el legado de haberlo dejado todo preparado para que quien venga lo acabe o lo remate. Y eso es un hecho que creo que era muy importante, recuperar en la ciudad, tener una visión de futuro de hacia donde va la ciudad.
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