La ensaladilla rusa con marisco se ha convertido en uno de esos platos fríos que parecen pensados para aliviar el caos navideño, porque combina la comodidad, la frescura, la versatilidad y ese toque festivo que aportan los langostinos, el salmón o los palitos de surimi sin necesidad de complicarse demasiado en la cocina. Es un acierto para quienes quieren un entrante que pueda prepararse con antelación y que funcione igual de bien como canapé, como parte de un bufet frío o incluso como protagonista de un sándwich improvisado cuando llegan visitas inesperadas. Este tipo de ensaladilla, además, mantiene lo mejor de la versión tradicional, la suavidad de la patata, la untuosidad de la mayonesa y la frescura del vinagre, pero suma una dimensión claramente más navideña, más fresca y más lujosa, que la convierte en una opción perfecta para abrir cualquier comida festiva.
Ensaladilla rusa con marisco: el plato perfecto para Navidad
La esencia de esta receta está en respetar su base: patata cocida, huevo rallado, mayonesa abundante y un toque de vinagre que despierta todos los sabores. A partir de ahí, cada familia aporta sus costumbres, y es justamente ahí donde la ensaladilla rusa con marisco muestra su punto fuerte. Hay quien añade pimiento del piquillo, quien prefiere incluir alcachofas, quien no renuncia a un buen atún en conserva, o quien apuesta por una mezcla generosa de encurtidos como pepinillos, aceitunas rellenas o cebollitas crujientes. Esa libertad convierte este plato en una especie de lienzo comestible que admite prácticamente cualquier combinación capaz de equilibrar frescura, cremosidad y un toque salino.
En su versión marinera, los langostinos picados, los palitos de cangrejo y, si se quiere rizar el rizo, unas láminas finas de salmón ahumado, aportan un carácter más fresco, ligeramente yodado, que combina de maravilla con la suavidad del conjunto. Y si se buscan sabores más clásicos, se pueden sumar guisantes dulces, zanahorias baby, espárragos blancos o pequeños trocitos de pimiento asado, que aportan color y textura sin restar protagonismo al marisco. La clave, como siempre, está en mezclar con suavidad y dejar reposar la mezcla para que los sabores se integren, logrando esa textura intermedia entre lo cremoso y lo jugoso que tanto gusta.
Un punto fuerte de la ensaladilla es que se presta a presentaciones de todo tipo
Una ventaja incuestionable es que esta ensaladilla se presta a presentaciones muy vistosas sin exigir esfuerzo: volovanes rellenos para un aperitivo, moldes para un emplatado más elegante o incluso una bandeja decorada con langostinos enteros, aceitunas o pequeños hilos de salmón. Fría, equilibrada y absolutamente festiva, la ensaladilla rusa con marisco demuestra que a veces los platos más sencillos son los que mejor funcionan para recibir, compartir y disfrutar sin prisas durante la Navidad.
