En la cocina, a menudo pensamos que las cáscaras de gambas o langostinos no sirven para nada y van directas a la basura después de pelarlos. Sin embargo, el mundo gastronómico está lleno de sorpresas y técnicas que demuestran que lo que normalmente desechamos puede convertirse en un auténtico tesoro culinario. Un claro ejemplo lo encontramos en un vídeo de Instagram de la cuenta @ivandolero1005, donde se muestra cómo transformar estas cáscaras en un aderezo lleno de sabor que realza cualquier plato. Lejos de ser un simple truco de aprovechamiento, esta técnica se ha convertido en una manera creativa y sostenible de disfrutar de todo el potencial del marisco.

Aderezo para platos gustosos que no te esperas

El proceso es tan sencillo como sorprendente. Una vez peladas las gambas o langostinos, en lugar de tirar sus cáscaras, se colocan en una bandeja y se hornean durante una hora a 60 grados. Este paso es fundamental, porque elimina la humedad y potencia el aroma de forma natural. El siguiente movimiento consiste en triturarlas hasta obtener un polvo fino, que se convierte en un condimento con un marcado sabor a mar. De hecho, en el vídeo se sugiere que este polvo puede mezclarse con panko para rebozar, logrando así unas gambas todavía más sabrosas y crujientes.

Ideal para platos de mar / Foto: Unsplash
Ideal para platos de mar / Foto: Unsplash

Pero hay un paso más que eleva este invento a otra categoría: mezclar ese polvo con mantequilla a temperatura ambiente. El resultado es una mantequilla de cáscaras de gambas con un sabor intenso y profundo, capaz de transformar cualquier receta en un plato gourmet. Un simple arroz con marisco, por ejemplo, gana una capa extra de complejidad con una cucharadita de esta preparación. Y lo mejor es que no se limita únicamente a los arroces: se puede usar para untar en pan tostado, acompañar pescados a la plancha o incluso darle un giro inesperado a unas verduras salteadas.

El resultado es una mantequilla de cáscaras de gambas con un sabor intenso y profundo

Este tipo de elaboraciones no solo sorprenden por su sabor, sino también por lo que representan: una cocina más consciente, que aprovecha al máximo cada ingrediente. Convertir lo que antes se consideraba un desecho en un recurso gastronómico demuestra que la sostenibilidad y la creatividad van de la mano. Además, nos invita a replantearnos el valor de ciertos restos que, con un poco de imaginación, pueden convertirse en protagonistas de la mesa.


La mantequilla de cáscaras de gambas o langostinos es uno de esos trucos que merece la pena probar. No requiere ingredientes extraños ni técnicas complicadas, solo ganas de experimentar y de sacarle partido a todo lo que tenemos en la cocina. La próxima vez que prepares gambas, piensa dos veces antes de tirar las cáscaras: ahí se esconde un aderezo capaz de convertir un plato corriente en una auténtica delicia.