Tal día como hoy del año 475, hace 1.550 años, Flavio Orestes, magister militum (general en jefe de los ejércitos romanos), perpetraba un golpe de Estado: deponía al emperador Julio Nepote y situaba en el trono imperial a su hijo Rómulo, que en ese momento era un niño de 14 años. Rómulo, que fue sarcásticamente llamado “Augústulo” (pequeño augusto o pequeña majestad), sería el último emperador del Imperio romano de Occidente (la mitad oeste del antiguo imperio, dividido por Teodosio en el año 395). Rómulo Augústulo fue un emperador títere en manos de su padre, hasta que, diez meses más tarde, fue depuesto (4 de septiembre de 476) y no fue relevado por ningún otro emperador.

Rómulo Augústulo había nacido hacia el año 461 en la provincia romana de Panonia (el territorio que actualmente ocupan Croacia, Serbia y parte de Austria), en una familia romanizada (de etnia germánica y de cultura latina) y de profesión militar. El padre de Rómulo, Flavio Orestes, era un general romano muy prestigioso que había servido tanto en el ejército romano oriental como en el occidental. Durante su estancia en Constantinopla, acumuló un gran patrimonio, que utilizaría para ganar la condición de patricio de Roma y armar un ejército que depondría a Julio Nepote —quien, a su vez, había sido proclamado después de usurpar el poder a su antecesor Glicerio.

Posteriormente, Rómulo Augústulo fue depuesto por Odoacro, un general germánico (también originario de la provincia Panonia) que lideraba las tropas mercenarias germánicas al servicio de Roma. Odoacro reclamaba el cumplimiento de los pactos de establecimiento suscritos por los anteriores emperadores. Estos pactos contemplaban la concesión de tierras de cultivo y de pasto de la península Itálica a grupos familiares extensos de etnia germánica (ostrogodos) y, a cambio, estos asumían las funciones de defensa y de seguridad que secularmente habían ejercido las legiones (licenciadas por la crisis financiera del estado romano).

La negativa de Flavio Orestes a cumplir con estos pactos (que veía como una amenaza a su frágil posición de poder) provocaría la rebelión de Odoacro. Esta rebelión culminaría con la deposición de Rómulo, la ejecución de Flavio Orestes y la definitiva fragmentación del imperio occidental en los dominios medievales. Según la investigación historiográfica, Odoacro perdonó la vida al joven Rómulo, pero lo recluyó en un monasterio construido sobre la isla que posteriormente albergaría el Castillo del Huevo de Nápoles. Por otra parte, Odoacro se hizo proclamar rey de la provincia romana de Italia y materializó los pactos de establecimiento.