Septiembre de 2016. Barcelona, Palau Sant Jordi. Aquel día se hacía historia: por primera vez la península acogía un gran torneo internacional de eSports. El recinto se llenó con miles de personas venidas de todas partes para ver partidas de League of Legends, con figuras míticas como Faker o xPeke. Los jóvenes que no se reconocían en los ídolos del fútbol o el baloncesto encontraban aquí su espacio, sus héroes y un ambiente que no tenía nada que envidiar a ninguna final deportiva tradicional.
Nueve años más tarde, septiembre de 2025, el protagonismo se lo ha llevado Madrid. La Caja Mágica acogió durante tres días las finales de verano de la League of Legends European Championship (LEC), con entradas agotadas y un ambiente de festival. El recinto, habitual del tenis, se transformó para convertirse en un templo de los eSports. Y la afluencia lo confirma: el espectáculo engancha, atrae y mueve masas.
Dos catalanes disputando una “Eurocopa” ignorada
Entre los cuatro equipos finalistas había nombres propios que nos tocan de cerca. Alex “Myrwn” Pastor, de Badalona, jugaba con Movistar KOI, el equipo de Ibai Llanos y Gerard Piqué. Y al otro lado, con Fnatic, Óscar “Oscarinin” Muñoz, de El Vendrell. Dos catalanes luchando por un título europeo de e-sports ante más de 10.000 espectadores.
Y, sin embargo, casi nadie aquí habló de ello. El contraste es brutal: un éxito de audiencia y organización en Madrid, pero un silencio mediático en Cataluña. Si dos jugadores catalanes hubieran disputado una final de Champions o una semifinal de Eurocopa, el revuelo sería mayúsculo. Pero como es LoL y no fútbol, parece que no exista.
Un deporte que genera nuevos referentes
Para quienes aún lo miran con escepticismo, vale la pena recordar qué es exactamente el League of Legends: cinco jugadores por equipo, cinco roles definidos (toplaner, jungler, midlaner, botlaner y support) y un objetivo común: destruir la base rival. Una estrategia colectiva que puede durar 20 minutos o más de una hora, con giros constantes y un ritmo que mantiene al espectador enganchado a la pantalla.
Los jóvenes no solo ven un juego, ven comunidad, narrativa y espectáculo. Igual que antes se buscaba a Messi o Pau Gasol, ahora los referentes son Faker, Elyoya o Caps. Y esto explica por qué Twitch o YouTube congregan a cientos de miles de espectadores en jornadas de competición.
Una montaña en medio de la pista
Uno de los puntos más innovadores de la LEC Finals de Madrid fue la escenografía. Hasta ahora, en muchos eventos, las pantallas quedaban colgadas a decenas de metros, incómodas y poco atractivas. Esta vez, la colaboración de 3 empresas locales (LastLap, YYPLUSPLUS y Cabal Esports) especializadas en este tipo de eventos, dio como resultado un cambio concepto radical: levantar una “montaña” en el centro de la pista, donde se combinaban jugadores y pantallas a casi el mismo nivel.
El resultado fue espectacular. Los fans no solo seguían lo que pasaba en el juego, sino que también podían vivir la reacción de sus ídolos de cerca. “Los jugadores quedaban elevados física y simbólicamente, como si fueran rockstars encima del escenario. Y este detalle escénico, que puede parecer menor, es clave: convierte una simple competición en un show con narrativa, ritmo y emoción.” – me explican Óscar y César en una entrevista exclusiva previa a la gran final.
Nuevas oportunidades para marcas e instituciones
Los eventos presenciales de eSports son un caramelo para patrocinadores y organizadores. El impacto de tener decenas de miles de asistentes y millones de espectadores en línea no tiene precio. Y no solo se trata de dinero: se trata de posicionamiento, de conectar con una generación que vive en digital y que ya no consume televisión ni prensa como sus padres.
Por eso sorprende que Barcelona, que ya probó el éxito en 2016, haya dejado pasar casi una década sin luchar por ningún gran torneo. Mientras se hacen esfuerzos para retener público en deportes tradicionales con auditorías de audiencia a la baja, se desatiende un mercado emergente que tiene todas las condiciones para crecer aquí.
Barcelona, a contrapié
La conclusión es incómoda: si no se hace nada, seguiremos viendo cómo Madrid, París, Berlín o cualquier otra capital europea se reparten los grandes torneos y los ingresos que generan. El Palau Sant Jordi podría volver a ser escenario de una final de LoL, pero esto no pasará si instituciones y marcas locales continúan mirando hacia otro lado.
Los eSports no son futuro, son presente. Y el debate ya no es si vale la pena apostar por ellos, sino si queremos formar parte o dejar que pasen de largo.