Castellciutat (a las afueras de la Seu d'Urgell), 30 de septiembre del 993. Hace 1.028 años. Borrell, quinto conde de la estirpe Bellónida y conde independiente de Barcelona, Girona, Osona y Urgell; moría a los 65 años de edad. Borrell, que había sobrevivido al terrible y devastador ataque musulmán de Almanzor (985), pasaría a la historia como el primer magnate catalán que no renovó el vasallaje (la dependencia personal y territorial) con la monarquía francesa. Pero Borrell era algo más que todo eso. Cronológicamente situado en un punto central, sería un receptáculo y, al mismo tiempo, un transmisor de una ideología expansiva que remontaba a la centuria del 700; y que durante la centuria de 1100 culminaría con el dibujo definitivo del mapa de Catalunya.
Mapa del reino visigótico de Toledo (siglos VI en VIII). Font Wikiwand
El gran éxodo y la ideología del retorno
Con la invasión árabe (717-723) se produjo una rotura del hilo de la historia. Los magnates hispanovisigodos de la costa de las provincias Tarraconense y Narbonense y sus masas clientelares (mayorales, jornaleros y esclavos), iniciaron un largo éxodo al reino de los francos, que se traduciría en un mestizaje con la población del país de acogida, y que cambiaría para siempre la fisonomía de aquella sociedad. La física y la cultural. El resultado de aquel mestizaje se desarrolló en un marco mental y cultural notablemente diferente: abrazaron la ideología europeísta que el poder carolingio proyectaba sobre el conjunto de la sociedad, sin abandonar el viejo sueño del retorno a la casa y a la tierra de los abuelos y de los bisabuelos.
La herencia de Wifredo el Velloso
Este sueño ya es plenamente presente en las políticas de los primeros condes carolingios de la Marca de Gotia, los "condes dependientes", sobre todo aquellos que sondescendientes del eje éxodo-mestizaje-retorno: Bera, Bellón o Sunifredo, por citar tres ejemplos. Sin embargo, con la llegada de Wifredo el Velloso a los sitiales condales de Urgell y de Cerdanya (870); de Barcelona, de Girona y de Osona (878); y de Conflent (896); esta ideología del retorno adquiriría una fuerza y una dimensión extraordinarias. Wifredo no solo consiguió convertir sus cargos en hereditarios (que equivalía a decir que, por primera vez, una estirpe indígena se aseguraba el gobierno del país); sino que proclamó que la ideología del retorno sería el nervio de su política y de la de sus descendientes.
Mapa de la Marca de Gotia en tiempos de Wifredo el Velloso (siglo IX). Fuente: Universidad de Barcelona
¿Hacia dónde?
A partir de Wifredo, las políticas matrimoniales de los Bellónidas estarían claramente orientadas a situar ramas menores de su estirpe en los diferentes sitiales condales de la Marca de Gotia. Desde Nimes a Barcelona. Y desde Narbona a la Seu d'Urgell. De tal forma que, en la época de Borrell, a finales del siglo X, los Bellónidas eran la estirpe dominante en la Marca carolingia de Gotia. La posterior independencia de los condados de la mitad sur (la futura Catalunya); no impediría que Borrell y sus descendientes siempre miraran al norte: el sueño de reunificar la Marca de Gotia (que había quedado dividida entre Francia y Barcelona) y elevarla a la categoría de dominio independiente. El estado proto catalán-gótico, culminación de la ideología del retorno.
¿Hacia dónde más?
La Marca carolingia de Gotia —la que habían trazado los reyes carolingios Carlos Martell, Pipino el Breve, Berta del Pie Grande y Carlomagno— había sido proyectada sobre los territorios de las antiguas provincias romanas y visigóticas de la Narbonense (o Septimania) y de la Tarraconense (o Iberia). Que en el siglo VII ya eran las provincias menos hispánicas del reino visigótico de Toledo, como lo demuestra la rebelión liderada por Flavius Paulus (672) que ambicionaba la creación de un estado protocatalán que llamaron "reino de los visigodos de septentrión". Pasados tres siglos, la memoria de aquel primer intento no había desaparecido. Y al proyecto de reunir los condados de la mitad norte de la Gotia, se sumó el de desplazar la frontera sur a los límites meridionales de la Tarraconense (la desembocadura del Túria).
Mapa del Conventus Tarraconense (siglos I en VIII). Fuente Universidad de Berlin
El Conventus Tarraconense
Cuando menos, restaurar el dominio sobre el antiguo Conventus Tarraconense, una de las tres subdivisiones de la Provincia romana y visigótica Tarraconense. Y en este punto es donde revela otra de las causas que explican el dibujo del mapa de Catalunya. El Conventus Tarraconense había sido trazado casi mil años antes por los geógrafos y por los agrimensores del Estado romano (siglo I); y era el encuadre dentro de un distrito administrativo y judicial de una parte de los pueblos nordibéricos peninsulares. La otra parte había quedado encuadrada en el Conventus Caesaragustano que anticipaba el mapa de Aragón. En este punto, algunos historiadores afirman que la unión dinástica entre Barcelona y Aragón —que se produciría casi dos siglos después de Borrell (1150)—, encajaba, en buena parte, con la ideología expansiva de los Bellónidas.