Ivan Massagué se hizo famoso con la serie española 7 vidas, pero desde entonces ha llovido mucho. Quizás lo recordáis del Cor de la ciutat, también mucho tiempo atrás. Con veinticinco años de carrera como actor profesional, hace nueve que creó el Festival de Cine in-FCTA, el Festival de Cine de la Terra Alta. Tenía las ganas y los contactos para hacerlo. Hemos hablado con él para que nos explique el proyecto. El in-FCTA se celebra en Bot la primera semana de agosto y se acaba el próximo sábado.

Festival in-FCTA 2024.

¿Cómo salió la idea de este festival de cortometrajes a la Terra Alta?

El in-FCTA nace en el 2017. Llegué a Bot por casualidad, a través del amigo de un amigo. Vi que hacían cine al fresco con un proyector y una sábana. Había un cinero, el proyeccionista Josep Mulet, y justamente aquel día proyectaba Cinema Paradiso de Giuseppe Tornatore. Mulet está jubilado, pero en su casa hace seis generaciones que son "cineros". Él me dice que antes pasaban tres películas al día, pero claro está, ahora todo el mundo tiene tele. Le decimos 'lo cinero' –todos tenemos un mote, aquí–, y él fue la chispa que encendió el In-FCTA. Vine a Bot y me enamoré, y busqué una masía pequeña para poder pasármele una parte del tiempo. Todo el mundo que viene aquí se enamora.

En esta novena edición de este año la novedad es que también hacemos pitching, hemos abierto la sección industrial del festival: hemos convencido productores para que vengan de oyentes a presentaciones de proyecto

¿Cómo ha evolucionado, el in-FCTA, a lo largo de estos nueve años?

El primer año, mi socia Úrsula Agut y yo abrimos convocatoria y recibimos 11 cortos. Este año hemos recibido 300. Hemos ido creciendo, encontrando colaboraciones. Al principio suplicábamos que nos enviaran cortos, ahora los mismos creadores nos llaman para presentar su corto en el in-FCTA. Damos un premio al mejor cortometraje, y quien lo gana se lleva 2.500 euros. Tenemos caras visibles al jurado, y este un poco es el anzuelo para que venga la gente. Hemos invitado a gente como Willy Toledo, Carlos Cuevas, y este año habrá Sergi López –no me costó nada convencerlo para que viniera– y Sílvia Abascal. También harán de jurado Catalina Sopolana y Tomás del Estal, búscalo y sabrás quién es, el eterno secundario. Pero el in-FCTA no va de glamur, es familiar.

¿Qué lengua habla el in-FCTA y qué relación tiene con el vino?

Proyectamos cortos en catalán, en castellano, y también algunos internacionales. Nos viene una directora de uno corto internacional de Puerto Rico establecida en Nueva York. Cada día, después de la ponencia de la mañana, vamos a la bodega. Esta es tierra de vino, es la Toscana catalana.

En esta novena edición el lema es 'El que no muere no se puede enterrar'. Va mucho de flores, que son frágiles como la cultura, es importante que no las pisen. Me gusta mucho México y el lema me recordaba el día de los muertos, el 31 de octubre. Enterrar para renacer

La edición de este año empezó el 3 de agosto y durará hasta el día 9. ¿Cómo irá?

Son 7 días de festival y 13 horas de cortometrajes. El festival es itinerante por todo el pueblo de Bot, de entrada proyectamos en la plaza del pueblo y hacemos un maridaje con vino de Sant Josep Vins. También viene el chef del restaurante L'Antic Molí, que tiene una estrella Michelin y trabaja con productos de la marca Hecho en la Terra Alta. Oscurece a las 10, y entonces empieza la gala, un concierto y después la proyección de cortometrajes. Empezamos siempre con un cortometraje que escribo y dirijo cada año y que marca el tono y la temática. En esta novena edición el lema es "El que no muere no se puede enterrar". Va mucho de flores, que son frágiles como la cultura, es importante que no las pisen. Me gusta mucho México y el lema me recordaba el Día de los Muertos, el 31 de octubre: flores, muertos, velas. Enterrar para renacer. Sonará mucha cumbia y electrocúmbia, y habrá mezcal. En la gala de apertura tocarán siete músicos de cumbia, la banda Revolución Guachaposa. A la clausura del festival del día 9 de agosto también haremos un guiño en México.

¿Cuál era, el lema del año pasado?

El año pasado no había lema. Presenté un cortometraje con una pareja de niños que se conocían y ella lo lleva al in-FCTA; después se hacen mayores y aparecen dos cabezas de gato de origamis. Es Lozato, la mascota del festival desde la cuarta edición.

Lozato, la mascota del in-FCTA

Cada año presentas un cortometraje. ¿Tienes el gusano de convertirte en director de cine?

Después de veinticinco años de profesión empiezo a tener el gusanillo. ¿Vocación? No sé si la tengo, pero me gusta mucho, y tengo los conocimientos concretos para hacerlo. Con el in-FCTA decidimos presentar cortometrajes en parte pensando en el público. Hacemos dos horas de cine cada día de los 7 días que dura el festival. Una película entera quizás no gusta a todo el mundo, pero con los cortos, si no te gusta uno, el siguiente ya te gustará más. El in-FCTA empezó con cortos no profesionales, que es la base. Empecé a hacerlos con la gente de Bot, que tiene menos de 600 habitantes. ¡Hace nueve años que salen en mis cortometrajes, y no son actores profesionales, pero lo hacen muy bien!

Este año la novedad es que también hacemos pitching, hemos abierto la sección industrial del festival: hemos convencido productores para que vengan de oyentes a presentaciones de proyectos

¿Qué estás haciendo, ahora, al margen del in-FCTA?

Como actor tener trabajo es raro, a la profesión hacemos mucha broma con eso, pero estoy en un momento dulce. Llevo cuatro años buenísimos, este año lo tenía lleno de enero a diciembre. Ahora estoy rodando la serie El inmortal de Movistar en Madrid, pero ya me reservé estos días: el in-FCTA es sagrado.

Organizar un festival de cine de siete días cada agosto, y además tener que hacer uno corto cada año, y encontrar a un jurado. ¿No es mucho trabajo extra?

Es mucho trabajo, pero afortunadamente somos un buen equipo, y mi socia Úrsula Agut es una bestia parda.

¿Cuánto dura uno corto?

Un cortometraje no puede durar más de veinte minutos, está en las bases del festival. Cada festival que selecciona uno corto es un laurel, y en este sentido que seleccionen un corto tuyo en un festival siempre está bien. Todavía no hay ningún archivo o plataforma donde se puedan consultar todos los cortometrajes que hemos presentado, pero son cortos que han pasado por otros festivales. En esta novena edición de este año la novedad es que también hacemos pitching, hemos abierto la sección industrial del festival: hemos convencido productores para que vengan de oyentes a presentaciones de proyectos. Cada mañana dedicaremos unos minutos para la gente que tiene una idea de cortometraje y que todavía no ha encontrado financiación. Así, el festival in-FCTA pasa de ser un expositor a ser también un impulsador de la industria del cine.

Cine y vino en el in-FCTA

¿Dónde se hospedan, los espectadores que vienen hasta Bot?

El pueblo es muy pequeño, pero van saliendo camas por todas partes, también en los pueblos de los alrededores: en Horta de Sant Joan, y en Gandesa. Lo acabamos encajando, pero si el festival crece más quizás llegará un día que ya no podremos encajarlo. El año pasado por aquí pasaron 3.500 personas durante siete días, el crecimiento es exponencial. Este fin de semana pasado todo estaba reservado. Es siete días de fiesta y de cultura, y la gente del pueblo se está acostumbrando. Cuando se acercan y nos lo agradecen es muy bonito. Una vez incluso me dijeron en broma que podría ser el alcalde del pueblo. Partimos de la idea de descentralizar la cultura, de llevarla más allá de las grandes ciudades, aunque en verano se hacen muchas cosas, a las Terres de l'Ebre. ¡Se hace el buey embolado, por ejemplo (de plástico, eh!).

¿Cuál es el cine que más te interesa?

Me gusta mucho el fantástico, el terror. Miedo tenemos todos, y en este sentido una película de miedo es más realista que una que lo quiera ser. También me gustaría hacer una road movie. Vamos a un sitio, no sabemos qué nos encontraremos, y durante el viaje pasan cosas. Siempre pasan cosas, porque el movimiento es vida. Se puede hacer una road movie de terror, también. El cine es juego y es ficción.

El año pasado por aquí pasaron 3.500 personas durante siete días, el crecimiento es exponencial

¿Qué obstáculos habéis tenido que saltar, para hacer el in-FCTA posible?

Me encontré todas las trabas y ninguna al mismo tiempo, porque la gente del pueblo estaba muy a favor. Sitges puede abarcarlo todo, del Festival de Cine de Sitges. Aquí no hay el mismo presupuesto, quien participa son las pequeñas empresas. Úrsula es muy buena y tiene la afición de buscar subvenciones. En Terra Alta hay más de doce festivales, no nos tendríamos que pelear. El Eufònic hace muchos años que existe, y la Mostra FRENTE, que también es de cine. Hay oferta, pero cuesta mantenerla, porque a veces los ayuntamientos retroceden. En Bot no hay auditorio, por ejemplo, y un año, en una de las nueve ediciones que hemos hecho hasta ahora, se puso a llover. Y no, cuando llueve no hay plan B, porque no tenemos ningún recinto alternativo donde proyectar los cortos. Está el cine, pero no sé si cabríamos todos. El miércoles 6 de agosto haremos proyecciones en el cine, y domingo también, en honor en el cinero Josep Mulet.

Festival in-FCTA.

¿Estáis abiertos a propuestas?

Y tanto. Si alguien viene con propuestas estaremos encantados de oírlas. Hay escuelas que nos proponen hacer cortos. También estamos dispuestos a ampliar la oferta, que los cortos se puedan ver en más pueblos de los alrededores, de manera simultánea. No acabó de funcionar, pero más adelante quizás sí. Quién sabe.