Personas que rondaban dentro del Ayuntamiento relatan cómo se podían escuchar los gritos que salían del despacho del alcalde Josep Fèlix Ballesteros. Era el miércoles por la mañana, sexta jornada de los Juegos Mediterráneos. El día empezaba con un atleta detenido por una presunta agresión sexual y con el hundimiento de la pista de baloncesto 3x3 del Camp de Mart, a pocos minutos a pie del consistorio. Otro despertar repleto de titulares negativos.

No se sabe a quién iban dirigidos los gritos del alcalde Ballesteros. Uno de los posibles candidatos es Javier Villamayor, tercer teniente de alcalde y consejero comisionado de los Juegos, el máximo responsable político. Aquella misma tarde ofreció una rueda de prensa de balance en la Anilla Mediterránea. Allí explicó que todo iba perfectamente y que toda la serie de incidentes que se han ido produciendo día tras día eran "anécdotas" que los medios de comunicación destacaban en una supuesta campaña contra Tarragona 2018.

La realidad es que ha pasado todo lo que podía pasar y más. En el terreno meramente deportivo, se han tenido que aplazar competiciones porque el terreno de juego se desmontaba, árbitros han hecho huelga porque no cobraban, se han tenido que regalar entradas porque las gradas estaban vacías o la ganadora ha tenido que poner las medallas a sus rivales porque no había nadie más para ponerlas. Pero también ha habido problemas ajenos a las competiciones, como el atropello de un niño de cinco años por parte de un conductor de los Juegos que triplicaba la tasa de alcoholemia o la presunta agresión sexual por parte de un atleta.

La ley de Murphy, según la cual si algo puede salir mal saldrá mal, se ha quedado corta en el caso de Tarragona 2018. Pero la cadena de despropósitos empezó mucho antes de estos diez días de junio, cuando de forma inédita se decidió aplazarlos un año. Los motivos eran económicos: no se llegó con las instalaciones listas. Nunca antes se había pospuesto la celebración de un acontecimiento deportivo internacional de esta envergadura, todavía menos unos Juegos Mediterráneos.

El fiasco de los Juegos Mediterráneos se explica por un cóctel formado de varios ingredientes, como deslealtades institucionales, falta de recursos privados y desbarajuste de dinero público. Todo ha desembocado en una carrera de obstáculos que no se ha podido tapar.

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Foto: EFE

El pecado original

Maria Antònia (71) vino expresamente desde Barcelona para ver los partidos de baloncesto 3x3 el miércoles. Recuerda que cuando ella jugaba era a 21 puntos, y que eso no lo había visto. Tuvo que volver al día siguiente. "Espero que hoy no caigan las gradas", dice con ironía antes de entrar en las instalaciones. "Me sabe mal que sólo se vean los errores", lamenta. Hace una comparación odiosa: "Viví los Juegos de Barcelona 92, y no hay ni punto de comparación".

El auditorio del Camp de Mart fue cerrado el año pasado "porque no cumplía la normativa". No obstante, ha sido reabierto sin haber realizado las obras previstas. De hecho, como muchas instalaciones, ha llegado a los Juegos al límite, en el tiempo de descuento, sin ni siquiera haber hecho las pruebas previas previstas. De ahí incidentes como el hundimiento de la pista de baloncesto 3x3.

En el caso de la piscina olímpica, no dio tiempo a cubrirla, como estaba previsto. Fue inaugurada el pasado 19 de julio, menos de una semana antes del inicio de los Juegos. Ha sido una de las instalaciones más polémicas, como también lo ha sido el Palau d'Esports. En este caso, tuvo que hacerse de nuevo el concurso público, después de que dos empresas adjudicatarias renunciaran porque calificaban el encargo "inviable" tanto por los plazos como por las condiciones.

La historia del fiasco de los Juegos Mediterráneos se explica por un cóctel formado de varios ingredientes, como deslealtades institucionales, falta de recursos privados y desbarajuste de dinero público.

Fueron adjudicados en 2011. Cuando se supo que los Juegos Mediterráneos se harían en Tarragona, en plena crisis económica, el Estado ya advirtió que no había dinero. No obstante, sin contar con la lealtad institucional del gobierno español, el gobierno municipal decidió tirar adelante de todos modos. Hasta el último minuto, el comité organizador ha tenido que buscar la financiación restante bajo las piedras. El pasado 4 de junio fue confirmada una subvención de dos millones de euros de fondos de la Unión Europea. 

Es difícil cuantificar el coste económico, pero se habla de una cifra en torno a los 90 millones de euros. "La opacidad ha sido máxima, y tardaremos en saber cuánto ha subido la factura", asegura el periodista local Rafa Marrasé. Hasta ahora, la Generalitat ha sido la administración que ha aportado más dinero, y el Estado la que menos. Los patrocinadores privados tampoco han puesto el dinero que se esperaba. Desde Tarragona 2018 se ha hecho gala de la austeridad de los juegos, pero eso también ha tenido sus consecuencias a nivel organizativo.

El comité organizador ha estado integrado por sólo 35 personas. Eso contrasta con el precedente anterior al Estado español, el de Almería 2005, que contaba con medio millar de personas en la estructura organizativa, sin contar a los voluntarios. En Almería, el consejero delegado de los Juegos fue el valenciano Vicente Añó, profesor universitario de gestión deportiva y máximo responsable ejecutivo de los Mundiales de Atletismo de Sevilla en 1999. En Tarragona, el tercer teniente de alcalde.

El concurso del Palau d'Esports tuvo que repetir el concurso público después de que dos empresas adjudicatarias renunciaran porque calificaban el encargo "inviable" tanto por los plazos como por las condiciones.

ERC y la CUP han sido los grupos municipales más críticos con el desarrollo del proyecto, los que más lo han fiscalizado. El portavoz republicano Pau Ricomà denuncia una "falta absoluta de rigor" por parte del gobierno de Ballesteros, a quien acusa de tirarlo adelante "de forma muy irresponsable".

Por su parte, la concejala cupera Laia Estrada lamenta que fue una "temeridad" seguir adelante, y critica que se han antepuesto los "intereses de partido" a los de la ciudad. "Renunciar habría implicado asumir una derrota, y han preferido proyectar la ciudad haciendo el ridículo", afirma. Recuerda que, al lado del Palau d'Esports, al que se han destinado 18 millones de euros, hay una escuela en barracones.

La mayoría de grupos municipales ha preferido mantener el silencio hasta que pasen los Juegos y sea la hora de exigir responsabilidades.

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Foto: Tarragona 2018

Rescate del Estado con bandera

La Casa de Aragón, a pocos pasos del Palau Firal de Tarragona, es una especie de sala polivalente. Gran parte del día está cerrada. Abre los miércoles por la tarde, por ejemplo, y se dan clases dirigidas de salsa. Y los viernes por la tarde la sala es alquilada a Sociedad Civil Catalana, donde celebra reuniones. Esta casa regional, según publicó el portal local Porta Enrere, fue donde se habrían distribuido masivamente entradas para la ceremonia de inauguración a miembros de entidades españolistas como la misma SCC, Plataforma por Tabarnia o el partido ultra VOX. El Nou Estadi destacó por la sobrerrepresentación unionista, los vivas al rey Felipe VI y la pitada al president Quim Torra.

En el centro de la misma polémica, bajo sospecha, está el consejero delegado de los Juegos, Javier Villamayor, sobrino de Salvador Caamaño, presidente de SCC en la demarcación de Tarragona. Caamaño también es funcionario del Ayuntamiento, donde es prácticamente el secretario personal de Villamayor. El consistorio disponía de invitaciones que repartió entre sus empleados. Pero la del Nou Estadi no fue la única exhibición de españolismo de Tarragona 2018.

Desde el pasado diciembre, la exaltación nacionalista española ha formado parte de la vida de Tarragona, que se ha concretado sobre todo a través de la presencia del Ejército español. En el marco de los Juegos Mediterráneos, ha habido exhibiciones aéreas de la Patrulla Águila, paracaidistas con la bandera española en la ceremonia de inauguración o la llegada este viernes del portaaviones Juan Carlos I, el fuselaje insignia de la Armada española.

Todos estos actos de exhibición del Ejército español forman parte del "programa cultural" de los Juegos Mediterráneos, elaborado por el gobierno municipal. Concretamente, lo ha acabado de diseñar la concejala de Deportes, Elisa Vedrina, del PP. El PSC gobierna la capital tarraconense en coalición con los populares.

Desde el pasado diciembre, la exaltación nacionalista española ha formado parte de la vida de Tarragona, que se ha concretado sobre todo a través de la presencia del Ejército.

En contraste con la pretendida españolización, en línea contraria con una sociedad más plural y compleja, también se ha denunciado una voluntad de descatalanización. Uno de los ejemplos más paradigmáticos es la ausencia de muestras de folclore catalán en la ceremonia de inauguración. En las cláusulas técnicas para escoger la empresa que se encargara de la gala, se estipulaba que debía haber "castellers, uno de los elementos culturales más potentes del territorio." Incluso las colles recibieron una subvención extraordinaria de la Diputación. Nadie vio finalmente castells.

Por una parte, se atribuye al hecho de que las colles nunca han visto con buenos ojos el proyecto de los Juegos Mediterráneos. Por la otra, un cierto miedo del comité organizador y del Ayuntamiento por el control sobre los castellers, que no pudieran aparecer por ejemplo con una estelada ante Felipe VI.

El involucramiento de la administración española coincide con los momentos de más enfrentamiento institucional por el proceso. "Cuando el Estado decide poner dinero, las contrapartidas fueron en un determinado contexto político", asegura el periodista Rafa Marrasé, que añade: "Si la deriva independentista no hubiera sido la que ha sido, el Estado no habría visto una oportunidad para demostrar su control sobre una ciudad como Tarragona". Desde la oposición también se critica que el Estado ha utilizado los Juegos "para hacer una muestra de españolismo y militarismo en Catalunya".

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Foto: ACN

Los tarraconenses no se los han hecho suyos

En Tarragona no se respira un ambiente de Juegos. Si no fuera por las banderitas de los autobuses públicos, por las banderolas que llenan las farolas de la ciudad desde hace un par de semanas o por las camisetas azules inconfundibles de los voluntarios de vez en cuando, no se nota mucho la diferencia. Hay una realidad bien palpable: por un motivo o por otro, los tarraconenses no han acabado de hacer suyos los Juegos Mediterráneos.

"¿Juegos? ¿Qué juegos?", se pregunta el camarero de un bar de la Rambla Nova de Tarragona. Prefiere no identificarse porque "este ayuntamiento es como una mafia" y prefiere evitar "problemas". Lamenta que "no se ha notado nada" la celebración del acontecimiento deportivo, y que casi todo se hace fuera de la ciudad. "Tengo la sensación que desde el minuto cero no se lo creyeron, y después, cuando se ha ido avanzando, se ha añadido más leña al fuego".

Esta sensación es generalizada entre los hosteleros y tenderos del centro de Tarragona. El supuesto retorno económico que les prometieron sus gobernantes no lo han visto por ningún lado. Por el contrario, han visto con recelo cómo estos supuestos beneficios han ido a parar a otras sedes, como Salou. "Se está notando cero", insisten.

En Tarragona no se respira un ambiente de Juegos. También hay cierta sensación que se han dado de espaldas a los ciudadanos.

También hay cierta sensación que los Juegos se han dado de espaldas a los ciudadanos. A pesar del toque de alerta que supusieron las elecciones de 2005, donde las listas críticas obtuvieron la mayoría en votos (54,5%), nada cambió para el gobierno municipal. En aquel momento, la CUP y ERC presentaron una propuesta para organizar una consulta ciudadana sobre si se tenían que celebrar. No prosperó. Durante el debate algunas de estas formaciones cambiaron el posicionamiento que habían defendido en campaña electoral.

Las imágenes de gradas vacías en las competiciones han sido sintomáticas. La organización se ha visto obligada a regalar entradas para los diferentes deportes, e incluso a poner autobuses para la ceremonia de clausura de este domingo, para evitar fotografías como las de la inauguración.

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Foto: EFE

Responsable con nombre y apellidos

A la hora de señalar responsables, después del alcalde Josep Fèlix Ballesteros, todo el mundo coincide en señalar a una misma persona: Javier Villamayor (PSC), tercer teniente de alcalde y consejero delegado de Tarragona 2018. Este concejal tenía prácticamente en exclusiva la cartera de los Juegos Mediterráneos, y el resultado ha sido el que ha sido. El mismo Villamayor admitió hace meses que no volvería a organizarlo si se lo ofrecieran. Y se plantea dejar la política al acabar la legislatura.

Funcionario con plaza en la Diputación de Barcelona, ha tenido dos grandes responsabilidades, dos tipos de concejalías especiales: la de los Juegos y la de Tarragona Smart City, que tampoco ha acabado de salir bien. Después de eso, sostiene el periodista Rafa Marrasé, "ha quedado totalmente desacreditado", porque es "una persona que ha hundido todo lo que ha tocado". Y eso que era el mejor posicionado para suceder a Ballesteros.

Pau Ricomà lamenta que se ha perdido una oportunidad. "El gran objetivo de unos Juegos de este tipo tiene que ser transformar una ciudad. Sólo tiene sentido si se encaja en toda una estrategia de ciudad. Eso no se ha hecho, y sólo pedíamos que fuera digno. Y ni eso", lamenta el concejal de ERC.

"Si estás satisfecho sobre cómo han ido las cosas, no dices que no lo volverías a hacer", asegura Laia Estrada sobre Villamayor. Pero la concejala de la CUP también menciona al alcalde Ballesteros, de quien dice que es el "máximo responsable del ridículo y del despilfarro".

La respuesta no ha sido asumir responsabilidades, sino culpar al mensajero, que se convierte en una especie de enemigo externo. En una rueda de prensa muy tensa el miércoles en el Anillo Olímpico, que muchos de los presentes describieron después como "esperpéntica", Villamayor decía que los Juegos estaban siendo un éxito y que, en todo caso, la culpa era de los medios de comunicación que se fijaron solamente en "anécdotas".

A pesar de la petición reiterada de una entrevista, Villamayor y el gobierno municipal han rechazado atender a El Nacional para exponer su versión, remitiéndose únicamente a las declaraciones públicas del tercer teniente de alcalde.

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Foto: ACN

Ballesteros no ha podido ser Maragall

El mismo Ballesteros se reflejaba en Pasqual Maragall y los Juegos Olímpicos de Barcelona. Durante los últimos años, en muchas ocasiones ha recordado públicamente el consejo que le dio el exalcalde de Barcelona: "No te preocupes porque el día antes todavía estarán pintando puertas y señalizando las calles". También iba explicando que el expresident de la Generalitat le regaló la corbata que llevaba el 92. Sin duda, no le ha dado suerte.

En el espejo quería ver a Pasqual Maragall, pero seguía siendo Josep Fèlix Ballesteros. Mientras los Juegos de Barcelona sirvieron para transformar, modernizar y proyectar internacionalmente una ciudad, la oposición lamenta los Juegos Mediterráneos tan sólo han servido para renovar algún equipamiento deportivo. "El legado de Ballesteros será un pabellón y una piscina de 50 metros", ironiza Rafa Marrasé.

Los muchos metros cuadrados de bandera española que se han visto durante los últimos días no han servido para tapar toda la serie de fiascos que han llevado los Juegos.

"Me gustaría que no perjudicara a la imagen de la ciudad", dice Pau Ricomà, que insiste en una misma idea: "Cuando los Juegos ya no servían para transformar, al menos queríamos salvar la cara. Pero han sido tan chapuceros que han sido incapaces".

Laia Estrada lamenta que "está perjudicando gravemente la imagen de la ciudad", que la proyección que se está dando es de "ridículo", un término que se ha repetido mucho durante los diez días de Jocs. "Era la crónica de un fracaso anunciado. No entiendo por qué tanta temeridad".

Los muchos metros cuadrados de bandera española que se han visto durante los últimos días no han servido para tapar toda la serie de fiascos que han llevado los Juegos Mediterráneos a Tarragona. "Si realmente creen que han ido bien, es que estamos en manos de inconscientes", sentencia Marrasé.