Se llamaba Sarah Beckstrom y era una soldado estadounidense de 20 años, especialista del Ejército en la Guardia Nacional de Virginia Occidental, que se encontraba haciendo servicios de vigilancia cerca de la Casa Blanca cuando recibió unos disparos a quemarropa durante el tiroteo perpetrado en Washington el pasado miércoles. Beckstrom era uno de los dos soldados que resultaron heridos críticos por los disparos del presunto autor del ataque, identificado como Rahmanullah Lakanwal, un ciudadano afgano que llegó a Estados Unidos en 2021, del que se ha sabido este jueves que había trabajado con la CIA como colaborador. La joven soldado ha muerto en el Día de Acción de Gracias, uno de los datos más señalados en Estados Unidos, que se ha teñido de luto por esta muerte que fue anunciada personalmente por el presidente del país, Donald Trump, durante la tradicional llamada de agradecimiento a las tropas estadounidenses. “Acaba de morir. Ella ya no está con nosotros. Nos está mirando ahora mismo. Sus padres están con ella”, dijo Trump, que calificó a Beckstrom de “persona increíble, extraordinaria en todos los sentidos”. El presidente también informó que el segundo miembro de la Guardia Nacional que resultó herido crítico, Andrew Wolfe, de 24 años, seguía hospitalizado y está “luchando por su vida”.

La imagen de Sara Beckstrom proporcionada por la Oficina del Fiscal de los Estados Unidos, en la que se la ve uniformada y sonriente, entró en los hogares de los norteamericanos en este día tan especial. Originaria de Summersville, Sara se graduó en 2022 en la Webster County High School y se alistó el 26 de junio de 2023 en la 863ª Compañía de Policía Militar de la 111ª Brigada de Ingenieros de Virginia Occidental. Ella y Wolfe fueron dos de los dos mil enviados por Trump a la capital del país en agosto como parte del aumento de la presencia de las fuerzas federales en esta región para luchar contra la delincuencia. La fiscal Pam Bondi explicó que Sara Beckstrom “se había ofrecido voluntaria, al igual que muchos de estos guardias, para que otras personas pudieran ir a casa con sus familias”. Gary Beckstrom, su padre, ya esperaba el fatal desenlace, tal como relató al New York Times por teléfono. “Ahora mismo le estoy cogiendo la mano. Tiene una herida mortal. No se recuperará”. La joven soldado se había alistado en la Guardia Nacional como un camino para llegar algún día a cumplir su sueño de unirse al FBI. Un sueño que ya no podrá cumplir jamás.

El tiroteo de Washington ha desatado la ira y la rabia de Trump. En su llamada a los soldados con motivo del Día de Acción de Gracias, el presidente afirmó que “esta atrocidad nos recuerda que no tenemos ninguna otra prioridad de seguridad nacional mayor que garantizar que tengamos un control completo sobre las personas que entran y permanecen en nuestro país. De la mayoría, no los queremos. Vienen aquí ilegalmente”, manifestó el mandatario.

Su discurso hacia los inmigrantes, a los que considera “la principal causa de disfunción social del país”, se endureció en un mensaje en su red Truth Social. Irónicamente, el presidente “desea un feliz día a todos nuestros grandes ciudadanos y patriotas estadounidenses que han sido tan generosos permitiendo que nuestro país sea dividido, desorganizado, asesinado, golpeado, asaltado y ridiculizado, junto con otros países insensatos del mundo, por ser "políticamente correctos y simplemente ESTÚPIDOS en materia de inmigración”. La población extranjera oficial de los Estados Unidos "asciende a 53 millones de personas (según el censo), la mayoría de las cuales reciben asistencia social, provienen de países en crisis, o viven en prisiones, instituciones psiquiátricas, bandas o cárteles de la droga”, asegura el mandatario republicano. “Ellos y sus hijos —se queja— reciben el apoyo de enormes pagos de ciudadanos estadounidenses patriotas que, por su nobleza, no quieren quejarse abiertamente ni causar problemas de ninguna manera. Soportan lo que ha sucedido en nuestro país, ¡pero hacerlo los está devorando!”. Para Trump, “un migrante que gana 30.000 dólares con una tarjeta de residencia recibirá aproximadamente 50.000 dólares en prestaciones anuales para su familia”. Y añade que “esta carga de refugiados es la principal causa de disfunción social en los Estados Unidos, algo que no existía después de la Segunda Guerra Mundial (escuelas fallidas, alta criminalidad, deterioro urbano, hospitales saturados, escasez de viviendas y grandes déficits, etc.)”.

El Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS) anunció en las redes sociales la suspensión con efecto inmediato de las solicitudes de inmigración de afganos, a la espera de una revisión adicional de los protocolos de seguridad y verificación de antecedentes. También realizará una “revisión rigurosa” de las tarjetas de residente, o green cards, de 19 nacionalidades de “países de preocupación”, incluyendo Afganistán, Cuba, Venezuela y Haití.