Bolivia celebra este domingo las elecciones generales de las que saldrán elegidos el presidente y vicepresidente del país por el periodo 2025-2030, así como los 130 miembros de la Cámara de Diputados y 36 senadores. Están llamados a votar a 9,5 millones de bolivianos en unos comicios donde Bolivia se juega su futuro y en los que, por primera vez en los últimos 20 años, la derecha tiene opciones reales de salir ganadora. Los grandes favoritos, según las encuestas, son el empresario opositor Samuel Doria Medina, de la Alianza Unidad, que lidera los sondeos desde junio, seguido muy cerca por el también opositor y expresidente Jorge Tuto Quiroga (2001-2002), de la Alianza Libre. En caso de que no haya un claro ganador, tal como se prevé, se realizará una segunda vuelta electoral el 19 de octubre de 2025. Las elecciones, sin embargo, están marcadas por la sombra alargada del expresidente Evo Morales, que está inhabilitado para postularse, y ha hecho un llamamiento a sus seguidores a boicotear las elecciones a través del voto nulo e incluso instándolos a boicotear las votaciones a través de la destrucción de urnas y papeletas de votación.
"El voto nulo ganará"
Morales, socialista, exactivista y dirigente sindical, se convirtió en una figura destacada como el primer presidente indígena de Bolivia. Desde su primer mandato en 2006, reconfiguró el panorama político dando voz a los bolivianos marginados y destinando recursos a programas sociales y proyectos públicos. "El voto nulo ganará. No sé si eso ha pasado alguna vez en el mundo. Si eso pasa aquí será una sorpresa", asegura en declaraciones a laSexta el expresidente boliviano, que está haciendo campaña por el voto nulo, algo que haría que él mismo se reconociera como ganador si es que al final eso sucede: ¿"Hay un vacío en la Constitución, qué pasa si el voto nulo gana con el 10% de diferencia? Entonces no hay segunda vuelta. Hay un empantanamiento total", asegura desde su refugio en medio de la selva del trópico de la Cochamba.
Escondido en la selva
Desde que su coche fue tiroteado hace un año, Morales se encuentra escondido en un pueblo llamado Lauca Eñe, escoltado por un pequeño pero leal ejército de devotos campesinos que hacen guardia para protegerlo día y noche que se autodenominan Estado Mayor del Pueblo. Hasta allí ha ido RTVE para entrevistar al expresidente, quien asegura que el pueblo le ha pedido volver: "Evo salvó a Bolivia y ahora Evo tiene que salvar a Bolivia por segunda vez". Pero Morales no puede optar a un tercer mandato porque la constitución del país no lo permite, y además, se encuentra en busca y captura por la justicia por no presentarse a declarar en un supuesto caso de abuso de una menor, ya que se le acusa de haber dejado embarazada a una niña de 15 años cuando era presidente. "Si no hay víctima, no hay delito", dice Evo Morales, que no niega las acusaciones, pero se aferra al hecho de que no se ha presentado ninguna denuncia formal y, según el proceso judicial en Bolivia, el delito de estupro (relación sexual con un menor de edad) solo puede avanzar en caso de que exista esta denuncia.
Un país hundido económicamente
La campaña de boicot de Morales, que muchos medios han bautizado como una "campaña fantasma", se produce en medio de un contexto electoral de fuerte disputa política entre el expresidente y el actual gobierno, y también de la grave crisis económica sin precedentes que atraviesa el país, con una inflación interanual altísima, del 25%, y la pérdida de valor de su moneda, además de escasez de combustibles y productos básicos, y un elevado índice de pobreza que ha hundido al presidente actual Luis Arce, que ni siquiera se presenta a las elecciones. Arce, del Movimiento al Socialismo (MASÍA), partido liderado anteriormente por Evo Morales, ha dejado a la izquierda cerca del precipicio después de dos décadas de dominio político. Las disputas entre Arce y Morales desde finales de 2021 por diferencias en la administración del Estado, el control del partido y la candidatura presidencial acabaron por escindir al oficialismo de MASÍA, que por primera vez en 30 años acudirá fraccionado en las urnas.
Una izquierda fragmentada
Después de que Arce renunció a la reelección, la MASÍA se decantó por su exministro de Gobierno (Interior) Eduardo del Castillo como candidato. Mientras que Morales, dado que no puede ser candidato por la disposición constitucional, anima el voto nulo al lado de sus seguidores que trataron de forzar su candidatura con protestas. En eso se suma la decisión del presidente del Senado, el oficialista Andrónico Rodríguez, el "heredero" sindical y político de Morales, de postular por su cuenta con el partido la Alianza Popular. Las izquierdas sitúan Rodríguez en cuarto o quinto lugar, pero por debajo del 3% necesario para que la MAS conserve su personalidad jurídica. Así, el riesgo de desaparecer amenaza a MAS, la que ha sido la principal fuerza política en Bolivia, como ha alertado Álex Contreras, quien fue portavoz presidencial de Evo Morales entre el 2006 y en el 2019, y que ahora está alejado del expresidente. "El MAS, en todas sus facciones, está en puertas de culminar un ciclo político, de perder el poder, y de retroceder simbólicamente en todo lo que significa 30 años en la organización de los sectores sociales", explica Contreras a la agencia EFE.
El partido oficialista ha participado en cinco elecciones generales: la primera en 2002, cuando quedó en segundo lugar con el 20,9% de los votos, y las siguientes en 2005 (53,7%), 2009 (64,2%) y 2014 (61,3%), en todas con Evo Morales como candidato presidencial. En 2020 ganó el actual presidente, a Luis Arce, con el 55,1%. Las elecciones de 2019 fueron anuladas y, posteriormente, Morales renunció a la Presidencia, denunciando un "golpe de Estado" en contra su contra, en medio de acusaciones de fraude a favor suyo para acceder a un cuarto mandato consecutivo, lo cual provocó una crisis política y social este año. En el MAS convergen sindicatos y organizaciones campesinas e indígenas y sus dirigentes sostienen que, más que un partido, es un "instrumento político" para que los sectores populares accedan a instancias estatales de decisión. Ahora, se encuentra bajo la amenaza de perder su personalidad jurídica si no supera el 3% de los votos.