Tal día como hoy del año 1406, hace 619 años, en Barcelona, moría Sibila de Fortiá, que había sido la cuarta y última esposa del difunto rey Pedro III y, por tanto, reina consorte de la Corona catalanoaragonesa entre 1377 y 1387. Sibila era hija de una familia de la baja nobleza ampurdanesa, sujeta por vínculos de vasallaje a los condes dependientes de Empúries (en aquel momento una rama menor de la casa real), que, siendo muy joven, había entrado al servicio de su antecesora en el trono, la reina Leonor de Sicilia, y que después de la muerte de su patrona se convertiría en la amante y, después, en la esposa del rey.
Las fuentes documentales describen a Sibila como una muchacha sin formación, pero dotada de una extraordinaria belleza física que habría atraído la atención de la reina Leonor. Un tiempo después de su llegada a la corte, el rey —probablemente molesto por las atenciones que le dispensaba la reina— le habría impuesto el casamiento con Artal de Alagón, un hombre viejo (triplicaba la edad de Sibila) pero muy bien relacionado con la familia real. No obstante, las posteriores muertes prácticamente consecutivas de Artal (1374) y de Leonor (1375) abrirían el camino a la relación entre el rey Pedro y Sibila y harían evidentes las fuertes tensiones entre los diferentes estamentos del poder en el país.
El partido aristocrático de la corte, formado por el heredero Juan (futuro Juan I) y su esposa Violante de Bar, se enfrentó abiertamente al nuevo núcleo de poder creado alrededor de Sibila y formado por elementos de la baja nobleza y de las clases mercantiles urbanas. Estas tensiones se intensificarían cuando murió Pedro III. Los nuevos reyes, Juan y Violante, promovieron la persecución y reclusión de Sibila y de su hija pequeña, Isabel, y la tensión entre la Corona y el Consell de Cent —el Govern municipal de Barcelona controlado por las élites mercantiles de la ciudad— alcanzó niveles nunca vistos (el estamento real y la burguesía urbana siempre habían sido aliados).
Tras la muerte de Juan I y la coronación de su hermano menor, Martín (1397), Sibila e Isabel fueron autorizadas a residir en Barcelona bajo vigilancia. Durante esta etapa, la Corona intentó casar a Isabel con aliados del partido aristocrático catalán (para impedir la creación de una rama legitimista opuesta a los intereses de las oligarquías feudales), pero la determinación de Sibila lo impediría. Aun así, una vez muerta Sibila (1406), Isabel fue casada con Jaime de Urgel, el barón feudal más rico de la Corona catalanoaragonesa y el líder del partido aristocrático catalán. A partir de ese momento, las élites mercantiles catalanas retiraron su apoyo a Isabel.
Poco después, moría Martín I (1410), y en el Compromiso de Caspe (1412) para elegir el relevo del difunto rey, las élites mercantiles catalanas y valencianas abandonarían definitivamente la causa de Isabel (casada con Jaime de Urgel) y darían apoyo a la candidatura de Fernando de Trastámara.