El Tribunal Constitucional de Rumanía ha rechazado por unanimidad la impugnación presentada por el líder ultranacionalista George Simion contra los resultados de las elecciones presidenciales celebradas el domingo pasado, en qué Nicușor Dan, matemático, exalcalde de Bucarest y europeísta declarado, se impuso con el 53,6% de los votos delante del 46,4% de Simion. Aunque la solicitud de Simion era irregular por falta de firma, la corte lo ha considerado y lo ha desestimado, dejando así vía libre para que Dan tome posesión de la presidencia este mismo jueves. Simion, líder de la formación ultraderechista Alianza por la Unión de los Rumanos (AUR), había denunciado supuestas interferencias de Francia y Moldavia en el proceso electoral y acusó al equipo de Nicușor Dan de haber destinado 100 millones de euros a Moldavia para comprar votos, aprovechando la doble nacionalidad de muchos ciudadanos. Estas acusaciones, sin embargo, no han sido reconocidas por ningún organismo independiente y han sido rechazadas por el mismo Dan, que ha calificado la impugnación de artificial y sin fundamento.
La decisión del Constitucional es definitiva y ha sido comunicada a la Junta Electoral Central. Simion se ha pronunciado al respecto en un contundente mensaje en Facebook: "¡El Tribunal Constitucional continúa el golpe de Estado! ¡Todo lo que podemos hacer es luchar! ¡Os invito a estar a mi lado, hoy y las próximas semanas!". La sentencia llega después de un periodo de fuerte inestabilidad política: el diciembre pasado, el Constitucional ya anuló las elecciones por sospechas de interferencia rusa y financiación irregular de la candidatura ultranacionalista de Călin Georgescu, que fue inhabilitado y gran parte de sus votantes han dado ahora apoyo a Simion. Los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) han valorado que los comicios de este mayo estuvieron bien organizados, a pesar de la presencia de desinformación en internet y una fuerte polarización entre europeístas y nacionalistas. Con su victoria, Nicușor Dan ratifica una remontada insólita ante una gran desventaja a la primera vuelta, cuando fue segunda fuerza, obteniendo el 21% de los votos —por debajo del 40,6% de Simion.
Proeuropeos y antieuropeos: un relato de corrupción y acusaciones cruzadas
Europa se encuentra inmersa en una espiral de crecimiento de la extrema derecha y de los partidos nacionalistas de estilo trumpista, y la formación de ultraderecha rumana liderada por Simion es uno de los ejemplos claros. La primera vuelta de las elecciones del 24 de noviembre pasado también dio la victoria al independiente Călin Georgescu, que defendía ideas muy similares a las de Simion. Desde aquel diciembre, la política rumana ha sido impregnada de acusaciones, impugnaciones y de presunta desinformación e intervenciones exteriores. El país se ha estado debatiendo en una decisión que ha costado seis meses de tomar: apostar por Europa o bajar del tren de Bruselas. Finalmente, parece que los rumanos han decidido quedarse en el vagón de la Unión Europea con Nicușor Dan de maquinista, manteniéndose así alineados con Úrsula Von der Leyen, que hace meses que hace equilibrios con los apoyos de los líderes de la Unión. La crónica de las elecciones rumanas es digna de repaso: una trama de intereses cruzados con actores extranjeros entrometidos que tiene el aire tenso de una partida de póquer.
Después de las elecciones presidenciales rumanas de finales de 2024, en que el ultranacionalista prorruso Călin Georgescu sorprendió ganando la primera vuelta con el 22,94% de los votos, la situación política del país entró en una fase de inestabilidad sin precedentes. La chispa de este fuego fue la anulación de los comicios por presunta injerencia rusa y desinformación, que abrió el resquicio de la desconfianza y puso sobre la mesa la necesidad de restaurar la legitimidad democrática. El país convocó unas nuevas elecciones presidenciales, celebradas en dos vueltas este mayo de 2025. En la primera, el 4 de mayo, George Simion, líder de la Alianza por la Unión de los Rumanos (AUR) y heredero del discurso ultranacionalista de Georgescu, obtuvo una victoria clara con el 40,96% de los votos, imponiéndose a 36 de 47 distritos electorales. El centrista y alcalde de Bucarest, Nicușor Dan, quedó en segundo lugar con el 21%, seguido de cerca por Crin Antonescu y Victor Ponta. Hay que destacar que la participación fue del 53,21%, una cifra que destaca sobre la media rumana, pero que sería superada dos semanas después por el 59% en la disputada segunda vuelta. A pesar de la inercia de Simion, Dan consiguió un extraordinario remontamiento y se impuso con el 55% de los votos, ante del 45% de Simion, según el recuento definitivo.
El resultado puede interpretarse como apuesta conjunta de las fuerzas proeuropeístas por el centrismo, la continuidad europea y la voluntad de superar la polarización, aunque la respuesta del partido de Simion no deja precisamente una sensación de tranquilidad. En primer lugar, la AUR ya se negó a participar en las consultas parlamentarias postelectorales con el presidente electo Nicușor Dan, afirmando que su contrincante "rechaza el diálogo con todos los partidos". Seguidamente, la acusación de interferencia impuesta por Simion, a pesar de haber sido desestimada por el Constitucional, pone en evidencia que la resolución del conflicto no es más que un velo que tapa el advenimiento de un periodo de incertidumbre política en una Rumanía que todavía tiene mucho a solucionar. El caso rumano, pues, se suma a la tendencia europea a la polarización y conforma un vitral resquebrajado más al mosaico europeo, que cada vez tiene más disidencia interna y se encuentra más polarizado. Poco después de los justos resultados que finalmente dieron la presidencia de Alemania a Friedrich Merz el pasado 6 de mayo, las elecciones francesas de 2027 —con Le Pen inhabilitada— pueden ser una nueva cita decisiva para la gobernanza europea. Hasta entonces, las únicas elecciones previstas en Europa son las noruegas, de septiembre de 2025, por lo que la sacudida superada en Rumanía da un respiro vital a una Europa cada vez más asmática.