Francia, el Reino Unido y el Canadá han añadido su peso diplomático y económico al reconocimiento de un estado palestino, una iniciativa que ya cuenta con el apoyo de más de 140 países. Aunque estas declaraciones son, en buena parte, simbólicas, reflejan una frustración creciente con Israel y una presión doméstica que se agrava con las imágenes de hambre palestina y destrucción en Gaza. Este cambio ha sido recibido con entusiasmo por los palestinos, pero con rechazo frontal por parte del gobierno israelí, que lo considera un "premio al terrorismo".
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Este movimiento colectivo deja los Estados Unidos cada vez más aislados en su apoyo incondicional a Israel. El presidente Donald Trump, que aspira a una paz regional que le pueda valer un Premio Nobel, está especialmente preocupado por la resistencia de Arabia Saudí a normalizar relaciones con Israel si antes no se avanza hacia un estado palestino. A pesar de haber impulsado los Acuerdos de Abrahán en su primer mandato, Trump ve cómo sus aliados clave ponen condiciones a una futura paz sin una solución política al conflicto palestino.
Objetivo: estado palestino
El objetivo de un estado palestino es, para muchos, una salida a una guerra que ya ha dejado a más de 60.000 muertos en Gaza desde el ataque de Hamás el 7 de octubre de hace casi dos años, dónde murieron unas 1.200 personas en Israel. Pero definir cómo sería este estado no es fácil: nunca ha existido una Palestina moderna independiente. El referente más próximo sigue siendo el proceso de Oslo de los años 90, que preveía un estado basado en las fronteras de 1967 e intercambios territoriales negociados, recuerda la CNN. Aquel momento, con el emblemático apretón de manos entre Rabin y Arafat en la Casa Blanca, se acuerda como un éxito diplomático de que quedó truncado por el asesinato de Rabin.
Hoy, la realidad sobre el terreno es mucho más compleja. Las colonias judías han crecido exponencialmente en Cisjordania, a menudo con apoyo gubernamental, hecho que dificulta la creación de un estado palestino viable y contiguo, insiste la cadena americana. Además, la gobernanza futura de este estado es incierta: la Autoridad Palestina es percibida como débil y corrupta por muchos ciudadanos, mientras que Hamás sigue siendo un actor poderoso en Gaza.
El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu rechaza totalmente la idea de un estado palestino, alegando que sería "una plataforma para la aniquilación de Israel". Sus aliados más radicales dentro del gobierno no solo se oponen a cualquier reconocimiento, sino que defienden la anexión total de los territorios ocupados e incluso promueven el bloqueo humanitario en Gaza como estrategia política.
Con Netanyahu firme en su oposición y con un gobierno que se podría hundir si aceptara alguna concesión, las iniciativas diplomáticas de Francia, el Reino Unido y el Canadá podrían tener un efecto limitado a corto plazo, resalta el mismo portal. Sin embargo, el cambio de actitud de estas potencias podría generar más presión internacional, también sobre Trump, y poner Israel en una posición incómoda dentro de la arena global. El futuro de Palestina continúa lleno de interrogantes, pero el consenso internacional a su alrededor se hace cada vez más evidente.