“Tras cada botella de vino hay una reflexión que no es visible, y a mí me gusta conocer su historia para explicarla”. Así se expresa Núria Lucía, sumiller de La Cantina de Girona, un nuevo bar de vinos que late con fuerza en la Plaça de l'Oli, al centro de la ciudad. “Hemos construido La Cantina pensándola como un punto de encuentro, un sitio donde quedar para ir antes o después de cenar, donde probar alguna cosa, hablar con la mesa vecina si surge una conversación, y donde estar como casa”, dice Lucía.
La Cantina: un nuevo bar de vinos en Girona que late con fuerza
La carta de vinos, fruto de una evolución personal de más de 25 años en el mundo del vino, donde dice que ha aprendido sobre todo humildad, quiere poner de manifiesto el trabajo de pequeños elaboradores y viñas “que a menudo no tienen voz y quedan escondidos tras grandes botellas comerciales, que también defiendo, pero los otros necesitan más este altavoz”. Además, la sumiller tiene claro que su bar de vinos, donde hay una clara apuesta por el vino natural, tiene que hacer sentir cómodo a todo el mundo: “Tenemos botellas más conocidas porque son la vía de entrada a otro mundo que queremos dar a conocer. El vino no nos tiene que dar nunca miedo, no nos tiene que intimidar. El vino es como la literatura: hay de más complejos, de otros más sencillos, varios géneros, y la suerte es que podemos escoger el más conveniente para cada momento”.
Durante la visita, pruebo el Majuelo del Chiviritero (2022), de Cantalapiedra, una de las bodegas en tendencia desde el último año, y Aux Vignottes (2022), de Antoine Lienhardt, dos botellas que son la expresión pura del respeto por el vino. Para acompañar, mejillones en escabeche de la marca Felisa con patatas Sant Narcís, hechas a Girona, secallona de Can Raliu, elaborado en La Bisbal del Empordà, un bloque de foie de pato y un tocinillo de cielo que sale, fulgurando, también de un tarro.
La sumiller ha cumplido su sueño con la apertura de La Cantina, después de pasar una década en Lavinia y otra Villa Más, y también en La Vinya del Senyor, gracias a los dos socios que han apostado por su talento y sus ideas, Xavier Garcia y Albert Morales.
Con respecto a la carta de comida, se compone de latas, embutidos y quesos finos. “Hay conserva muy potente en nuestro país y somos conscientes de que en otros bares y restaurantes hacen muy buena cocina. ¿Hemos pensado que por qué no? Si tenemos ejemplos de éxitos como el Quimet i Quimet en Barcelona. Se aviene, también, con el hecho de que queremos hacer una propuesta desenfadada. Lo que más me importa es el buen rollo. Porque después de muchos años empezando botellas, lo que me llevo siempre es el momento compartido con las mesas y los recuerdos de los vinos que han bebido. Eso no se paga con dinero”.