Que quede dicho que nos encantan los vinos que provienen tanto de casas muy grandes y emblemáticas como de proyectos pequeños. Tenemos muy claro que el tamaño de la bodega no determina (ni tendría que hacerlo) la calidad del vino, y que tendríamos que ser capaces de no caer en prejuicios en este sentido. Hoy, sin embargo, os queremos explicar tres proyectos catalanes, modestos, valientes y con mucha alma, que nos tienen bien enamorados.
Bellpla (Natàlia Boada y Cèsar Cànovas)
Empezaremos por Bellpla, de la DO Penedès. Natàlia Boada y Cèsar Cànovas se pusieron manos a la obra cuando el padre de Natàlia se planteaba arrancar las viñas tan viejas que tenían de macabeo y xarel·lo para plantar más jóvenes y así sacar más rendimiento. Esto es porque el precio que se paga por kilo de uva es muy bajo y les costaba mucho mantener las tierras. Natàlia había crecido entre estas 3 hectáreas de viñas, algunas de ellas fechan de 1939, y ante la posibilidad de que se perdiera esta herencia histórica decidió, conjuntamente con su pareja, Cèsar, envalentonarse y hacer vino.

Ellos no tienen bodega propia y elaboran en La Xarmada, situada en Pacs del Penedès, un espacio que se autodenomina Viver de Celleristes. Su función es poner a la disposición de viticultores y pequeños elaboradores las instalaciones de bodega, así estos no tienen que hacer la gran inversión que representaría tener uno propio. Bellpla tiene en el mercado en estos momentos su primera añada, 2023, con dos monovarietales: un 100% macabeo y un 100% xarel·lo. Ambos mezclan viñas de diferentes edades, y el xarel·lo ha tenido unos meses de crianza en barrica de castaño. Dos vinos realmente sorprendentes y gastronómicos, muy bien elaborados para ser su primera vez. Los deseamos muchos éxitos y muchos vinos.
Clos de les Maleses (Nòmades del Nord)
Para conocer a los Nòmades del Nord, Romà Garcia y Carles Muray, tenemos que viajar hasta en medio del Cap de Creus, en el municipio de Port de la Selva. Carles es un reconocido enólogo por los proyectos Oller del Mas y Bellaserra y Romà es un enamorado del vino con muchos años de experiencia en su comercialización y distribución. Los dos amigos decidieron que la finca Clos de les Maleses, que fecha de 1901, y que contiene incluso algunas cepas prefiloxéricas, se merecía tener una representación en el mercado vinícola.

Por este motivo, crearon un vino, con el nombre homónimo al de la finca, con una particularidad muy especial. Todo él es una mezcla natural de diferentes variedades que se encuentran plantadas en la viña: garnacha roja, macabeo, garnacha blanca, cariñena tinta y moscatel de Alejandría. Tiene una pequeña crianza de seis meses en barrica, ya que su intención era hacer un vino fresco, mediterráneo y con estructura. Reto conseguido, sin duda. Larga vida a los proyectos de mi querido Cap de Creus.
Los Torns (Joan Bada)
Y acabamos justo en la otra punta de Catalunya, en la maravillosa Terra Alta, para hablar de Joan Ramón Bada. A diferencia de los anteriores, nos encontramos con un enólogo de larga trayectoria: ¡más de 30 vendimias a la espalda! Durante su vida ha trabajado en diferentes bodegas, hasta que hace pocos años decidió hacer sus propios vinos, incluso un vermú con base de macabeo y garnacha blanca envejecido en damajuanas que os recomendamos también muchísimo. Uno de sus vinos más preciados es Los Torns, un 100% garnacha blanca, la variedad imprescindible de la zona. Los Torns es elegante y fresco, un auténtico vino de terruño, que proviene de una viña única y de producción muy limitada, afinado en damajuanas de 54 litros durante unos meses y con la complejidad que le aporta la crianza biológica, el famoso velo flor tan característico de algunos vinos de Jerez. Si queréis probar una garnacha blanca singular de las Terres de l'Ebre, sin duda, esta es la vuestra.
¿Queréis que os hagamos más descubrimientos como estos? ¡Os leemos!