Así como la Villa Olímpica se ha recuperado como epicentro concentrado de gastronomía, con el proyecto del Balcón Gastronómico del Puerto Olímpico con una docena de restaurantes de alto perfil, el Puerto del Masnou pronto pondrá en marcha un proyecto para hacer lucir su enclave privilegiado en clave gastronómica, a punto de cumplir los 50 años en el 2029. Ha albergado ocio nocturno, ahora en bajada, pero a clásicos como el Xarcuteria Coloma se le suman propuestas populares para enamorar un amplio abanico de público y sus variados bolsillos.
Maduro: un imperio del fuego en el Puerto del Masnou
Se suma desde hace poco más de un año el Maduro Steakhouse, un restaurante donde gran parte de su propuesta gastronómica gira en torno a la cultura de la carne y la brasa, inspirada en la tendencia que en Barcelona es tan popular: varios cortes de carne con varias procedencias y maduraciones, con las grasas suavizadas por una buena brasa. El corazón del restaurante, estas brasas candente y a veces, en llamas, es lo que primero ve al comensal al llegar a Maduro. El segundo, unas vistas privilegiadas que, al caer la noche, acarician a la clientela que deciden disfrutar en sus dos terrazas, junto a los barcos, balanceándose por las olas.

Con el joven chef Ferran Boldú pilotando este imperio del fuego, Maduro ofrece una carta corta donde se reflejan todos los hits actuales, herederos de la cultura del txoko vasco, y algún mar y montaña patrio. Así, una buena tortilla de bacalao, melosa y jugosa que se puede acompañar con unos buenos pimientos casi escalivados del Padrón o unos chorizos a la sidra asturiana conviven con el arroz de chuletón de vaca vieja hecho con arroz carnaroli (“lo que mejor absorbe el caldo y sus aromas”, asegura Ferran) o una sobrasada mallorquina artesana (“que llega cada semana directamente de las Islas Baleares”).

Ahora bien, la juerga para los fans de las maduraciones y los orígenes empieza bajo reserva: cualquier raza, sea Frisona, Simmental, Hereford o Rubia Gallega, cualquier maduración (que no sea extrema, más allá de los 90 días) y un gramaje adecuado para la cantidad de personas, esperará la clientela que lo haya reservado con antelación, con el exterior sellado de forma crujiente gracias al carbón utilizado, el de quebracho, de calidad superior, que imprime matices ahumados. Acompañarlo de patatas fritas caseras o pimientos escalivados o del piquillo hará que la experiencia todavía sea más redonda. Y por descontado, la piedra bien caliente llega con la carne, situada en el centro de la mesa, para que todo el mundo pueda disfrutar del punto de la carne que más le guste, convirtiendo el blue (casi crudo) al punto, medio hecha o hecha.

Los vinos forman parte indisoluble de las comidas para compartir y disfrutar y a Maduro, lo tienen en cuenta: se encuentran desde referencias de confort, las más conocidas para un amplio espectro de público y, fuera de carta, botellas de pequeños productores que harán las delicias de los paladares más curiosos. En definitiva, una experiencia democrática para todos los bolsillos, partiendo de un ticket medio de 35 € por persona para elevarse hasta el tope que se tenga previsto. Una opción más que recomendable para poner en pausa revoluciones y dejarse llevarse por la paz que transmiten las vistas, con parking de pago disponible para qué el acceso y estancia, sea cómodo.