Con la llegada del calor, el gazpacho se convierte en uno de los platos estrella del verano. Refrescante, nutritivo y fácil de preparar, esta sopa fría andaluza se ha ganado un lugar fijo en neveras de toda España durante los meses más calurosos. Su mezcla de tomates, pimientos, pepino, ajo, pan, vinagre, aceite de oliva y sal es sinónimo de sencillez, pero no siempre queda tan bien como nos gustaría. ¿Te ha pasado alguna vez que tu gazpacho sale con grumos, algo áspero o con una textura poco agradable? Tranquilo: hay un truco infalible para conseguir una crema fina, suave y sedosa, como la de los mejores restaurantes.
Gazpacho suave, perfecto y sin grumos
El secreto no está solo en los ingredientes, sino en el orden y la forma en que se procesan. Uno de los errores más comunes es mezclar todo a la vez y batirlo de cualquier manera. Lo ideal es trocear bien los ingredientes y triturarlos poco a poco, empezando siempre por los tomates, que son la base líquida del gazpacho. Una vez que tengas el tomate bien licuado, vas incorporando el resto: el pimiento, el pepino pelado (para evitar amargor), el ajo (sin el germen, para que no repita), el pan remojado y escurrido, un chorrito de vinagre y sal.

El paso clave es colar el gazpacho con un chino o un colador fino después de haberlo triturado. Este gesto marca la diferencia. El colado elimina las pieles, semillas y cualquier resto fibroso que impida que el gazpacho tenga una textura totalmente uniforme. Puede parecer un paso extra, pero merece la pena: pasar el gazpacho por el colador deja una crema suave como la seda, sin rastro de grumos.
El paso clave es colar el gazpacho con un chino o un colador fino
Después, se añade el aceite de oliva virgen extra y se vuelve a batir unos segundos más, esta vez para emulsionarlo y que la mezcla adquiera ese color anaranjado tan característico y una textura cremosa, sin necesidad de añadir agua. El aceite no debe incorporarse al principio, ya que si se bate junto al resto desde el comienzo, se corre el riesgo de que la emulsión no se forme correctamente y queden pequeñas burbujas de grasa flotando.

Finalmente, hay que dejar que el gazpacho repose en la nevera unas horas antes de consumirlo. De este modo, los sabores se integran y se intensifican. Servido bien frío y acompañado de unos picatostes o verduras picadas, se convierte en una joya culinaria del verano, siempre que recordemos ese pequeño gran truco del colador que verás que marca la diferencia en tus gazpachos.