El gazpacho es mucho más que una simple sopa fría, constituye un auténtico concentrado de nutrientes que deleita el paladar y nutre el cuerpo y, además, sienta de maravilla en los días más calurosos. Su origen es andaluz, pero ya es un básico en cualquier hogar. En parte por lo humildes que son sus ingredientes, así como lo sencillo que es encontrar versiones preparadas saludables listas para consumir. Integrarlo en tu rutina diaria durante el verano no solo te ayudará a combatir la sed y refrescarte, sino que supone un aporte constante de agua, vitaminas, minerales y antioxidantes que tu organismo agradecerá.
Tomar gazpacho cada día en verano
Si todavía te faltan motivos para llenarte un buen vaso o tazón (aquí el debate está abierto) cada día, aquí van unos cuantos.
Hidratación al instante
Con más de un 90% de agua, el gazpacho refuerza tu balance hídrico en días de mucho calor, reponiendo líquidos y minerales de forma mucho más agradable que cualquier bebida isotónica.
Antioxidantes para tu piel
El licopeno del tomate y las vitaminas C y E combaten el estrés oxidativo, ayudando a proteger tu piel del sol y reparando los daños celulares que provoca la radiación ultravioleta.

Fibra que cuida tu digestión y un corazón fuerte
La pulpa de verduras crudas aporta fibra soluble e insoluble, regulando el tránsito intestinal, previniendo el estreñimiento y prolongando la sensación de saciedad. Algo que es mucho más necesario en los meses de verano y vacaciones, cuando nuestra alimentación y nuestras rutinas se ven un tanto trastocadas. Además, el aceite de oliva, rico en grasas monoinsaturadas, combinado con el potasio de los vegetales, ayuda a mantener la presión arterial bajo control y favorece un perfil lipídico saludable. Una forma más de añadir grasas saludables a la dieta sin sumar muchas calorías.
Control de peso: variedad y alternancia
Con apenas 70–80 kcal por ración y alto poder saciante, el gazpacho te permite disfrutar de un plato suculento sin sumar calorías vacías ni picos de glucosa. Para evitar la monotonía, intercala con gazpacho verde (con aguacate y espinacas), ajoblanco o salmorejo, asegurando una gama más amplia de nutrientes y nuevos matices de sabor.

La única nota negativa del gazpacho
Si hay que ponerle una pega al gazpacho es que suele estar subido de sal. Por eso, si lo tomas a diario, vigila la cantidad de sal añadida y opta por un toque de vinagre, hierbas frescas o una pizca de comino para realzar el sabor sin excederte en sodio. A pesar de esto, al convertir el gazpacho en un aliado diario, estarás dándole a tu cuerpo hidratación, nutrientes y protección antioxidante justo cuando más lo necesita. Pruebas nuevas variantes (con fresa, cereza, añadiendo cubos de pepino sazonado, un poco de picante…), ajusta la receta a tu gusto y haz de este clásico tu ritual refrescante y saludable del verano. Todo son ventajas.