¿Alguna vez te has preguntado si tu horno calienta realmente a la temperatura que marca el dial? Aunque suene sorprendente, en muchos hogares no es así, y ese pequeño desfase puede ser el culpable de que un bizcocho quede crudo por dentro, de que unas galletas se sequen demasiado o de que un pan pierda su esponjosidad. En la cuenta de Instagram de @lacakeartista, una creadora de contenido especializada en repostería, se ha viralizado un método muy sencillo para comprobarlo usando solo un ingrediente que todos tenemos en casa: azúcar. Según explica, este experimento casero es la clave para descubrir si nuestro horno dice la verdad o nos engaña en varios grados.

Cómo descubrir si tu horno calienta realmente

El truco es tan curioso como efectivo. El azúcar común se derrite a una temperatura concreta, lo que lo convierte en un termómetro natural y accesible. En su caso, asegura que en su horno el azúcar comenzó a fundirse cuando lo colocó a 180 °C, lo que significa que la temperatura real de cocción era seis grados mayor de la que indicaba el dial. Una diferencia aparentemente pequeña, pero que puede marcar un mundo en la repostería. Si a ti te ocurre lo mismo, puedes ajustar tus recetas de manera precisa y evitar esas frustraciones típicas de que algo no salga como en el libro o el tutorial.

Una diferencia sutil de grados puede destrozar una receta de repostería

La técnica requiere algo de paciencia y observación. El procedimiento consiste en colocar azúcar en un recipiente resistente al calor y dejarlo en el horno precalentado a la temperatura deseada. Si ves que se derrite demasiado rápido en, por ejemplo, 175 °C, debes ir bajando la temperatura en intervalos de 5 °C hasta encontrar ese punto exacto en el que el azúcar comienza a cambiar de estado. Esa es la temperatura real de tu horno, independientemente de lo que marque la perilla. El proceso puede repetirse tantas veces como quieras, y es ahí donde radica la magia: cada cocina puede tener un horno distinto, con desfases mayores o menores, y conocerlos te da una ventaja enorme.


Lo más interesante es que este método se basa en un principio físico universal: el punto de fusión del azúcar. Si en tu horno el azúcar se derrite a 200 °C, en realidad está trabajando a unos 186 °C, lo que significa que deberás subir tus recetas unos grados más para alcanzar el calor necesario. En cambio, si lo hace antes de lo esperado, deberás restar grados en tus cálculos. En repostería, donde la precisión es vital, esta información marca la diferencia entre un resultado mediocre y un postre de revista. Además, es una forma barata, segura y hasta divertida de conocer cómo se comporta tu electrodoméstico en la práctica.

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Con este método podrás ajustar la temperatura de las recetas arriba o abajo / Foto: Unsplash

Este experimento casero con azúcar no solo revela un detalle técnico, sino que también ayuda a reconciliarte con tu horno. Saber exactamente a qué temperatura trabaja te permitirá hornear bizcochos más esponjosos, galletas más crujientes y panes con una corteza perfecta. La próxima vez que enciendas tu horno, recuerda que lo que marca el dial no siempre es lo que ocurre dentro, y que con un poco de azúcar puedes descubrir la verdad y ajustar tus recetas como un auténtico profesional de la repostería.