Cocinar sin encender los fogones puede parecer contradictorio, pero es una práctica con miles de años de historia y cada vez más presente en las cartas de los restaurantes modernos. Técnicas como el marinado, la fermentación o el curado vuelven a estar de moda, y no solo por estética o comodidad: también por salud, sostenibilidad y sabor.

La técnica del marinado

Uno de los ejemplos más conocidos es el ceviche, un plato típico de América Latina donde el pescado crudo se "cocina" gracias al ácido cítrico, habitualmente zumo de lima o limón. Esta técnica, aparentemente sencilla, transforma completamente la textura del pescado y potencia los sabores. El marinado no solo aporta sabor, sino que modifica químicamente los alimentos. Es una técnica que exige precaución y respeto por el producto. Otros ejemplos populares son los boquerones en vinagre, el carpaccio italiano o el tartar, tanto de carne como de pescado.

Boquerones en vinagre Ada Parellada
Boquerones en vinagre. / Foto: Martí Torres

La cocina sin fuego no es solo una tendencia, sino también una respuesta a nuevos hábitos de consumo: menos energía, menos ultraprocesados, más tiempo para madurar sabores. Eso sí, hay que ser riguroso: trabajar con alimentos crudos implica conocer bien los riesgos y garantizar la higiene alimentaria

La fermentación

Otra vía para cocinar sin calor es la fermentación, una práctica que ha resurgido con fuerza a raíz del interés por la alimentación probiótica y la comida viva. Alimentos como el kimchi coreano, el chucrut alemán o incluso el miso japonés son ejemplos claros de esta técnica milenaria. En nuestra casa, la fermentación no es ajena: pensemos en el pan de masa madre o los quesos. Ahora, sin embargo, nuevos proyectos gastronómicos exploran fermentaciones más creativas, desde verduras hasta frutas o salsas.

El kimchi es un plato tradicional coreano a base de col fermentada / Foto: Unsplash
Plato de kimchi. / Foto: Unsplash

Secar para conservar

El curado o secado es también una manera de transformar los alimentos sin aplicar calor directo. Es la técnica detrás de productos como el jamón ibérico, la mojama o las verduras deshidratadas, y permite extraer la humedad, potenciar el sabor y conservar el producto durante mucho tiempo.

La cocina sin fuego también puede implicar platos más sencillos de productos frescos de la huerta, como ensaladas o frutos secos

La cocina sin fuego no es solo una tendencia, sino también una respuesta a nuevos hábitos de consumo: menos energía, menos ultraprocesados, más tiempo para madurar sabores. Eso sí, hay que ser riguroso: trabajar con alimentos crudos implica conocer bien los riesgos y garantizar la higiene alimentaria. Sin embargo, la cocina sin fuego también puede implicar platos más sencillos de productos frescos de la huerta, como ensaladas o frutos secos. También se pueden hacer batidos u otras elaboraciones líquidas que, a pesar de su sencillez, también forman parte de la cocina y de los menús del día a día. Si se hace bien, la cocina sin fuego puede ser una explosión de matices. Porque, a veces, cocinar menos quiere decir saborear más.