En un vídeo reciente publicado en su cuenta de Instagram @domivelez, el panadero español Domi Vélez, reconocido como el mejor panadero del mundo, lanza una advertencia clara y directa: no compres pan en el supermercado. Lo hace con una comparación visual muy sencilla pero impactante, que deja en evidencia las enormes diferencias entre un pan hecho con mimo en una panadería y ese pan industrial que suele encontrarse en gasolineras o grandes superficies. En el vídeo, Vélez empieza señalando el exterior del pan: el color de la corteza. En el pan artesano se nota una caramelización natural, un tono tostado que revela un horneado lento y controlado. Todo lo contrario ocurre con el pan de supermercado, cuya corteza es blanquecina y sin vida, lo que ya indica que algo no va bien desde el primer vistazo.
Por qué no comprar pan en el supermercado
Pero la diferencia no se queda solo en lo que se ve por fuera. Domi parte ambos panes por la mitad y muestra el interior. La miga del pan artesanal tiene estructura, aire, textura... es un pan que ha fermentado como debe y que ha respetado los tiempos. En cambio, el pan de supermercado presenta una miga más compacta, artificial y sin esa esponjosidad que caracteriza al buen pan. En términos simples: no tienen nada que ver uno con el otro.

Vélez continúa apelando al sentido del olfato. El aroma del pan hecho en una panadería de verdad huele a lo que tiene que oler: a cereal tostado, a tradición, a ingredientes reales. El del supermercado, en cambio, desprende un olor que recuerda más a levadura química, a aditivos industriales, a un producto que ha sido fabricado para durar mucho tiempo en la estantería, no para alimentar bien.
Lo que le falta de fermentación al pan tan blanco, terminará de fermentar en nuestro estómago
Uno de los aspectos más preocupantes, según el panadero, es lo que ocurre cuando comemos ese pan tan blanco y tan artificial. Al estar lleno de levadura, el proceso de fermentación no ha terminado cuando sale del horno. Por eso, se termina fermentando en el estómago, generando molestias e hinchazón. No es solo una cuestión de sabor o estética, sino también de salud.
El mensaje final de Domi Vélez es tan claro como contundente: dejemos de comprar pan en lugares que no respetan ni los ingredientes ni los procesos. Ni en supermercados, ni en gasolineras. Apostar por una panadería de barrio no solo es una forma de apoyar el comercio local, sino también una decisión que mejora la calidad de lo que comemos y cómo nos sienta. Porque un buen pan no solo se nota… se siente en el cuerpo.