Aunque pueda parecer un detalle sin importancia, la manera de conservar los huevos varía enormemente de un país a otro, y España y Estados Unidos son el ejemplo perfecto de esta diferencia cultural y sanitaria. En los supermercados españoles, los huevos se almacenan a temperatura ambiente, mientras que en Estados Unidos se venden siempre refrigerados y se recomienda mantenerlos en frío desde el primer momento. ¿Cuál es la razón de este contraste? La respuesta está en el tratamiento que reciben los huevos antes de llegar a nuestra cocina.
Por qué los huevos en España no se guardan en la nevera
En Estados Unidos, los huevos son lavados con agua caliente y productos químicos en cuanto salen de la granja, un proceso obligatorio por ley. Esta limpieza busca eliminar cualquier rastro de suciedad o bacterias, especialmente la temida salmonela, que puede causar infecciones intestinales. Pero este lavado agresivo elimina la cutícula natural del huevo, una fina película protectora que recubre la cáscara y actúa como barrera contra los microorganismos. Al quedar desprotegido, el huevo se vuelve mucho más vulnerable y, por eso, debe conservarse en frío desde el primer momento para evitar cualquier riesgo sanitario.

En Europa, y especialmente en España, la normativa es muy diferente. Aquí no está permitido lavar los huevos antes de su venta, precisamente para preservar esa cutícula protectora. El objetivo es que los huevos se mantengan protegidos de forma natural y que el consumidor sea quien los lave justo antes de usarlos, si es necesario. Como consecuencia, los huevos pueden conservarse perfectamente a temperatura ambiente sin que eso suponga un riesgo para la salud, siempre que se respeten unas condiciones básicas de higiene y frescura.
Además, el modelo europeo pone el foco en la prevención desde el origen: en lugar de lavar los huevos después de la puesta, se prioriza el control sanitario de las gallinas, su alimentación y el entorno donde viven. Esto reduce las probabilidades de contaminación desde la base y permite mantener intacta la protección natural del huevo.
El modelo europeo pone el foco en la prevención desde el origen
Eso sí, una vez que se ha refrigerado un huevo, es importante no volver a sacarlo a temperatura ambiente para evitar la condensación, que podría facilitar la entrada de bacterias. Por eso, en muchos hogares españoles sí se guardan en la nevera, aunque no sea obligatorio.

Como ves, no es que una forma sea mejor que la otra, sino que responden a sistemas de seguridad alimentaria distintos. Lo curioso es cómo algo tan simple como un huevo puede reflejar dos filosofías completamente diferentes en cuanto a la higiene, la prevención y la alimentación. Así que la próxima vez que compres huevos, fíjate bien: no solo estás llevando un ingrediente básico, también una pequeña muestra de cómo tu país entiende la seguridad alimentaria.