Vi la película de Gerard Oms en la que Mario Casas habla en catalán. No soy ninguna experta en cine, ni conozco la filmografía de Gerard Oms, pero el argumento de Muy lejos y su planteamiento me han interesado y me han interpelado: me han hecho enfadar y sonreír, y eso ya es mucho. En esta entrevista que le hizo nuestro colaborador de cine Àlex Montoya, el director Gerard Oms explica que Muy lejos es su historia: también salió del armario tarde, se fue a buscarse la vida a Holanda, etcétera. Lo que seguro que no forma parte de su historia personal es que Oms fuera un seguidor del Espanyol, hijo de clase baja y de nación española emigrada a Cataluña, pero la verdad es que todo vale para ver unos segundos del macho Mario Casas en pantalla, como bromeaba santamente con una amiga rumana: “solo aceptaría convertirme en un ama de casa aburrida por Mario Casas”, me dijo, valga la redundancia entre casa y Casas.

¿El catalán esclavista y el español bondadoso?

El catalán de la película queda reflejado no solo como un imbécil y un hipócrita, sino literalmente como un negrero: emparejado con una holandesa, el tipo cobra a los inmigrantes reales (es decir, a los extracomunitarios, los que necesitan papeles de verdad) por empadronarse en el piso de su novia. Enseguida nos damos cuenta de que Sergio (Mario Casas) se hace más amigo del marroquí al que conoce trabajando en mudanzas que de Manel (David Verdaguer), al que conoce en las clases de neerlandés. De hecho, en la cola para pedir sitio en el padrón de la casa de la novia de Manel también hay rumanos, que no cuentan del todo porque son europeos y no lo necesitan, pero es posible que para Oms los rumanos parecieran lo bastante pobres y desgraciados como para tener que pagar por el padrón. En 2009 ya hacía dos años que Rumanía estaba en la UE, y por lo tanto para un rumano era tan necesario un padrón como para un español (o un catalán, porque ya sabemos lo del DNI, ¿verdad?). Una cosa divertida es que aquí no nos damos cuenta de lo cerca que estamos de los rumanos, que no somos ni mucho más ricos que ellos ni mucho más refinados, pero eso ahora no viene al caso.

Manel el catalán dice con sorna a Sergio: “mira, me han echado, como a tu colega marroquí del bar”. Solemne, con un punto airado, Sergio responde: No es lo mismo, eh, no es lo mismo. Toda la historia de Cataluña de los últimos 50 años va sobre eso.

El caso es que en Más lejos, Manel el catalán aprieta a los inmigrantes “parias”, y vemos cómo lo hace. En un momento determinado, cuando el personaje vuelve hacia el aeropuerto de Schiphol tras cortar con su novia, Manel el catalán dice con sorna a Sergio: “mira, me han echado, como a tu colega marroquí del bar”. Solemne, con un punto airado, Sergio responde: No es lo mismo, eh, no es lo mismo. Esa frase la dice en castellano, y no es por casualidad: son las reminiscencias de la inmigración española en Cataluña, el recuerdo de los trayectos de la miseria para instalarse en barracas en Barcelona y sentirse ciudadanos de segunda pero hablantes de primera. Me atrevería a decir que toda la historia de Cataluña de los últimos 50 años va sobre eso.

En este intercambio en la estación de tren está todo: el catalán como blanco privilegiado, el hijo de descendientes de inmigrantes españoles pobres como más “noble” y cercano a los inmigrantes extracomunitarios (aunque no olvidemos que es un ultra del FC Espanyol, alguien poco inclinado a los extranjeros, digamos, pero viajar a Holanda lo transforma y lo pule, porque quienes le apoyan son los inmigrantes racializados).

No es lo mismo el amigo marroquí que ayuda a Casas que Casas, y tampoco es lo mismo el personaje de Casas que el que interpreta Verdaguer

Muy lejos toca las teclas de los problemas sociológicos de ahora. Mira la inmigración a la cara, y las diferencias entre inmigrantes: no es lo mismo el amigo marroquí que ayuda a Casas que Casas, y tampoco es lo mismo el personaje de Casas que el que interpreta Verdaguer. En un sentido estricto, Manel (David Verdaguer) y Sergio (Mario Casas) son lo mismo, porque los dos son europeos y en el fondo podrían ir y venir como quisieran (a diferencia de lo que les pasa a los marroquíes que aterrizan con una VISA efímera en Holanda). Pero, en un sentido más profundo, de subtexto, Manel y Sergio no son lo mismo: Cataluña no es España porque todavía quedan chicos como el que interpreta Verdaguer; cuando no queden, Cataluña será España, no tengamos ninguna duda.

Muy lejos no obvia el conflicto nacional, y eso es una buena idea: aparecen las tensiones inevitables, las dos patrias, siempre manchadas por la cuestión de clase. Mario Casas hace bien su papel, pero en su perjuicio podemos decir que lo hace bien porque hace el papel de siempre: el de español, atractivo y masculino. Sería más interesante ver cómo Casas hace el papel de David Verdaguer –Manel, el catalán de clase media y aficionado a ir al cine en versión original–, y a la inversa, ver a Verdaguer en el rol de hijo de inmigrantes andaluces de clase obrera, pero seguramente una cosa y la otra sería tan extraña que no funcionaría.

En definitiva, se ha ido “muy lejos” para acabar chapoteando en el lodazal de casa, en el auto-odio catalán que accidentalmente acaba por ser ofensivo contra los otros

Las gradaciones del privilegio y la contradicción de ser un inmigrante blanco

Gerard Oms ha querido redimirse, pienso yo, un poco desde el auto-odio clásico de los catalanes: el protagonista es Sergio, español pero buena persona, y el secundario es Manel, catalán pero mezquino. Gerard Oms claramente se parece más a Manel, pero ha querido transferir su historia a Sergio. En definitiva, se ha ido “muy lejos” para acabar chapoteando en el lodazal de casa, en el auto-odio catalán que accidentalmente acaba por ser ofensivo contra los otros (Oms eso ni se lo imagina, pero seguidme): representa a Manel como egoísta consentido y a Sergio, el hijo de inmigrantes andaluces, como “buen salvaje”, pero como salvaje al fin y al cabo. Soy catalán, somos privilegiados y malos, no como los inmigrantes españoles, que tienen el mal gusto de ser del Espanyol, pero que en el fondo tienen mejor corazón. Un poco esa es la sensación que he tenido. Oms se enfadaría, si leyera esto, porque seguro que no es consciente. Y su intención es buena: mejor retratar a un catalán antipático y a un español buena persona que seguir haciendo como si lloviera, es decir, como si el conflicto no existiera o fuera meramente un teatro de la política malvada.

A ver si Muy lejos se lleva algún premio: solo por los temas que trata y por las actuaciones, a mí me parece que lo merece

Dicho esto, la película me ha gustado. La relación distante entre estos dos personajes está bien, la ambivalencia de Sergio hacia su sexualidad está bien lograda, como también lo está el tratamiento de la inmigración a escala local y a escala global. Se ven las gradaciones del privilegio y las contradicciones de nuestro mundo, tan global y local a la vez. Todos hacen bien su papel, y ahora que lo pienso y que leía este artículo de Yeray S. Iborra en el que se pregunta si el Espanyol es cultura concluyo que quizá sí que está bien, que ver en la gran pantalla a los seguidores de este club no es muy habitual y podemos concederles este reconocimiento. A ver si Muy lejos se lleva algún premio: solo por los temas que trata y por las actuaciones, a mí me parece que lo merece.