En los últimos años, los batidos de proteína se han convertido en un complemento casi obligatorio para los jóvenes que entrenan en el gimnasio. Sin embargo, según la experta en nutrición Ángela Quintas, entrevistada en el pódcast Como Comes de la Cadena SER, quienes más deberían preocuparse por su consumo no son los deportistas de veinte años, sino los jubilados. La nutricionista explica que, a partir de cierta edad, el cuerpo experimenta una pérdida progresiva de masa muscular, un proceso conocido como sarcopenia, que puede tener consecuencias graves para la salud y la autonomía física. En este contexto, las proteínas no son un lujo deportivo, sino una necesidad biológica que puede marcar la diferencia entre envejecer con vitalidad o con fragilidad.

El complemento alimenticio que en realidad deberían tomar los jubilados

Lo que ocurre, según Quintas, es que las personas mayores tienden a reducir su consumo de proteínas porque, con los años, masticar carne o pescado se vuelve más difícil, y su dieta se desplaza hacia los hidratos de carbono: panes, sopas o pastas fáciles de comer pero nutricionalmente pobres. El problema es que sin suficiente proteína, los músculos se debilitan, y los huesos, ya de por sí más porosos y frágiles, pierden la protección natural que les brinda una masa muscular fuerte. El resultado es un mayor riesgo de caídas, fracturas y una recuperación mucho más lenta ante cualquier lesión.


Ante esta realidad, Quintas propone romper el tabú de los suplementos proteicos entre los mayores. “No hace falta ser atleta para beneficiarse de ellos”, explica. Las proteínas vegetales en polvo, como las de guisante, cáñamo o soja, son una opción excelente para incorporar a la dieta diaria de forma sencilla. Su uso no requiere ningún cambio radical: basta con añadir un cacito a un puré de verduras o una crema caliente para transformar un plato corriente en una comida completa y altamente nutritiva.

Con un cacito de proteína vegetal en polvo en un puré de verduras, podemos transformar el plato en una comida altamente nutritiva

Además, con unos pequeños gestos, se puede enriquecer aún más ese plato. Quintas sugiere añadir huevo cocido picado y un poco de jamón troceado a la crema para obtener una combinación perfecta: proteína de calidad, grasas saludables y sabor reconfortante. Es un ejemplo claro de cómo la alimentación funcional no tiene por qué ser aburrida ni complicada.

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Estos complementos, tan habituales en los jóvenes, también los deberíamos ver en casas de jubilados / Foto: Unsplash

Cada vez más estudios confirman que mantener una ingesta adecuada de proteínas en la tercera edad ayuda no solo a conservar la masa muscular, sino también a fortalecer el sistema inmunitario, mejorar la cicatrización de heridas y prevenir el deterioro cognitivo. En definitiva, la proteína no debería verse como un suplemento para deportistas, sino como un aliado del envejecimiento saludable. Así que, aunque hoy los polvos de proteína llenen los gimnasios, mañana deberían llenar las despensas de nuestros mayores. Porque cuidar el músculo, a cualquier edad, es cuidar la vida.