Qué bonito es abrir la nevera y verla llena de alimentos en todos los estantes y cajones. Un sentimiento agradable y satisfactorio. Ahora bien, hay productos que no tienen que pasar muchos días en la nevera si no queremos poner nuestra salud en juego. Entre otros, los huevos, los lácteos, la carne y, evidentemente, el pescado. En este caso, lo ideal es comerlo el mismo día en el que lo compramos. Lamentablemente, eso no siempre es posible. De hecho, con el ritmo atropellado del día a día, es frecuente reservar el pescado algunos días en la nevera o, también, congelarlo.

Cómo conservar el pescado: los mejores consejos

El pescado es un alimento muy vulnerable y que se estropea pronto. Por este motivo es muy importante conservarlo muy bien y, si no se comerá pronto, mejor congelarlo. Este es el primer consejo que tenemos que tener claro. Otro muy relevante es el hecho de tener claro, que, una vez lo compramos, cuanto menos tiempo esté fuera de la nevera, mejor. En relación con este punto, otra cosa fundamental es la procedencia del pescado, en función de donde venga también nos da información de cuánto tiempo hace que ha sido pescado. No es lo mismo que se trate de un pescado cosechado en las costas catalanas, que sea pescado en otro país europeo, por ejemplo.

Pescadores entrando pescado|pez a la lonja|palco de la Ràpita / Foto: Anna Ferràs - ACN
Pescadores con el pescado para vender en la lonja de la Ràpita / Foto: ACN

Cuando llegamos a casa, el primer paso es sacar el pescado del envoltorio en el que lo hemos comprado, lo lavamos con agua fría y le sacamos las vísceras, si no lo han hecho en la pescadería. Lo secamos un poco con un papel y lo ponemos encima un recipiente hermético con rejilla para que suelte debajo todos sus jugos. Seguidamente, hacia conservarlo en un lugar fresco, es decir, lo reservamos en la nevera, donde no tiene que estar más de 2 o 3 días por poder conservar el pescado correctamente. La temperatura tiene que ser constante y oscilar entre los 0 y 4 grados, en función de si lo ponemos en el congelador o en la nevera. Además, lo tenemos que guardar en la zona más fría del frigorífico.

Otro truco, seguramente no tan conocido y que es muy útil, es envolverlo bien con un trapo húmedo e ir revisándolo para que no pierda la humedad. También le podemos poner un poco de hielo picado por encima, pero nunca lo tenemos que dejar dentro de agua porque pierde todos los nutrientes. En caso de que el pescado esté fileteado, tenemos que evitar apilar los filetes, ya que aumentaría la humedad y eso es favorable por el desarrollo de bacterias. Además, los peces pequeños, tipo sardina y boquerón, los podemos poner sal grande que los ayudará a conservar mejor y evitará que se desarrollen bacterias. Pero atención, porque si lo que fuera, por ejemplo, es hacer sushi y consumir el pescado crudo te recomendamos que lo congeles previamente. Si cuando lo compras ya sabes que no es por consumo inmediato, puedes pedir en la pescadería que lo envasen al vacío, así ganarás unos días más, y envasado así también lo puedes congelar hasta tres meses.

Todas las opciones a tener en cuenta

Además de conservar el pescado en la nevera o en el congelador, también hay otros métodos útiles para alargar la duración, como ahora el salazón, el ahumado y la conserva. El salazón consiste en llenar el pescado con sal, creando un ambiente que impide la proliferación de microorganismos. El ahumado, muy utilizado en el ámbito de la restauración, se utiliza para curar el pescado mediante la exposición al humo; el salmón y el bacalao son ejemplos habituales. Con respecto a la conserva, se trata de cocinar el pescado en escabeche o con alguna salsa y almacenarlo en tarros de cristal bien cerrados herméticamente.