Tal día como hoy del año 1721, hace 304 años, en Mortlake (condado de Surrey, Inglaterra), moría el naviero Edward Colston, que había amasado una gran fortuna con el comercio de esclavos. Colston, nacido en 1636 en Bristol (Inglaterra), era hijo de un comerciante-importador de vinos y aguardientes procedentes de países mediterráneos, entre ellos Catalunya. Inicialmente, fue un agente de Worshipful Company of Mercers en varios puertos de la monarquía hispánica, como Sevilla o Barcelona, importando vino, textil, aceite y azúcar. Pero en 1680 se enroló en la Royal African Company, que tenía el monopolio inglés de comercio de oro, plata, marfil y esclavos. Entre 1680 y 1692 sería el responsable del transporte y venta de 84.000 hombres, mujeres y niños que fueron comercializados como esclavos. Se estima que unos 19.000 murieron durante los viajes.

Pero Colstein, además del comercio de esclavos, que lo convirtió en una de las primeras fortunas de Inglaterra, pasaría a la historia como la tercera pata del gran escándalo de corrupción que protagonizó el gobierno británico durante las negociaciones de paz de Utrecht (1713) para acabar con el conflicto sucesorio hispánico (1701-1715). En aquellas negociaciones, la delegación británica intentó que el Borbón hispánico aceptara la rendición de Catalunya —el único país peninsular austracista que aún resistía— a cambio de la conservación del edificio político foral catalán. Cuando parecía que los británicos harían valer el Tratado de Génova —que habían firmado con el partido austracista catalán al inicio del conflicto (1705), garantizando la conservación de las constituciones con independencia del resultado de la guerra— apareció la figura de Colstein.

Colstein convenció a sus socios comerciales Bolingbroke —líder del Partido Conservador, los llamados tories, en aquel momento en el poder— y Harley —miembro destacado del mismo partido y Lord del Tesoro, equivalente a primer ministro del gobierno británico— para que negociaran una paz rápida con el Borbón hispánico a cambio de la concesión del "Asiento de Negros" (el monopolio comercial que la Corona española ejercía sobre la totalidad del comercio de esclavos en la América colonial hispánica desde el siglo XVI). Pero el "Asiento de Negros" no fue transferido a la Corona británica, sino a una compañía privada participada por Bolingborke, Harley y Colstein. Cuando trascendió, se convertiría en el mayor escándalo de corrupción de la Inglaterra del siglo XVIII.