Tal día como hoy del año 1705, hace 320 años, y en el contexto de la guerra de Sucesión hispánica, el ejército de la alianza internacional austracista —formado por tropas inglesas, neerlandesas y catalanas— entraba en Barcelona y expulsaba al aparato de dominación del régimen borbónico. Este hecho se produjo tras la firma del Pacto de Génova (20 de junio de 1705) entre el mayoritario pero clandestino partido austracista catalán y el gobierno de Inglaterra, del desembarco aliado en Montgat y Badalona (22 de agosto de 1705) y de un asedio sobre el ejército borbónico, establecido en el interior de la ciudad, que solo fue capaz de resistir tres semanas (del 14 de septiembre de 1705 al 9 de octubre de 1705).
La entrada del ejército aliado y la salida del aparato de dominación borbónico tuvo una gran repercusión en aquel conflicto. Poco después (22 de octubre de 1705), Carlos de Habsburgo entraba en Barcelona, convocaba las Cortes catalanas y juraba las Constituciones de Catalunya (7 de noviembre de 1705). Esta sucesión de hechos tenía una lectura clarísima: Catalunya había despedido al Borbón como conde de Barcelona (Hombre Principal de Catalunya) y, en su lugar, había nombrado a Carlos de Habsburgo. El candidato austracista reconocería la valentía de los gobernantes austracistas catalanes convirtiendo Barcelona en la sede de la corte y de la cancillería Habsburgo en la península Ibérica.
El cambio de poder se precipitó del modo más impensable. Después de tres semanas de asedio, forzado por el poder borbónico local, un grupo de mujeres del barrio de la Ribera inició la revolución haciendo sonar las campanas de la basílica de Santa Maria del Mar. Esta revolución, formada por las clases populares de los barrios marineros y que abogaba por la entrada del ejército austracista y la proclamación de Carlos de Habsburgo, estaba liderada por Jerònima Peiró. Según las fuentes documentales, en la madrugada del 9 de octubre, aquel grupo de mujeres tendió una emboscada a una compañía de Tercios de Castilla, los desarmó y los encarceló en una mazmorra. Pocas horas después de este hecho, el virrey hispánico Fernández de Velasco abandonaba precipitadamente la ciudad.