Tal día como hoy del año 1620, hace 405 años, el rey Luis XIII de Francia y II de Navarra (segundo Borbón en el trono francés y tercero en el trono navarro) firmaba el decreto de anexión de la Corona navarra (el territorio formado por los vizcondados de Bearn Bigorra, Guiena, Tursan y Gabardan; el condado de Foix, y los señoríos de Albret, Perigús y Llemotges) a la Corona francesa. De esta forma, la Corona navarra después de ocho siglos de existencia (siglos IX a XVII) perdía definitivamente su independencia. Cabe decir también que los territorios peninsulares de la Corona navarra (entre el Pirineo y el Ebro) habían sido anteriormente invadidos por Fernando el Católico e incorporados al edificio político hispánico (1512), como un elemento más de aquel conjunto (Reino de Navarra).

La Corona navarra, inicialmente Reino de Pamplona —creado en 824 por Íñigo Arista—, había sido el primer dominio político unificado de los vascos, que poblaban el territorio desde el neolítico (VI milenio a.C.). Formada entre los Pirineos y la cuenca de Pamplona, alcanzaría su máxima expansión a caballo del año 1000, durante el reinado del rey Sancho III el Mayor, pasando a dominar un extenso territorio entre la Val d’Aran —al este— y los Picos de Europa —al oeste—, y entre el Cantábrico —al norte— y el río Duero —al sur. Posteriormente, perdería las marcas de Castilla, Rioja, Álava (actual País Vasco) y se segregaría el viejo condado de Aragón (convertido en reino). Pero, con los sucesivos cambios de dinastía, los Foix-Albret (coronados en el siglo XV), ganaría los territorios transpirenaicos.

En 1555 moría el rey Enrique II y el trono de Pau —la capital de Navarra tras la pérdida de Pamplona— pasaba a su hija Juana y a su yerno Enrique de Borbón. El hijo de ambos, también Enrique, que había heredado de su padre Borbón el título de duque de Vendôme, se convirtió en el jefe del partido protestante en las mal llamadas Guerras de Religión de Francia (1562-1598). Poco después, Enrique de Borbón y de Albret heredaría el trono navarro por la muerte de su madre (1572) y obtendría el trono francés por los pactos que debían poner fin al conflicto religioso (1589). Y eso sería el principio del fin de la Corona navarra. Enrique IV y sus sucesores se intitularían reyes de Francia y de Navarra, pero, con Luis XIII, el título de rey de Navarra se convertía únicamente en nominal.