La victoria del Real Madrid en Atenas contra el Olympiacos (3-4), correspondiente a la quinta jornada de la fase de liga de la Champions League, trajo alivio inmediato, pero también abrió una grieta que sigue generando ruido. Un partido vibrante, decidido por detalles, pero empañado por una pregunta que nadie ha sabido responder con claridad. ¿Qué pasó realmente con Jude Bellingham? ¿Por qué fue suplente? ¿Por qué jugó después? Y, sobre todo, ¿por qué Xabi Alonso insiste en una versión que no convence a nadie?

El primero en alzar la voz fue Alfredo Relaño. “Ahí hay algo que se oculta”, dijo en COPE. Para él, la explicación del club sobre las molestias en el sóleo era simplemente incompatible con los hechos. Si un jugador no está para empezar, ¿cómo va a estar para salir cuando el partido está en un momento delicado? La contradicción es evidente. Y esa contradicción, según muchos, nace de un discurso oficial que no cuadra.

Expediente X con Jude Bellingham contra el Olympiacos

Xabi Alonso habló antes del encuentro. Dijo que Bellingham “tenía molestias” y que “verían si lo necesitaban”. Pero el relato no encaja. El inglés entró en el minuto 61, con el equipo ganando 2-4, en un contexto en el que no tenía sentido arriesgar un músculo delicado. Para Relaño, aquello fue directamente un bulo. Una cortina de humo. Algo que el club no quiso explicar del todo. “Ahí hay gato encerrado”, insistió el veterano periodista.

La idea caló rápido. Otros analistas se sumaron a la sospecha. Manu Carreño lo calificó de “raro”. Antonio Romero habló de un “runrún interno” que el entrenador tendrá que resolver cuanto antes. Y todos coincidieron en lo mismo: la gestión del caso fue incoherente. Si Bellingham tenía un problema muscular, jugar 45 minutos es casi tan arriesgado como jugar 90. Si estaba sano, su suplencia es imposible de justificar. Y si no estaba bien, su entrada al campo lo es aún más.

Jude Bellingham Reial Madrid

Xabi Alonso no aclara el enigma

A este enigma se suma un segundo factor: el nivel del futbolista. Desde hace semanas, su rendimiento ha generado dudas. No sólo por las estadísticas, sino por las sensaciones. Está menos explosivo, menos preciso, menos dominante. Algunos incluso señalan que su rol dentro del sistema empieza a chirriar. Y eso alimenta un tercer elemento: la competencia interna. Arda Güler ha mostrado destellos importantes precisamente donde juega Bellingham. Y ese escenario obliga a Xabi Alonso a gestionar un equilibrio complicado.

Lo cierto es que el técnico no ha dado una explicación convincente. Repite que fueron “molestias”. Repite que quiso “protegerlo”. Pero el desarrollo del encuentro desmonta su versión. La impresión es que no cuenta toda la verdad. Que algo más sucedió. Que hubo un episodio interno, un desacuerdo, una decisión técnica controvertida o un gesto del propio jugador que el entrenador prefiere mantener en privado.