El Real Madrid atraviesa un momento complicado. Tres partidos seguidos sin ganar. Tres avisos. Tres señales de que el equipo no está bien. El empate 2-2 ante el Elche ha encendido aún más la preocupación. Falta ritmo, claridad y falta liderazgo. Se nota en cada jugada. Se nota en cada gesto.
El proyecto de Xabi Alonso genera dudas. El equipo no encuentra un estilo claro. No tiene fluidez. No tiene magia. Los cambios no funcionan. Ni los retoques tácticos ni las rotaciones. Todo parece estancado. Todo está en pausa. Y eso acentúa aún más la preocupación alrededor de jugadores que no rinden.
Eduardo Camavinga hace saltar las alarmas
Uno de ellos es Eduardo Camavinga. El francés, que en su regreso tras la lesión había mostrado una versión sólida, ha caído en un bache profundo. Muy profundo. Se le ve inseguro. Impreciso. Desorientado. Y lo más inquietante es que dentro del vestuario empiezan a circular sospechas. Camavinga fue clave en el Clásico, donde brilló y demostró personalidad. Parecía recuperado. Parecía listo para ser esencial. Pero ese nivel no duró.

Ni ante el Liverpool. Ni ante el Rayo. Ni ante el Elche. Bajó su intensidad y su precisión. Y cada partido dejó la misma sensación: algo no encaja. Una falta de compromiso alarmante que tiene a algunos pensando en que Camavinga podría tener un acuerdo para salir del Real Madrid en verano.
Compañeros le ven poco comprometido
Uno de los que ha expresado dudas es Jude Bellingham. El inglés observa todo con detalle. Y no pasa por alto lo que ocurre con el francés a su espalda durante los partidos. Le sorprenden sus fallos y le desconciertan sus desconexiones. Le inquietan sus partidos recientes. No entiende ese bajón tan repentino y marcado.

Y él no es el único. Mbappé, que le conoce bien de la selección, también ha mostrado preocupación. Otros pesos pesados empiezan a pensar lo mismo. Piensan que Camavinga no está centrado. Que su cabeza podría estar lejos y que quizás ya decidió cambiar de aires. Que el interés de otros clubes podría haberlo desestabilizado.
La sospecha sobre Camavinga se alimenta de un detalle clave: él siente que Alonso no le valora como merece. Cree que no tiene el protagonismo adecuado. Que su papel se ha reducido. Que corre el riesgo de convertirse en un simple revulsivo. Y con 23 años, eso le inquieta. Y, quizás, le esté empujando a pensar en nuevas oportunidades.