La derrota por 3-0 en Stamford Bridge cayó como un misil en el vestuario del Barça. Un golpe duro. Un aviso serio de que algo se ha roto. Y esta vez, Hansi Flick ha dejado de mirar hacia otro lado. Su paciencia se agotó. Su mensaje cambió. Y su decisión también. El técnico alemán ha tomado una medida dura.

La debacle azulgrana empezó con la expulsión de Ronald Araújo. Una acción que desnudó, otra vez, los problemas defensivos del equipo. No es nueva la historia. No es una sorpresa. Con Araújo, los episodios se repite una y otra vez. Siempre en noches grandes y en momentos decisivos. Y siempre con consecuencias devastadoras para el Barça.

Araújo, expulsado

Ronald Araújo detonó el enfado de Hansi Flick

Los antecedentes pesan. Araujo ya dejó al equipo con diez ante el PSG hace dos temporadas, cuando el Barça tenía una ventaja de dos goles en la eliminatoria. Lo repitió frente al Inter el año pasado, con marcajes cuestionables en los dos últimos goles de los italianos que condenaron al Barça. Y ahora reincide en Londres. Tres errores graves en tres escenarios clave. Tres noches que confirman que no gestiona bien la presión. Que no controla la tensión. Que no mantiene la calma cuando más hace falta. Y eso, en un jugador que atraviesa su octava temporada en el Barça, es inadmisible.

Ronald Araújo y Acerbi en el Inter-Barça de Champions League

Hansi Flick acabó enfadado con muchos jugadores. Porque una cosa es que él se equivoque a la hora de preparar el partido. Pero la bajada de brazos que protagonizó el equipo es intolerable. No obstante, Araújo fue el mayor centro de su enfado. A este nivel, un jugador no puede perder los nervios como los perdió el uruguayo. No puede comprometer a todo el equipo. No puede repetir el mismo error una y otra vez.

Araújo se va al banquillo

Por eso ha actuado. Por eso ha tomado la decisión más dura. Araújo irá directo al banquillo. No jugará contra el Alavés. No será titular salvo emergencia. Tendrá tiempo para reflexionar. Para asumir su parte. Para entender que el Barça no puede permitirse más tropiezos. Y que Flick no está dispuesto a seguir pagando el precio.

El calendario aprieta. Primero el Alavés. Un rival accesible. Un partido para recuperar aire. Para recomponer la confianza. Pero después llega el choque grande: el Atlético de Madrid. Un examen serio. Un rival directo. Una batalla que medirá la resiliencia del grupo. Y la autoridad de Flick en el vestuario.

Luego vienen las visitas complicadas: Betis en La Cartuja. Villarreal en La Cerámica. Campos duros. Equipos intensos. Retos de verdad. Y más adelante, el reencuentro amargo: la Champions contra el Eintracht, un recuerdo que aún duele. Y la Copa del Rey lejos de casa, siempre traicionera.