El incendio que el miércoles por la tarde arrasó varios bloques residenciales del complejo Wang Fuk Court, en Tai Po, ha sacudido Hong Kong con una intensidad que trasciende el desastre material. Las llamas, que comenzaron a las 14:52 h en el entramado de escaleras y andamios externos del edificio Wang Cheong House, avanzaron rápidamente hasta afectar siete de los ocho edificios del recinto, un conglomerado denso de casi 2.000 pisos donde viven aproximadamente 4.800 personas, muchas de ellas de edad avanzada. Las autoridades han confirmado decenas de muertos, entre ellos un bombero de 37 años, y el número de desaparecidos y heridos críticos continúa aumentando con el paso de las horas.

hong kong efe (2)
EFE

Aunque la causa inicial del incendio continúa bajo investigación, varios elementos apuntan a una combinación de vulnerabilidades estructurales, circunstancias casuales y decisiones negligentes. El uso de andamios de bambú –una práctica tradicional que aún perdura en Hong Kong– actuó como catalizador de una propagación fulgurante. El bambú, junto con la red protectora y materiales plásticos que rodeaban los edificios en plena fase de mantenimiento, constituyeron un combustible perfecto para un incendio vertical e incontrolable. También se descubrió que una parte de las ventanas de uno de los bloques no afectados habían sido selladas con espuma por la empresa de mantenimiento, un hecho que podría haber impedido la ventilación y la evacuación en caso de necesidad.

La respuesta de emergencia

La respuesta de emergencia movilizó unos 200 camiones de bomberos y más de 100 ambulancias, en una de las operaciones más grandes de la ciudad en los últimos años. Aun así, las dificultades fueron inmediatas: la caída continua de escombros y el calor extremo impedían el acceso a los pisos superiores de los edificios de 31 plantas, donde se temía que quedaran atrapadas numerosas personas. Además, muchos residentes no escucharon la alarma de incendio porque, debido a las obras, mantenían las ventanas cerradas; una fatal coincidencia que podría haber incrementado la cifra de víctimas.

A medida que la magnitud de la tragedia se hacía evidente, la reacción institucional escaló. Desde Pekín, el presidente Xi Jinping instó a las autoridades hongkonesas a poner todos los recursos disponibles para extinguir las llamas y expresó su pésame a los familiares de las víctimas. El líder de la ciudad, John Lee, confirmó el jueves por la mañana que más de 900 personas habían buscado refugio en centros provisionales habilitados de urgencia.

Debate abierto

El incendio abre también un debate necesario sobre la seguridad en la construcción y las prácticas aún vigentes en el territorio. Aunque Hong Kong había iniciado el proceso de reducir el uso de bambú en obras, tras 22 muertes relacionadas con andamios entre 2019 y 2024, este desastre podría acelerar la revisión de protocolos y materiales. Además, pone en cuestión las inspecciones de seguridad vinculadas a los procesos de rehabilitación de edificios, especialmente en complejos densos donde un fallo puntual puede convertirse en una catástrofe comunitaria

A pesar de que el jueves por la mañana las llamas habían disminuido, algunos apartamentos continuaban ardiendo, mientras la ciudad observa con incertidumbre el balance final de una tragedia que ha dejado una herida profunda y que probablemente marcará un antes y un después en las políticas de seguridad urbana de Hong Kong.