Rusia continúa modificando su marco legal y administrativo para reforzar el apoyo a los combatientes que participan en la guerra de Ucrania, y la última decisión del gobierno de Mijaíl Mishustin se inscribe claramente en esta línea. Durante una reunión con miembros del gabinete, el primer ministro ruso anunció que el tiempo de servicio en las formaciones voluntarias implicadas en lo que llaman “operación militar especial” se computará también para el cálculo de las pensiones por antigüedad. Hasta ahora, este período solo se tenía en cuenta para la pensión de seguro por edad, pero el nuevo cambio amplía significativamente las ventajas para los participantes.
Mixustin subrayó que esta medida se aplicará no solo a los voluntarios que sirven en el frente, sino también a personal militar, bomberos y otros miembros de agencias de seguridad que cumplan funciones en el marco de la guerra. El gobierno, dijo, debe tramitar el proyecto de ley con la máxima urgencia para que pueda entrar en vigor el 1 de enero del próximo año. Según el primer ministro, esta reforma se ha redactado por orden directa del presidente ruso, Vladímir Putin, que ha insistido reiteradamente en que todos los voluntarios “que con las armas en las manos defienden los intereses de Rusia, luchan por ella y arriesgan su vida y salud” deben estar en “condiciones absolutamente iguales”.
Más allá del contenido estrictamente administrativo, esta medida se enmarca dentro de una estrategia más amplia del Kremlin para garantizar un flujo constante de personal dispuesto a combatir. La guerra en Ucrania, que dura ya más de dos años y medio, ha impuesto a Rusia unas necesidades de mano de obra militar muy superiores a las previstas inicialmente. Aunque Moscú evita oficialmente hablar de movilizaciones masivas adicionales –después del fuerte impacto social que tuvo la movilización parcial de 2022–, el gobierno ha ido creando incentivos cada vez más generosos para mantener el número de combatientes.
El mecanismo para atraer hombres de mediana edad
La decisión de incluir el servicio voluntario como tiempo computable para pensiones de antigüedad es, de hecho, uno de los mecanismos más efectivos para atraer a hombres de mediana edad, muchos de los cuales ven en el futuro de su pensión un factor decisivo. Este tipo de medidas complementan otros incentivos económicos que el Kremlin ha implementado: primas de incorporación, incrementos salariales, condiciones preferentes para créditos, ayudas a familiares y seguros especiales por lesiones o muerte en combate.
También cabe destacar el elemento simbólico del mensaje enviado por Putin y reforzado por Mishustin: igualar a todos los combatientes, ya sean soldados profesionales o voluntarios. En un momento en que Rusia necesita mantener la moral en el frente y asegurarse la lealtad de un amplio abanico de participantes, esta retórica juega un papel crucial. Presentar a los voluntarios como héroes en igualdad de condiciones con los militares de carrera ayuda a legitimar un modelo de guerra prolongada que requiere una movilización social constante.
Este movimiento también evidencia la presión a la que se enfrenta el gobierno ruso. Con las bajas acumuladas y con un frente que exige refuerzos continuos, Moscú se ve obligado a hacer más atractivo el servicio voluntario. La extensión de beneficios posteriores al combate es una manera de intentar evitar una nueva movilización obligatoria que podría generar tensiones internas y descontento social.
La reforma de las pensiones, por tanto, no es solo una cuestión burocrática: es una pieza más en una arquitectura de presión e incentivos que busca garantizar la capacidad militar rusa en un conflicto que no muestra signos de concluir pronto. El gobierno continúa ajustando leyes y compensaciones, indicando que Rusia se prepara para una guerra larga y que necesita cada vez más hombres dispuestos a combatir.