Ahora que ya tenemos la Via Laietana acabada, eso sí, entre críticas por la configuración de la movilidad, en especial por la inexistencia de un carril bici segregado en dirección mar, así como por la ausencia de árboles, en este Barcelona Exprés os invitamos a echar una mirada a la plaza de Ramon Berenguer el Gran, la más monumental de las que se encuentran en esta vía.

 

La misma plaza fue producto de la abertura de la Via Laietana a principios del siglo XX, cuando se aprovechó para crear un espacio que permitiera una visión global de los restos de la muralla romana y las construcciones medievales que se situaron por encima. Se trata, pues, de una plaza planificada donde anteriormente había edificios y calles, que desaparecieron para siempre. De hecho, la abertura de la Via Laietana sirvió para esponjar la Barcelona histórica y crear una arteria de conexión entre el puerto y el Eixample, pero también para destacar el legado histórico y monumental de todo un conjunto donde se fusionan la ciudad romana y la medieval y que ya en aquel momento se concebía, también, como un reclamo turístico. De hecho, hubo varios proyectos para dar forma a esta plaza, entre los cuales había uno que incluía un acceso directo a la plaza del Rei, por medio de una rampa que conectaba con la Via Laietana.

En el centro de la plaza encontramos la estatua ecuestre de Ramon Berenguer tercero, llamado el Grande. Fue colocada en el año 1950, a partir de un proyecto de Josep Llimona muy anterior, de 1888, y representa la figura de este conde de Barcelona a caballo. Durante su gobierno (1097-1131), el casal de Barcelona incorporó los condados occitanos de Provenza, de Millau, de Gavaldà y de Carlat, los condados pirenaicos de Cerdanya, de Conflent y de Ripoll, y los territorios fronterizos y deshabitados del Camp de Tarragona y de la llanura de Urgell, que permitirían la restauración de la archidiócesis de Tarragona.

Estatua aparte, lo más interesante de la plaza es su telón de fondo, donde podemos ver los restos de las torres y de,l lienzo de la muralla romana, del siglo IV, con detalles como el reaprovechamiento de elementos para dotar de consistencia esta construcción defensiva. Por encima de la muralla, en el centro de la plaza, vemos las paredes exteriores de la capilla de Santa Àgata, parte integrante del Palau Reial Major, construida en el siglo XIV y una de las maravillas góticas de la ciudad.

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Ahora bien, como ya explicamos cuándo hablamos de la plaza de Sant Felip Neri, aquí también hay un poco de trampa. Fijémonos en el edificio que cierra la plaza en dirección a la Catedral. ¿Verdad que está integrada en el conjunto medieval con su fachada de sillares de piedra de Montjuïc? Pues es una recreación moderna, del siglo XX. Pero cuela, ¿verdad?