Tal día como hoy del año 1131, hace 893 años, en Barcelona, moría Ramón Berenguer III, sexto conde independiente de Barcelona y uno de los grandes impulsores del proceso expansivo catalán. Durante su gobierno (1097-1131), el casal de Barcelona incorporó los condados occitanos de Provenza, de Millau, de Gavaldà y de Carlat, los condados pirenaicos de Cerdanya, de Conflent y de Ripoll, y los territorios fronterizos y deshabitados del Camp de Tarragona y de la Plana d'Urgell, que permitirían la restauración de la archidiócesis de Tarragona (la independencia de los obispos catalanes con respecto al arzobispo de Narbona) y la conquista de Tortosa y de Lleida, las últimas grandes plazas andalusíes en el norte del Ebro.

El éxito político de Ramón Berenguer III se basaba en la combinación de una calculada política matrimonial y de una acertada presión militar. Se había casado tres veces. La primera con María Díaz de Vivar, hija del Cid Campeador, con el propósito de establecer un derecho preferencial del casal de Barcelona sobre el antiguo dominio valenciano de su difunto suegro. Esta opción la haría efectiva su tataranieto Jaume I. La segunda con Almodis de Mortain, sobrina de Guillermo el Conquistador. Esta opción forjaría una alianza entre Barcelona e Inglaterra. Y la tercera, con Dulce, condesa independiente de Provenza. Con esta opción, Barcelona y Provenza firmarían una unión dinástica que sería efectiva hasta 1267.

Ramón Berenguer III imprimió una nueva cultura de guerra a las oligarquías militares catalanas. Era hijo de Mafalda de Pulla-Calàbria, una princesa de la casa normanda de origen vikingo de los Hauteville, que, como mercenarios, habían hecho fortuna en el sur de la península italiana y en la isla de Sicilia (habían alcanzado la creación y la dirección del ducado independiente de Calabria que, como el condado de Barcelona, estaba bajo la protección del pontificado). Y había sido esposo de la hija del Cid y de una sobrina del primer rey inglés de origen vikingo. A partir de Ramón Berenguer III, el conde "vikingo", la expansión territorial de los soberanos del Casal de Barcelona sería constante, y culminaría con la creación del Imperio medieval catalán del Mediterráneo (siglos XIII en XV).