Las largas jornadas laborales cada vez son más habituales como secuencia del frenético ritmo de vida al que la mayoría de la sociedad está sometida. Sin embargo, trabajar muchas horas no solo es agotador físicamente, sino que también puede alterar la estructura interna del cerebro, y en especial, en las áreas asociadas a la regulación emocional y a la función ejecutiva, como la memoria de trabajo y la capacidad de resolución de problemas. Esta es la principal conclusión de un estudio preliminar publicado en la revista científica Occupational and Environmental Medicine y liderado por un grupo de la Universidad Chung-Ang y otro de la Universidad Yonsei (República de Corea) que ha analizado el cerebro de trabajadores sanitarios de diferentes instituciones coreanas.
En concreto, se ha elaborado con 110 profesionales de la salud, la mayoría médicos, y para observar las diferencias seleccionaron profesionales que hacían un horario estándar de 40 horas semanales, y otros 32 que trabajaban 10 horas diarias, es decir, 52 horas o más a la semana. Todos contestaron un cuestionario para determinar el nivel de estrés, la carga laboral y el impacto del trabajo en la suya cotidiana y además se sometieron a una resonancia magnética para poder estudiar la estructura del cerebro. La investigación ha encontrado cambios significativos en los cerebros de las personas que trabajaban en exceso, provocado por una combinación de sobreesfuerzo físico y emocional, además de la falta de descanso.
Exceso de trabajo: un riesgo para la salud
El estudio liderado por un grupo de la Universidad Chung-Ang y otro de la Universidad Yonsei (República de Corea) señala que "las jornadas laborales excesivas" podrían estar relacionadas con cambios en regiones clave del cerebro relacionadas con la regulación emocional, la memoria de trabajo e incluso, en la toma de decisiones. Los investigadores apuntan que este fenómeno podría producirse más en personal del ámbito sanitario que acostumbran a hacer turnos de más de 24 horas seguidas o acumulan más de 52 horas de trabajo semanal. "Los resultados subrayan la importancia de abordar el exceso de trabajo como un problema de salud", defienden.
Los resultados obtenidos con la técnica de neuroimagen son reveladores. Los voluntarios que trabajan más horas, tenían un 19% más de materia gris en diferentes regiones del cerebro en comparación con el resto de compañeros que tienen un horario estándar. Los cambios más significativos en hasta 17 zonas del cerebro, y destaca el giro frontal medio y superior, que están implicados en la atención, la planificación, toma de decisiones o el control emocional, así como la ínsula —estructura clave en la percepción emocional y la conciencia corporal. Los investigadores apuntan que este aumento del volumen podría reflejar la respuesta adaptativa del cerebro en el estrés crónico laboral. Joon Yul Choi, coautor del estudio y profesor adjunto del Departamento de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Yonsei, afirmó en la CNN que estos cambios podrían ser, al menos en parte, reversibles si se revierten los factores de estrés ambiental. Los investigadores apuntan que podría ser que también influyeran la privación de sueño, palabra habitual en gente con jornadas laborales extendidas, y el estrés.