Aunque no es un alimento que se consuma en todo el planeta en el día a día, en Occidente la leche de vaca forma parte de nuestra dieta. La consumimos en el desayuno aunque no solo, sino que en cualquier momento sirve como ingrediente de los muchos alimentos que ingerimos.

Hablar de qué supone consumir leche de vaca, como si se pudiera generalizar, no se ajusta demasiado a la realidad, puesto que conviene distinguir el tipo de leche y la persona que la consume.

Cuando nos acercamos a un supermercado, podemos distinguir distintos tipos de leche de vaca. Desde la leche fresca o de larga duración, pasando por entera, semidesnatada, desnatada, orgánica, sin lactosa, con vitaminas u omega 3, hasta cruda. La variedad es cada vez mayor.

Botellas

Nutrientes

 

Desde el punto de vista nutricional, la leche destaca por sus contenidos de proteína, calcio, fósforo, potasio, vitamina D, fundamentalmente, pero también contiene otras sustancias como la colina, el magnesio, la riboflavina y las vitaminas A, B6 y B12.

En cuanto al calcio, este muchas funciones necesarias para el cuerpo. Desarrolla y mantiene los huesos y los dientes sanos, ayuda en la coagulación de la sangre y la cicatrización de las heridas, mantiene la presión arterial en sus niveles adecuados, así como las contracciones musculares, entre los que están los latidos del corazón.

La colina es nutriente importante que ayuda con el sueño, el movimiento muscular, el aprendizaje y la memoria. Mantiene la estructura de las membranas celulares, favorece la transmisión de los impulsos nerviosos, la absorción de la grasa y reduce la inflamación crónica.

El potasio está asociado con un menor riesgo de accidente cerebrovascular, enfermedades cardíacas, presión arterial alta, protege contra la pérdida de masa muscular, preserva la densidad mineral ósea y ayuda a que no se formen reducción cálculos renales. Una dieta alta en potasio se asocia con un 20 por ciento menos de riesgo de muerte.

La vitamina D es importante para la formación, crecimiento y reparación de los huesos. También juega un papel en la absorción de calcio y la función inmune. Su deficiencia, cada vez más común, está asociada con la osteoporosis, la depresión, la fatiga crónica, los dolores musculares, el síndrome premenstrual y hasta con los cánceres de colon y mama.

Riesgos

 

No son pocas las personas que deciden eliminar de su dieta el consumo de lácteos, ya sea porque se hacen veganos, porque recurren a otras dietas como la paleo o para tratar de reducir algunos padecimientos concretos.

Además, ha calado bastante hondo en la sociedad que los humanos somos la única especie que continúa consumiendo leche después de que seamos destetados, por lo que infieren que beber leche no sería natural en la edad adulta.

También hay quienes no toman leche porque les causa alergias, intolerancias o problemas de sensibilidad.

Desayuno

La intolerancia a la lactosa tiene cuando una persona no tiene la suficiente enzima necesaria para descomponer el azúcar que se encuentra en la leche para una digestión adecuada. Quienes padecen de intolerancia a la lactosa pueden sufrir diarreas, gases o hinchazón abdominal. Sin embargo, algunos intolerantes sí pueden consumir yogures o quesos hechos con leche con lactosa o tomar café con un poco de leche con normalidad.

La alergia a la leche es algo más grave. Es una reacción inmunológica anormal debido a la cual el sistema inmunitario produce anticuerpos alérgicos que pueden causar vómitos, diarreas, eccemas, asma, neumonía e, incluso en algunos casos, un shock anafiláctico que puede llegar a resultar mortal. Los alérgicos a la leche deben evitar cualquier producto lácteo.

Por último, también existe otro tipo de intolerancia distinto al de la lactosa. Se trata de la intolerancia a la caseína, que es una proteína de la leche. Puede desencadenar inflamación en todo el cuerpo, producir congestión sinusal, brotes de acné, erupciones cutáneas y migrañas.