Dormimos buena parte del día y para cualquiera de nosotros es nuestro espacio de descanso, de desconexión. Sin embargo, no es una situación pasiva ni una falta de vigilia, sino que el sueño es un estado activo para nuestro cerebro. De hecho, durante este tiempo, tienen lugar cambios de las funciones corporales, además de actividades mentales de enorme trascendencia para el equilibrio psíquico y físico las personas. Mientras dormimos, se producen cambios hormonales, bioquímicos, metabólicos y de temperatura, imprescindibles para el buen funcionamiento del ser humano durante el día.

El sueño tiene varias fases. La primera es la de la somnolencia. El organismo se relaja, inicia una distensión muscular y uniformiza la respiración. Si en este tiempo se realizara un electroencefalograma, se observaría una actividad cerebral más lenta que la que existía en vigilia.

Dormida

A continuación, se pasa a la fase 2, en la que las ondas cerebrales se vuelven más lentas. Y después iniciamos un sueño más profundo, que se suele denominar la fase de sueño lento o fase 3-4. Las ondas son muy lentas y es necesario que se produzcan fuertes estímulos para despertarnos. Esta etapa dura 60-70 minutos y después se vuelve a pasar a la fase 2, que nos lleva después a la famosa fase REM (rapid eye movement), en la que tienen lugar los movimientos oculares rápidos.

Las cuatro fases forman un ciclo que dura entre 90 y 100 minutos y que se repite en 4 o 5 ocasiones durante toda la noche. También se suelen producir alrededor de 6-8 despertares de muy corta duración –alrededor de 30 segundos–.

Nos dormimos en la fase 1 y luego seguimos los ciclos, pero no se puede entrar directamente en fase REM o a un sueño muy profundo de forma inmediata, en esto hay un orden. En la primera mitad de la noche, pasamos más tiempo en la fase del sueño profundo y en la segunda mitad en las fases 2 y REM. Como curiosidad, la fase REM predomina hacia el final de la noche y si nos despertamos en ella, es cuando podemos recordar los sueños.

En cuanto a la función que cumplen estos ciclos, es importante tener en cuenta que se cree que está relacionada con la remodelación de las conexiones sinápticas entre las neuronas. En concreto, el sueño de ondas lentas tiene funciones anabólicas, de mantenimiento y de recuperación de sustancias endógenas, como las hormonas. También parece tener que ver con la síntesis de hormona del crecimiento y con funciones inmunológicas.

Sueño

La fase REM, por su parte, parece que está implicada en los procesos de memoria y aprendizaje, mediante mecanismos activadores generales que promueven la síntesis de proteínas. Si se produce una privación del sueño en esta fase se presentan dificultades para recordar aprendizajes, así como la adquisición de nuevos conceptos al día siguiente. También se sabe que las situaciones nuevas que se nos presentan en la vida, las emocionalmente impactantes o las críticas que nos producen más estrés y requieren más nuestra atención, se traducen en un incremento de la proporción de sueño REM.