Las dietas con un alto índice de alimentos procesados son muy nocivas para la salud. Y sus perjuicios son más rápidos y potentes de lo que se pensaba. Así queda patente en un estudio llevado a cabo por la Universidad de Ohio, cuya autora principal, la doctora Ruth Barrientos, destaca que “el hecho de que estemos viendo estos efectos negativos tan rápidamente es un poco alarmante”.

Según las conclusiones de la investigación, basta con cuatro semanas de una dieta de alimentos altamente procesados ​​para producir una fuerte respuesta inflamatoria en el cerebro, sobre todo en el caso de las personas mayores, en los que se desencadena determinados signos como la pérdida de memoria.

Para llevar a cabo la investigación, que se realizó en ratas, se utilizaron alimentos como patatas fritas, bocadillos, platos congelados, pasta rápida, pizza o carne procesada. El consumo de todos estos alimentos está asociado con obesidad y diabetes tipo 2, pero es que además, la investigación concluye que en la población más mayor, también puede producir déficits de memoria significativos y abruptos, lo que aumenta la probabilidad de padecer enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.

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El estudio se ha publicado en la revista Brain, Behavior, and Immunity. Los expertos analizan cómo una dieta poco saludable puede desencadenar una inflamación en el cerebro envejecido, con un enfoque específico en las regiones del hipocampo y la amígdala. Este trabajo se basa en su investigación anterior que sugiere que una dieta alta en grasas a corto plazo puede provocar pérdida de memoria e inflamación cerebral en animales más viejos, y que los niveles de DHA son más bajos en el hipocampo y la amígdala del cerebro de la rata envejecida.

El equipo de investigación escogió un grupo de ratas de entre 3 y 24 meses. A algunos se les proporcionó una comida equilibrada (32% de calorías provenientes de proteínas, 54% de carbohidratos complejos a base de trigo y 14% de grasas), a otras una dieta altamente procesada con un 63,3% de carbohidratos refinados (almidón de maíz, maltodextrina y sacarosa) y a otras la misma dieta procesada suplementada con Omega 3.

La activación de genes vinculados a una poderosa proteína proinflamatoria y otros marcadores de inflamación se elevó significativamente en el hipocampo y la amígdala de las ratas que consumieron la dieta procesada sola en comparación con las ratas jóvenes con cualquier dieta y las ratas mayores que consumieron suplementos de Omega 3. Las ratas con la dieta ultra procesada olvidaron haber pasado tiempo en un espacio desconocido en unos pocos días, una señal de problemas con la memoria contextual en el hipocampo, y no mostraron un comportamiento de miedo anticipatorio a una señal de peligro, lo que sugirió que había anomalías en la amígdala.

Los resultados también mostraron que la suplementación con Omega 3 de las dietas de alimentos procesados ​​consumidas por las ratas mayores previno de manera efectiva la respuesta inflamatoria elevada en el cerebro, así como los signos conductuales de pérdida de memoria.