Los historiadores bautizaron como Pax Romana el largo período de estabilidad en el Imperio Romano entre el final de la República, con la guerra civil entre quien sería el primer emperador, Octavio, y la glamurosa pareja Marco Antonio-Cleopatra, y la crisis del siglo III, antesala del colapso. Desde que Oriol Junqueras volvió a la presidencia de Esquerra Republicana (ERC), en segunda vuelta y después de la debacle electoral que fracturó el partido por la mitad, solo ha pasado un año y no los dos siglos que hicieron grande el imperio de los césares. Pero lo cierto es que ERC, que tocó fondo con el severísimo batacazo electoral en las elecciones catalanas del 12 de mayo de 2024 y el escándalo de la grotesca campaña B, empieza a respirar e incluso mejora en las encuestas. El repliegue de los críticos a Junqueras, aunque se mantienen focos de conflicto como el de Barcelona, ha contribuido a pacificar las estructuras de la formación.
Junqueras recuperó el control orgánico de ERC tras dimitir para anunciar que volvería si así lo aprobaban los militantes en la durísima resaca de las elecciones del 12-M. Todavía muchos preguntan en ERC por qué adelantó las elecciones el president Pere Aragonès. El resultado fue un batacazo sin paliativos. ERC perdió la presidencia de la Generalitat, que ostentaba por primera vez desde 1980, y un Govern administrado en solitario, al 100%, a raíz de la salida de Junts per Catalunya. Por el camino se dejó 175.000 votos, pasando de 605.000 a 431.000, y vio reducido su grupo parlamentario de 33 a los actuales 20 diputados. Tras una consulta interna con las bases en estado de shock, hizo presidente al socialista Salvador Illa en un Parlament donde, también por primera vez, el nacionalismo catalán, independentista o soberanista, no tiene la mayoría.
El revés electoral se vio amplificado por el escándalo de los carteles de los Maragall, producto de una oscura gestión de la estrategia de campaña electoral. Y, sobre todo, por la ruptura del hasta entonces exitoso tándem Oriol Junqueras-Marta Rovira, con la secretaria general, también dimisionaria, alineada con el sector crítico articulado para impedir el retorno del líder a la presidencia. Rovira volvió del exilio de seis años y medio en Suiza, una vez archivada la causa del Tsunami Democràtic, para “acabar el trabajo que empezamos”. Pilotó las negociaciones para investir presidente al socialista Salvador Illa. Y fracasó en la operación para tumbar a Junqueras aprovechando su propia marcha, acaso en un intento de emular el mítico final de Moby Dick y el capitán Ahab. Rovira volvió a Ginebra, ahora en plena libertad. Y Junqueras ha continuado navegando en Catalunya.
El 14 de diciembre de 2024, el político de Sant Vicenç dels Horts se impuso finalmente en una segunda vuelta de las primarias a la presidencia y la secretaría general del partido, haciendo tándem con Elisenda Alamany al frente de la candidatura Militància Decidim. Recogió un exiguo, pero finalmente decisivo 52,2% de los votos frente a la lista Nova Esquerra Nacional, el NEN, liderada por Xavier Godàs y avalada por Rovira y Aragonès, además de veteranos de la vieja guardia del partido, y que consiguió un 42,2%. Junqueras había sido también el más votado en la primera vuelta, el 15 de noviembre, pero no había alcanzado el 50% necesario para proclamarse ganador: en concreto, había obtenido un 48,3% de los votos, con la lista de Godàs en segundo lugar, con un 35,3%, y una tercera, la de Helena Solà, al frente de Foc Nou, con un 12,6%.
El congreso de Martorell
El segundo acto del regreso de Junqueras a la sala de máquinas de ERC se escenificó en el congreso de Martorell, el 30º del partido, el 15 de marzo de 2025. Las votaciones de las tres grandes ponencias materializaron el inicio de la Pax Junqueriana con un apoyo a la búlgara: la ponencia política recibió un 89,75% de votos a favor; la estatutaria, un 89,25% y la estratégica, Objectiu 2030, que sitúa en 2031, fecha del centenario de la fundación del partido, la consecución de una “mayoría sólida y estable por la independencia”, un abrumador 92,3%. También fue aprobado el denominado informe Tardà, que atribuyó la autoría de la esperpéntica campaña B de acciones de falsa bandera para atraer el voto al equipo de comunicación del partido que dirigía el viceconseller Sergi Sabrià, el hombre fuerte de la comunicación en Palau y en la sede nacional de la calle Calàbria de Barcelona. El sector de Godàs retiró las enmiendas pensadas para impedir que Junqueras fuera de nuevo candidato a la Generalitat. Aragonès no asistió a la clausura del congreso de Martorell.
Pero, ¿hasta qué punto Junqueras ha conseguido suturar las heridas internas de Esquerra? El conflicto de la federación de Barcelona, con la reciente dimisión de la mitad de la permanente por desacuerdos con la presidenta de la federación, Creu Camacho, permite visualizar bien cómo ha evolucionado la fractura interna. Camacho, que era la candidata de los críticos y que se impuso a la junquerista Eva Baró, es ahora cuestionada por una parte de quienes la apoyaron por el hecho de que, según explican fuentes del partido, ha asumido desde la discrepancia el liderazgo de Junqueras. Los díscolos habrían intentado cortocircuitar la celebración de las primarias para elegir candidato a la alcaldía de Barcelona. Hoy por hoy, solo se ha propuesto la secretaria general, Elisenda Alamany.
Lluís Salvadó, el pilar de Junqueras
La victoria final de Junqueras en las primarias de hace un año y el desmantelamiento del aparato rovirista en el partido ha tenido en la figura de Lluís Salvadó un artífice decisivo. El de la Ràpita, hombre clave en ERC en los últimos 20 años, expresidente del Puerto de Barcelona, y ex alto cargo de Junqueras en Economia durante el Govern del procés, por el que fue procesado, también ha vuelto a la trastienda del partido, donde ejerce como puntal orgánico y político de Junqueras. Salvadó ocupa el cargo de director general de ERC, con responsabilidades gerenciales y financieras, pero también políticas. No en vano es el plenipotenciario de Junqueras en la negociación con el PSOE y los ministerios del gobierno Sánchez. A la vez, y junto al mismo Junqueras, ostenta la interlocución en Catalunya con el president Salvador Illa. Tras ser nombrado con Junqueras de nuevo en la presidencia del partido, Salvadó expulsó al exresponsable de cumplimiento interno, Xavier Mombiela, autor de un primer informe interno sobre los carteles de los Maragall cerrado en falso
En el Parlament, Junqueras ha mantenido en la presidencia del grupo republicano a Josep Maria Jové, otro veterano y ex alto cargo de Economía procesado por el 1-O en el TSJC, como el mismo Salvadó, con quien hacía tándem. En la guerra interna de hace un año, Jové apoyó a los roviristas. Otra histórica, la incombustible Ester Capella, exconsellera que apoyó a Junqueras en las primarias, es la portavoz del grupo. Entre los cargos de máxima confianza de Junqueras en el partido, además de Elisenda Alamany, se encuentran también el secretario general adjunto y diputado en el Parlament, Oriol López, y Pau Morales, vicesecretario general de organización, finanzas y lucha antirrepresiva.
En el grupo de ERC en el Congreso de los Diputados, Gabriel Rufián ha continuado ejerciendo un liderazgo que en los últimos tiempos parece querer proyectarse mucho más allá de ERC, con la propuesta de articular un frente de todas las izquierdas del Estado más allá del PSOE que no acaba de convencer a Junqueras. La exconsellera Teresa Jordà, con quien Rufián hizo tándem en la lista de las generales, ha quedado en un segundo plano tras su apoyo a los críticos con Junqueras.
Repunte en los barómetros del CEO
Los últimos barómetros del CEO, el de noviembre, que otorga 22-23 diputados a ERC, y el de julio, que le atribuía 21-23 consolidan “un pequeño repunte” respecto del descalabro de las últimas elecciones al Parlament y “una buena subida respecto a la guerra civil” desatada a continuación, resumen las fuentes. El movimiento que pueda haber en la minoría de cuadros críticos con la dirección junquerista parece “encapsulado”, al menos hasta las próximas elecciones, se señala. Las primeras deberían ser las municipales de mayo de 2027 y las siguientes las generales españolas. En 2028 se celebrarían las elecciones al Parlament de Catalunya si Salvador Illa agota la legislatura. Este es el calendario oficial, si bien, la imprevisibilidad del escenario madrileño, con un Pedro Sánchez asediado por los escándalos de su entorno más cercano, político y familiar, no permite descartar nada.
Un ojo en Madrid y el otro en Waterloo
Del escenario madrileño depende que se pueda cumplir la previsión de cerrar el acuerdo sobre el nuevo modelo de financiación con el PSOE en los primeros meses del año que viene. Hay sintonía con el presidente Salvador Illa y el PSC sobre la necesidad de que el acuerdo, más allá de los 20.000 millones que el PSOE está dispuesto a inyectar en todo el sistema, incluya también un gran avance en la cuestión de la recaudación. La llave de la caja. Y esto, la vicepresidenta y ministra de Hacienda y candidata a Andalucía, María Jesús Montero, no lo tiene tan claro. Tampoco las elecciones autonómicas de Extremadura del próximo 21 de diciembre ayudan a hacer avanzar las conversaciones.
Junqueras dedica 4 o 5 días a la semana a "hacer territorio" para continuar zurciendo el partido y "aterrizar" la estrategia. La Pax Junqueriana no se hace sola. A la vez, el presidente de ERC, mantiene un ojo en Madrid... y otro en Waterloo, con el regreso de Carles Puigdemont como escenario a corto plazo. La previsión de ERC es que el president en el exilio quede definitivamente amnistiado por el Tribunal Constitucional y el Tribunal de Justicia de la Unión Europea durante los primeros meses del 2026. Y Junqueras, igualmente acusado de malversación por los jueces rebeldes del Supremo, también.