La OMS describe la dislexia como un trastorno específico de la lectura cuyo rasgo principal es una dificultad especifica y significativa en el desarrollo de las habilidades para la lectura que no puede explicarse únicamente por la edad mental, problemas de precisión visual, o una escolarización inadecuada. Afecta a la capacidad para la comprensión lectora, el reconocimiento de palabras escritas, la lectura oral y la escritura.
Aunque se sabe que la capacidad de lectura se ve afectada por la dislexia, los investigadores aún no tienen claro qué procesos cerebrales se ven afectados por la afección. Una mayor comprensión de esto podría conducir a un apoyo más eficaz para los afectados. Durante años se ha debatido si es un trastorno del procesamiento visual, pero los últimos avances en neurología han permitido grandes avances en una cuestión de gran importancia, puesto que la lectura y la escritura son aspectos clave en el desarrollo y la formación de los niños.
Según una nueva investigación publicada en la revista JNeurosci, los niños con dislexia son más lentos para procesar la información visual. Se trata de la primera investigación en combinar nuevos métodos para comprender el procesamiento visual y la actividad cerebral en la dislexia y se ha llevado a cabo con un grupo de niños de seis a 14 años tenían que identificar la dirección de movimiento de una masa de puntos en movimiento, mientras se registraba su actividad cerebral.
Según pudieron comprobar los expertos, los niños con dislexia tardaban más en recopilar la evidencia visual y eran menos precisos que sus compañeros. Las diferencias de comportamiento se reflejaban en diferencias en la actividad cerebral.
Catherine Manning, investigadora principal del estudio, asegura que “estos hallazgos muestran que las dificultades que enfrentan los niños con dislexia no se limitan a la lectura y la escritura. En cambio, como grupo, los niños con dislexia también muestran diferencias en la forma en que procesan la información visual y toman decisiones al respecto. Se necesitarán investigaciones futuras para ver si estas diferencias en el procesamiento visual y la toma de decisiones se pueden entrenar para mejorar la capacidad de lectura en los niños afectados o proporcionar pistas sobre las causas de la dislexia”.
Lo cierto es que el seguimiento de la actividad cerebral mediante un electroencefalograma mostró que la actividad sincronizada en las regiones centroparietales del cerebro involucradas en la toma de decisiones aumentó de manera constante en todos los niños durante la tarea hasta que tomaron una decisión. Sin embargo, esto sucedió de manera más gradual en los niños con dislexia.