Negar que Jennifer Lopez es una de las más grandes superestrellas de los últimos tiempos es no tener perspectiva global. Cantante, bailarina, actriz, productora, empresaria... y un largo etcétera de etiquetas que incluso se quedan cortas. Mujer orquesta por méritos propios. Desde ser la primera artista en tener un álbum y una película en el número uno la misma semana —con J.Lo y Planes de boda, en 2001—, hasta actuar en el intermedio de la Super Bowl 2020 junto a Shakira —siendo las primeras latinas en compartir ese escenario y utilizándolo para hacer crítica social—, pasando por sus momentos más virales como el videoclip de On The Floor o ser la razón de la creación de Google Imágenes gracias a su aparición con el icónico vestido verde de Versace en los Grammy del 2000. Pero ignorar que hoy camina sobre hielo fino en su carrera es no querer ver el contexto que la ha llevado a embarcarse en su última gira, Up All Night, que culminó con su delicada llegada al Sant Jordi este 15 de julio.
Relato de autosuperación y empoderamiento femenino
En 2024, Jennifer Lopez parecía tenerlo todo. Había vuelto con su amor eterno, Ben Affleck, y estaba escribiendo, produciendo e interpretando un triple proyecto —disco, película y documental— con un coste de 20 millones de dólares pagados de su propio bolsillo. El objetivo: homenajear, responder o reimaginar su disco This Is Me... Then, veinte años después. Con un tono grandilocuente y un relato de sueño americano, quería mostrar su verdadero yo y cantar “la historia de amor más grande jamás contada”. ¿El resultado? Quizás aquello de: “Aunque puedas hacerlo, no siempre significa que debas hacerlo”.

Jennifer López ha actuado por primera vez en Barcelona haciendo parada dentro de la gira Up All Night / Foto: Juanjo Martín / EFE
Ella misma admitía en el documental que nadie lo pedía. Y, efectivamente, la recepción fue tibia: el disco tuvo las peores cifras de ventas de su carrera; la película fue criticada por excesiva, confusa y de mal gusto; y la gira, pensada para promocionarlo, inicialmente titulada This Is Me... Now: A Love Story, rebautizada luego como The Greatest Hits para ganar notoriedad, fue cancelada un mes antes de su inicio por falta de entradas vendidas. Por si fuera poco, todo coincidía con la firma de su divorcio con Affleck. Viéndolo así, quizá Jesucristo en la cruz no sufrió tanto como JLo aquel verano.
En una sofocante tarde de martes veraniega, tocaba subir a Montjuïc para ver si Jenny from the Block sigue tan en forma como dice
Pero el relato de autosuperación y empoderamiento femenino que acompaña su personaje público la ha llevado de nuevo a la carretera menos de un año después. Up All Night 2025, una gira que repasa todos los himnos de su carrera. Estratégicamente, sin embargo, resulta curiosa: evita las grandes ciudades habituales en giras internacionales y apuesta por lugares donde nunca ha actuado y quizá tiene más posibilidades de llenar. África —con parada única en Egipto—, Europa —con siete fechas en España— y Asia son los territorios elegidos. Así que, en una sofocante tarde de martes veraniega, tocaba subir a Montjuïc para ver si Jenny from the Block sigue tan en forma como dice.
La misma chica del barrio
Aunque los pases VIP de 1.700 euros estaban agotados, aún quedaban localidades sin vender. Pero eso no supuso ningún problema cuando la del Bronx apareció vestida de general —estilo lentejuelas Ibiza party— al ritmo de On the Floor. Como si fuera misa, se recitaba cada verso con Pitbull. El público tenía ganas de marcha y JLo lo dio todo. Ella y su cuerpo de bailarines. Desde el EDM de Save Me Tonight hasta el himno feminista Ain’t Your Mama: empoderamiento y viaje de la heroína en clave femenina. Con ese español de “soy latina pero claramente me gusta Taco Bell”, se dirigió agradecida a su público tras seis años sin pisar la península.
El público tenía ganas de marcha y JLo lo dio todo. Ella y su cuerpo de bailarines. Desde el EDM de Save Me Tonight hasta el himno feminista Ain’t Your Mama: empoderamiento y viaje de la heroína en clave femenina
A pesar de una puesta en escena clásica —una pasarela sencilla y pantallas laterales sin grandes efectos—, la acción sobre el escenario fue incesante. El concierto se dividía en bloques, con sus respectivos cambios de vestuario. El segundo tramo fue puro rock: body de cuero con tachuelas, Jenny from the Block, y una versión potente de I’m Real. Con una energía casi agresiva al estilo de las guitarras urbanas de Lil Wayne, Regular sonó como el tema más duro de la escuela de los 2010. Todo, por supuesto, acompañado de fuegos rodeando el escenario. “Yo sigo siendo la misma chica del barrio”, dijo, aunque poco queda ya de esa chica dentro de una millonaria que ha dedicado su vida al espectáculo. Pero de cara a la galería, viaje a 2005: la coreografía entre funky y hip hop de Get Right iba más fuerte que en su videoclip original.
Y como la carrera de Jennifer Lopez siempre ha tenido un poco de todo, quiso subir la temperatura con un momento íntimo entre danza contemporánea y Magic Mike, antes de cantar I’m Into You y Moments in Love. También interpretó Birthday, de su próxima mixtape, al más puro estilo Cardi B. Pero el mayor entusiasmo llegó con el R&B de los 2000: Love Don’t Cost a Thing, All I Have, y un momento coral junto al público. También hubo espacio para la emoción: cantó Gracias a la vida, de Violeta Parra, y en clave flamenca —con mantón incluido— versionó If You Had My Love. Un poco de corazón roto al estilo Cheetah Girls, con momento bailaora incluido. Pero, ¿quién le dice algo si ya firmaba Ain’t It Funny en 2001?

Una enamorada de l’amor
Tras el ecuador del concierto, quedó claro que JLo, con casi 56 años, tiene la fuerza, la voz y la presencia escénica que muchas más jóvenes quisieran. Una máquina incansable de baile y desparpajo sobre el escenario. Tal vez no esté constantemente de gira, pero cuando lo hace, lo da todo. Lo que vimos en la Super Bowl hace cinco años no es nada comparado con lo que ofrece cuando el escenario es suyo. Cuesta creer que, solo dos noches antes, hubiera sido abucheada en Fuengirola por un mal sonido.
Lo que vimos en la Super Bowl hace cinco años no es nada comparado con lo que ofrece cuando el escenario es suyo
Saliendo de un divorcio y de un discreto fracaso comercial, esta gira es su pequeña catarsis terrenal. Según ella, el amor “es la hostia”, pero también hay que cantar canciones anti-amor: Qué hiciste. Y aferrándose a su faceta latina, interpretó también Si una vez, de Selena. El concepto de Up All Night quedó más claro cuando, tras varios discursos motivacionales, entonó al piano Wreckage of You. No solo habla de noches de fiesta o amor, sino de todas aquellas noches en vela por un corazón roto. El concierto fue tomando forma de musical autobiográfico: una visión 360 de la artista, incansable.
El concierto fue tomando forma de musical autobiográfico: una visión 360 de la artista, incansable
Con su quinto look de la noche, regresó a la pista con Waiting for Tonight y Dance Again. JLo quiere mostrar vulnerabilidad, pero sin dejar el espectáculo de lado. Y solo podía haber un clásico para cerrar ese combo: Let’s Get Loud. El tema, originalmente escrito por Gloria Estefan, convirtió el Palau Sant Jordi en un auténtico carnaval. Dos horas en las que ningún estilo del pop se le resistió: del EDM al R&B, pasando por el funk, el flamenco y lo latino. Daba igual si la canción era de 2001 o de 2025, el público estaba con ella. El show, calculado hasta el milímetro, terminó —seis looks de lentejuelas después—, irónicamente, con ella sola en el escenario, cantando El anillo. Al fin y al cabo, Jennifer Lopez es una enamorada del amor, de la vida. Y no había mejor forma de despedirse en esta gira de renacimiento de sus propios éxitos.